La iluminación espiritual

Los jóvenes que pudieron hacerlo

Cuento Zen (164)

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas. Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos. Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa. Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? Comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos. Yo sí sé cómo lo hizo dijo. ¿Cómo? Respondieron sorprendidos. No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

MORALEJA

Parece ser que las situaciones límite nos capacitan para resolver tareas imposibles. Recuerden que, «él no puedo», es realmente socorrido para aliviarnos de la responsabilidad y la resolución y que se trata de una trampa mental sin validez alguna, que está lejos en muchas ocasiones de ser verdad.

A menudo las leyes de la física son superadas con creces por la poderosa voluntad del ser humano como sucede en el cuento del abejorro a lo que muchos científicos decían que el abejorro no podía volar, porque el tamaño de su cuerpo era un muy grande en relación con el tamaño de sus alas. Pero el simpático abejorro se ríe de las leyes de la aerodinámica y vuela igual.

La moraleja es que en muchas situaciones de nuestras vidas debemos hacer como el abejorro: cuando nos digan que no estamos capacitados para hacer algo, simplemente ignoremos los argumentos que justifican esa incapacidad, y hagámoslo de todas maneras.