La iluminación espiritual

La lengua y los dientes

Cuento Zen (248)

Mientras Chang Chuang, el maestro de Lao Tsé estaba enfermo, este fue a visitarlo y le dijo:

¡Estás muy enfermo, Maestro!

¿No tienes nada que decirme?

¿Mi lengua aún está ahí?

¡Está! Respondió Lao Tsé.

¿Mis dientes están ahí?

¡No!

¿Y sabes por qué?

Preguntó nuevamente Chang Chuang.

¿No será que la lengua dura más por ser blanda?

¿Y que los dientes, por ser duros, por ser rígidos, se caen antes?

¡Maestro Lao Tsé, acabas de resumir todos los principios relativos al mundo!

¡No necesitas más de mis enseñanzas!

MORALEJA

Piénsalo, la vida está en movimiento, y muchos, en cambio, están fijos; la vida fluye, y muchos, en cambio, se han estancado; la vida es flexible y libre, y muchos, en cambio, están rígidos y paralizados.

Lao Tsé dijo años después:

Quienes se mantienen en el Camino para guiar a la gente fluyen con los acontecimientos a medida que suceden y actúan conforme a lo que la gente hace. Responden según la evolución de cada ser y están en armonía con los cambios de cualquier acontecimiento.

Así pues, el Camino está vacío y no es codificado, llano y fácil, claro y en calma, flexible y complaciente, sin adulteración y puro, plano y simple. Estas son imágenes concretas del Camino.

La no cosificación vacía es la morada del Camino. Incluso la facilidad es la base del Camino. La calma clara es su espejo. La complacencia flexible es su función. La inversión es normal para el Camino: la flexibilidad constituye su firmeza, la complacencia su fuerza.