La grulla tramposa y su karma

CUENTO ZEN CON MORALEJA

Al final los malos como la grulla del cuento terminan siendo víctimas de sus propias artimañas y la encargada de traer esa justicia es la ley del karma.

Cuento zen sobre el karma

Buscaba peces en un lago una vieja grulla, qué cansada, decidió usar la argucia y el ingenio para no tener que hacer tanto esfuerzo. Un día, al ver que cerca tenía un pequeño estanque, se le ocurrió una idea, y dijo a los peces y a un cangrejo del pantano:

Es mi deber alertar, porque así me lo dice la conciencia. Pude escuchar esta mañana hablar a varios hombres. Tienen intención de secar este lago y no sé qué será de todos vosotros. Moriréis sin ninguna solución. ¡Qué pena!

Peces y cangrejo se reunieron para hablar. ¿Qué podían hacer? ¿Cómo salir de esa situación con vida? Entonces, la grulla les interrumpió:

Se me ha ocurrido una excelente idea para que podáis salvar la vida. He descubierto muy cerca de aquí un pequeño estanque. Me comprometo a llevaros hasta allí. Puedo llevar cada día a dos o tres de vosotros. Así, antes de que el hombre seque este lago, estaréis todos a salvo.

Al cangrejo, que era muy desconfiado, no le hacía mucha gracia esa idea. Así que propuso:

Está bien, para comprobar que no mientes, lleva a un pez hasta el estanque y tráelo de vuelta. Él nos dirá si es cierto lo que dices.

La grulla, que ya saboreaba su triunfo, llevó con delicadeza en su pico al pez hasta el estanque y luego regresó con él.

¡Es cierto lo que dice la grulla! Dijo la carpa entusiasmada. ¡El estanque existe de verdad!

Está bien, dijeron los peces. Aceptamos tu generosa propuesta, grulla.

Pero el cangrejo, que era muy desconfiado, se ofreció el primero en la excursión al estanque.

¡Yo iré el primero!

Muy bien- dijo la grulla. Te llevaré en mi pico.

En el pico no, me resbalaré seguro y me romperé el caparazón. Dijo entonces el cangrejo: Mejor me agarraré de tu cuello. Para eso tengo estas buenas pinzas.

Y mostrándolas a la grulla, saltó al lomo del ave y se abrazó a su cuello. La grulla no tuvo otra que acceder, y comenzó a volar, pero en pocos minutos, aterrizó junto al árbol en donde tenía su nido.

¿Y el estanque? Preguntó entonces el cangrejo.

¡Iluso! ¿Pensaste que te iba a salvar de verdad? Cada día me comeré a dos o tres de vosotros. Fácil y sencillo.

Pero entonces, antes de que la grulla pudiera decir más, el cangrejo clavó sus tenazas en el cuello del ave, acabando con su vida.

Ilusa tú, grulla, si pensaste que te creí.

MORALEJA

Al final los malvados terminan siendo víctimas de sus propias artimañas y la encargada de traer esa justicia es la ley del karma.

Unos lo llaman «justicia divina» y otros, «karma», pero lo cierto es que afortunadamente, los malvados son castigados por la ley de causa y el efecto:

Las mentiras terminan saliendo a la luz: La grulla fue astuta al intentar engañar a los peces llevando y trayendo a un pez, pero al final, las mentiras no pueden mantenerse por mucho tiempo y la verdad termina saliendo a la luz. En este caso, la «suerte» estuvo del lado de los peces, que contaron con el ingenioso y astuto cangrejo para «desenmascarar» a la grulla. Y es que es fundamental desconfiar de los desconocidos o de aquellos que nos ofrecen algo demasiado «sospechoso».

Recuerden: Por lo común vivimos en el engaño, el ingenio y la estrategia; no vivimos como niños, inocentes. Planeamos, nos protegemos, nos fabricamos todas las salvaguardas posibles, pero ¿cuál es el resultado? Al fin y al cabo, ¿qué sucede? Por lo general, todas las salvaguardas son destruidas, toda astucia demuestra ser pura estupidez y en último término, recogemos lo que sembramos.

La Ley del Karma es infalible y todos estamos invariablemente sometidos a ella.