La iluminación espiritual

El monje y la mujer hermosa

Cuento Zen (18)

Dos monjes budistas andaban juntos por un camino embarrado mientras llovía intensamente. Al llegar a un recodo, vieron a una hermosa joven con kimono de seda, que no se animaba a cruzar un charco.

Vamos, niña, dijo inmediatamente uno de los monjes y, levantándola en brazos, la llevó del otro lado.

El otro monje observó y guardó silencio hasta la noche, cuando llegaron a un templo en que alojarse este ya no se pudo contener y le dijo a su compañero: los monjes no nos acercamos a las mujeres, sobre todo si son jóvenes y hermosas. Es peligroso.

¿Por qué has hecho eso?

Su monje compañero respondió tranquilamente: yo he dejado hace mucho rato allá a la hermosa mujer, pero veo que tú todavía la traes en tu mente.

MORALEJA

La mente provoca todo tipo de miserias como le sucedió al monje que no dejaba de pensar en la hermosa mujer. Su mente nunca estuvo en el presente, lo paso por alto. ¡Y no tenía aprendido que solo existe el presente! Su mente, aunque silencioso siempre estuvo en el pasado, siempre, siempre.

El zen dice que uno ha de salir de esta trampa del pasado, porque la puerta se abre en el presente, la puerta se abre en este momento, o ahora o nunca. Y la puerta está abierta, pero nuestros ojos vacilan. Miramos hacia el pasado, y el presente queda empequeñecido, y lo pasamos por alto.

El zen dice que a menos que deseches la mente nunca te podrás sintonizar con la existencia, ni podrás palpitar con el latido del universo. Si no desechas la mente, seguirás viviendo en un mundo particular que tú mismo has creado; no vives en el mundo real y continúas siendo un idiota.

La mente es el pasado, el recuerdo, todas las experiencias acumuladas, todo lo que has hecho, todo lo que has pensado, todo lo que has deseado, todo lo que has soñado. La memoria es la mente. Y a menos que te desembaraces de la memoria, no serás capaz de controlar tu mente.

Está alerta, sé consciente de tu mente, y sé tú, porque tú eres algo diferente. El pasado puede desvanecerse, pues tú no eres el pasado. Recuerdas, pero no eres el pasado. Puedes hacer pedazos esta prisión y salir, porque tú no eres la prisión.