El padre moribundo

CUENTO ZEN CON MORALEJA

¿Por qué se hizo esto con el padre moribundo? Por la sencilla razón de que el componente sustancial de nuestro ser es la bondad como luz de la verdad.

Cuento zen sobre la bondad

Cuando entró en la unidad de cuidados intensivos, se sorprendió al comprobar que aquel anciano semiinconsciente lleno de tubos no era su padre. Alguien había cometido un tremendo error al enviarle a él equivocadamente que su padre estaba moribundo.

Pero gracias a su bondad este individuo se atrevió a preguntar al médico: ¿Cuánto tiempo le queda de vida? A lo que el médico respondió: Unas cuantas horas, a lo sumo. Ha llegado usted justo a tiempo.

El implicado pensó en el hijo de aquel hombre moribundo, que estaría luchando sabe Dios a cuántos kilómetros de allí. Luego pensó que aquel anciano estaría aferrándose a la vida con la única esperanza de poder ver a su hijo una última vez, antes de morir. Entonces se decidió: se inclinó hacia el moribundo, tomó una de sus manos y le dijo dulcemente: Papá, estoy aquí; he vuelto.

El anciano se agarró con fuerza a la mano que se le ofrecía; sus ojos sin vida se abrieron para echar un último vistazo a su entorno; una sonrisa de satisfacción iluminó su rostro, y así permaneció hasta que falleció plácidamente.

MORALEJA

El individuo del cuento ¿Por qué hizo esto? Por la sencilla razón de que el componente sustancial de nuestro ser es la bondad como luz de la verdad. Pero si la bondad está ahogada por los miedos, por el sufrimiento, la única solución es sacar lo que le estorba.

Y si renuncias voluntariamente a lo que estorba, creyendo que es un valor y que has hecho un sacrificio con ello, siempre te vanagloriarás de lo que has hecho y pedirás aprobación y admiración de los demás. Pero si antes despiertas y comprendes que en esa renuncia tuya no hay nada de valor, que lo que has hecho es buscarte a ti mismo, ¿cómo te vas a vanagloriar de renunciar a algo que no servía para nada? Al contrario, te sentirás bien por haberte liberado de algo que te impedía ser más bondadoso. Pero además, entonces, comprenderás con humildad a aquellos que aún se sienten apegados a lo que tú ya has renunciado por estar despierto.

La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres bondad como substancia y potencial a desarrollar. Sólo los obstáculos de la mente te impiden aflorarlo plenamente. Son las resistencias que ponen tu programación lo que te impide ser bondadoso. De no tropezar con tu resistencia, ¿Dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aún, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bondad, que te hace creativo y capaz, ya no sólo de ser bondadoso, sino de dar amor y felicidad a manos llenas.

Con sólo observar todo esto ya es dar un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción y esta depende de tu programación y si eres capaz de observar esto y comprenderlo, ya tendrías bastante.