LA DIETA (CUENTO)
CUENTO ZEN (288)
Erase una vez un sacerdote tan santo que jamás pensaba mal de nada.
Un día, estaba sentado en un restaurante tomando una taza de café, que era todo lo que podía tomar, por ser día de dieta y abstinencia, cuando, para su sorpresa, vio a un joven miembro de su congregación devorando un enorme plato de frutas en la mesa de al lado.
Espero no haberle escandalizado, Padre, dijo el joven con una sonrisa.
De ningún modo. Supongo que has olvidado que hoy es día de dieta y abstinencia, replico el sacerdote.
No, Padre. Lo he recordado perfectamente.
Entonces, seguramente estas enfermo y el medico te ha prohibido hacer dieta.
En absoluto. No puedo estar mas sano.
Entonces, el sacerdote alzo sus ojos al cielo y dijo: ¡Que extraordinario ejemplo nos da esta joven generación, Señor! ¿Has visto como este joven prefiere reconocer sus errores antes que decir una mentira?
MORALEJA
Mejor es controlar la lengua que ayunar a pan y agua.
El Buda hablo durante cuarenta años, por la mañana, por la tarde, por la noche, y entre medias. Y hablo de una sola cosa: de dejar de hablar, de estar en silencio. “Ni una palabra”.
Pon a dieta tu mente de ese parloteo continuo. Ese parloteo la mantiene viva, ese parloteo es un alimento para ella; sin ese parloteo, la mente no puede continuar. Así que liberate de las garras de la mente, es decir, liberate del parloteo interno.
Puedes hacer esto forzándote, pero entonces una vez mas, yerras. Puedes forzarte a no hablar interiormente, lo mismo que puedes forzarte a no hablar afuera, puedes mantener un silencio forzado. Al principio es difícil, pero puedes continuar insistiendo y puedes obligar a la mente a no hablar. Es posible; si vas al Himalaya, encontraras a muchas personas que lo han alcanzado, pero encontraras embotamiento en sus caras, no inteligencia. La mente no ha sido trascendida, ha sido embotada, simplemente. No han pasado a un silencio vivo, simplemente han forzado a la mente y la han controlado. Es como si un niño es forzado a sentarse en un rincón y no moverse. Miralo. Se siente inquieto, pero continua controlándose, temeroso. Reprime su energía, de lo contrario, será castigado.
La mente te engaña veinticuatro horas al día y tu cooperas con eso. Entonces, finalmente, eres desgraciado, aterrizas en el infierno. Busca cada momento la motivación real. Si puedes encontrar la motivación real, la mente se volverá cada vez mas incapaz de engañarte. Y cuanto mas lejos estés del engaño, mas capaz serás de moverte mas allá de la mente, mas te convertirás en un maestro.
La verdadera dieta de la mente se logra cuando eres un observador en el aquí y en el ahora, se logra cuando la mente no puede intervenir porque el observador esta sumido en el presente absoluto.
Conviértete en una gran llama de consciencia; entonces, cuando venga el parloteo a tu mente, serás capaz de observarlo, serás capaz de vencerlo y sabrás que: “La mente esta aquietándose, el ego esta muriendo, pero tu no estas muriendo porque eres el observador”. Este observador es la esencia misma de la existencia. A este observador se le llama “Dios” en otras religiones y en el “Tao”, se le conoce como: el conocedor, el elemento que conoce, la consciencia o atención plena, el estado de alerta plena en el aquí y en el ahora.