LA FELICIDAD ES UNA MARIPOSA (CUENTO)

CUENTO ZEN (46)

Dijo el Maestro:

Si la persigues, se escapa. Si te sientas y esperas tranquilamente, se posa en tu hombro.

Entonces, ¿qué debo hacer para alcanzar la felicidad?

Dejar de perseguirla.

¿Y no puedo hacer nada más?

Sí. Puedes tratar de sentarte y esperar tranquilamente...

¡Si te atreves!

MORALEJA

El estado de paz, silencio, tranquilidad, es el estado de la felicidad. El ser humano nunca alcanza la felicidad a través del deseo y de la comparación, el ser humano alcanza la felicidad, solo al trascender el deseo y la comparación.

La propia naturaleza del deseo es permanecer infeliz. Hagas lo que hagas permaneces infeliz y esa es la naturaleza intrínseca del deseo. Así que, puedes sentarte en un árbol que conceda todos tus deseos, que no cambiará nada. Te darás cuenta que por muchas veces que seas colmado por los deseos, ellos volverán a manifestarse, una y otra vez, infinitamente.

Alguien dijo: «La humanidad es lo más noble, y tengo la suerte de ser humano. Ésta es mi primera alegría». Esto no es alegría. Es el placer proveniente de sentirse egoísta, de ser alguien. Y recuerda: esto no te llevará a la verdadera felicidad, porque en el fondo hay comparación. Si te estás sintiendo superior, en algún momento te podrías sentir inferior.

Una vez escuché a un hombre religioso, a un santo, a un santo muy conocido en la India, dar esta enseñanza a sus discípulos: «Busca siempre a las personas que no tengan tanto como tú, y te sentirás muy feliz. Si tienes casa busca siempre a personas que no tengan casa». Naturalmente, te sentirás muy feliz. «Si tienes un solo ojo, busca a las personas que están ciegas… te sentirás feliz». Pero ¿qué clase de felicidad es esa? ¿Y qué clase de religiosidad es esa? Además, no puedes prescindir de la otra cara de la moneda. Tú tienes un ojo; cuando miras a una persona ciega, te sientes feliz. Pero si te encuentras con una persona que tiene dos ojos hermosos, entonces ¿qué harás? Te sentirás infeliz. En lo que llamas «felicidad», la infelicidad está implícita.

No, a través de la comparación y el deseo nadie llega a la felicidad. La felicidad es un estado no comparativo de no deseo. No compares, ni desees.

Al comienzo todo deseo te proporciona muchas esperanzas, sueños; ese es el truco. Así es como eres atrapado. Si el deseo, desde el mismo comienzo te dijera. «Mantente alerta, te estoy llevando al infelicidad», no lo seguirías. El deseo te promete la felicidad eterna, y te promete que con solo unos pasos llegarás. Te dice: «Simplemente ven conmigo», esto te deslumbra, te hipnotiza y te promete muchas cosas, y tú, al estar sufriendo piensas: ¿Qué hay de malo en intentarlo? Déjame probar un poquito también de este deseo».

Esto te conducirá a la infelicidad, porque los deseos en sí, son un camino a la infelicidad. Por eso Buda dice: «A menos que dejes de desear, no podrás ser feliz». Y el deseo existe solamente cuando estás dormido, porque cuando estás despierto y alerta, los deseos no pueden engañarte, entonces ves a través de ellos. Entonces todo está tan claro que no puedes ser engañado.

Recuerda: La paz, el silencio y tranquilidad, es el estado de la felicidad. El ser humano nunca alcanza la felicidad a través del deseo y de la comparación, el ser humano alcanza la felicidad, solo al trascender el deseo y la comparación.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.