La iluminación espiritual

Los palillos largos

Cuento Zen (44)

Cierto día, un sabio visitó un lugar donde reinaba el egoísmo. Allí vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cuál más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado. Tenían que comer con palillos, pero no podían porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.

Impresionado, el sabio salió y fue a visitar un lugar donde reinaba la gratitud y el amor. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que allí, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía en frente.

MORALEJA

Quien no es capaz de mirar más allá de la punta de su nariz no podrá ser capaz de entender lo que ocurre con los demás. Es importante mirar las cosas desde la perspectiva de los demás, además de la nuestra.

Cuando un ser humano olvida al prójimo y el centro de su vida es él mismo, se arriesga a que se empobrezca e igualmente empobrezca a toda la humanidad, si todos actuamos así.

La alternativa no es otra que pensar y soñar juntos. Cultivar una esperanza juntos, confiando en que la solidaridad es la fuerza que permita que nadie se muera de hambre porque hay recursos para todos si somos solidarios.

La solidaridad es uno de los valores más importantes de la existencia humana; pero en el mundo actual, con el énfasis en el individualismo, es el último recurso que utilizamos para vivir.

El refrán popular «La unión hace la fuerza», lo olvidamos fácilmente, pero esté es el camino por el que optaron aquellas personas del cuento que compartían con amor.

Recuerda: El camino del egoísmo es la ausencia de los demás en mi vida. Pero si yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas. Solo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Pero si todos prefieren gozar con egoísmo el fruto, la civilización se hunde.