La iluminación espiritual

Equilibrio de la rosa y el sapo

Cuento Zen (222)

Cuenta que esta era una rosa roja y todo el mundo comentaba que no había flor más bella que esa en el jardín. La rosa se emocionaba cuando la halagaban. Sin embargo, quería que la vieran más de cerca y no entendía por qué todos la observaban a distancia.

Un día notó que a sus pies siempre estaba un enorme y oscuro sapo. En verdad no tenía nada de guapo, con su color opaco y sus feas manchas. Además, sus ojos eran demasiado saltones y asustaba a cualquiera. La rosa comprendió que la gente no se acercaba debido a ese animal.

De inmediato, le ordenó al sapo que se marchara. ¿No se daba cuenta de que le daba mala imagen? El sapo, muy humilde y obediente, aceptó de inmediato. No quería incomodarla y entonces se marchó lejos.

A los pocos días, la rosa comenzó a deteriorarse. Sus hojas y sus pétalos empezaron a caerse. Ya nadie quería mirarla. Pasaba una lagartija cerca y vio a la rosa llorando. Le preguntó qué le pasaba y ella contestó que las hormigas estaban acabando con ella.

Entonces la lagartija dijo lo que la rosa ya sabía: “Era el sapo quien se comía las hormigas y te mantenía bella”.

MORALEJA

Se deben aceptar el sapo y la rosa para que suceda lo Divino.

¿Por qué la rosa continuó viviendo con el inoportuno sapo?

El pobre sapo hacia el trabajo de alimentarse sin ser consciente del beneficio para la rosa. Hay una especie de equilibrio. Siempre en la dualidad debe haber un equilibrio. No trates de ir contra de la naturaleza, de otra forma te estarás negando a coexistir en armonía. No trates de hacer que estás en el cielo, de otra forma desplazaras a lo demás a un infierno. Sé natural, sé normal.

Existe una especie de equilibrio en la existencia. No solo hay un equilibrio entre la rosa y el sapo, también lo hay entre estos dos y la existencia.

Aceptación total, quiere decir armonía con la existencia.

El rechazo de la rosa surgió de la no aceptación. Ella no pudo admitir cierta situación, y surgió el rechazo. Vives como la rosa y no puedes consentirlo, es demasiado para el ego, deseas un palacio; entonces eres un pobre hombre, no porque vivas en una cabaña, no. Buda vivió bajo un árbol, y no era pobre. No encontrarás a ningún hombre más rico.

Echa una mirada a lo más profundo de ti. Quizá no te guste lo que estás haciendo, quizá tengas miedo de estar yendo por una pista equivocada; la aceptación te ayudará a sentir que estás en lo correcto. El reconocer te hará sentir que vas hacia el objetivo correcto.