EL PASAJERO (CUENTO)

CUENTO ZEN (101)

Un Capitán se hizo a la mar y, al poco rato, se desató una gran tormenta.

Uno de los pasajeros de a bordo comenzó a llorar ya gemir de miedo, porque era la primera vez que subía a un barco. Su llanto era tan insistente y prolongado que toda la tripulación comenzó a irritarse, y a punto estuvo el Capitán de arrojarlo personalmente por la borda.

Pero su primer Consejero, que era un sabio, le dijo: No. Dejad me a mí ocuparme de él. Creo que puedo curarlo.

Y ordenó a unos cuantos marineros que arrojaran a aquel hombre al mar atado con una cuerda. En el momento en que se vio en el agua, el pobre pasajero, totalmente aterrorizado, se puso a chillar ya debatirse frenéticamente.

Al cabo de unos segundos, el sabio ordenó que lo izaran a bordo. Una vez en cubierta, el pasajero se tendió en un rincón en absoluto silencio sin irritar nunca más.

MORALEJA

Los seres humanos nunca nos damos cuenta de lo afortunados que somos hasta que nuestra situación empeora.

Cuando el miedo te rodee, recuerda que en la vida hay solamente una cosa segura, y esta es la muerte. De ahí, que aquellos que lo entiendan abandonen el miedo.

Todas vuestras parálisis están en vuestra mente; la cual no quiere vivir, la cual no es realmente capaz de vivir y crea toda clase de miedos. Ese «yo» tiene miedo, pero tú no. El ser no tiene miedo, pero el ego tiene miedo porque tiene mucho miedo a morir. Es artificial, es arbitrario, ha sido construido. Puede desbaratarse en cualquier momento. Cuando entra lo nuevo, surge el miedo.

Un hombre sin ego es también un hombre sin miedo.

En lo que a ti concierne es solo discriminación intelectual. En lo que a mí concierne no lo es, es mi experiencia. El día que mi ego desapareció, encontré una clase de humildad totalmente nueva. Descubrí que no hay nada por lo que ser tímido, y de ninguna manera me he estado escondiendo por miedo.

Tú también puedes tener esta experiencia, y hasta que no la tengas, solamente la comprensión intelectual no será suficiente. La meditación te puede ayudar a deshacerte del ego porque no hay elemento en ti que pueda sentir miedo nunca, porque el ego es lo único que es falso y que tiene que morir. Ni tu cuerpo desaparecerá; simplemente regresa a sus elementos básicos; ni tu consciencia va a morir. Continuará su viaje hacia niveles y formas de expresión más elevadas, o finalmente puede desaparecer en la consciencia universal.

Para ser valeroso necesitas desidentificarte del ego. Cuando te has desidentificado del ego ya no te importa si está vivo o muerto. De hecho, tanto si está vivo como si está muerto, sabes que ya está muerto. Sigue siendo un mecanismo. Utilízalo pero que no te utilice. El ego tiene miedo a la muerte porque es inconsistente, por eso surge el temor. No surge del ser; no puede surgir del ser, porque el ser es vida, ¿cómo puede la vida tener miedo a la muerte? La vida no sabe nada de la muerte. Surge de lo arbitrario, de lo artificial, surge de lo que se ha fabricado de algún modo, de lo falso, de lo fingido. Y, sin embargo, ese dejarse ir, esa muerte, es lo que hace estar vivo al hombre. Morir al ego es nacer al ser.

Pero esto no es la muerte. Eso es convertirte en algo grande, inmenso… infinito y eterno; no es una pérdida. La única cosa que va a morir, y ha estado continuamente muriendo cada vez que tú has muerto, la única cosa que muere una y otra vez, es el ego. El cuerpo vuelve a los elementos naturales, la consciencia vuelve a la consciencia universal, o a una nueva forma de consciencia; la única cosa que muere una y otra vez es el ego. Así que el ego es la raíz que causa todo miedo en ti.

Aquellos que realmente quieren vivir, abandonan todos los miedos, todos los pensamientos, toda seguridad. Arriesgan todo porque la vida es tan preciosa y tan fugas, tan momentánea que no pueden seguir posponiéndose. Y pensar es una forma de posponer, sentir es una forma de posponer, desear es una forma de posponer. Deja de posponer.

La mente es una prisión.

La consciencia es salir de la prisión, o darse cuenta de que uno nunca ha estado en prisión; solo pensaba que era así. Todos los miedos desaparecen.

El mayor descubrimiento de la vida, el tesoro más precioso, es la conciencia. Sin ella vas a estar en la oscuridad, vas a estar lleno de miedos. Y seguirás creando nuevos miedos, sin fin. Vivirás con miedo, morirás con miedo, y nunca podrás probar el sabor de la libertad. Y habrá sido tu potencial en todo momento; en cualquier momento lo podrías haber reclamado, pero nunca lo hiciste.

Es tu responsabilidad.

No temas al amor. Solamente hay una cosa que temer y es al miedo. Teme al miedo y nunca temas a nada más, porque el miedo paraliza. Es un veneno, un suicidio.

No le temas al amor porque así te pierdes el amor, te perderás la oración, y ese si, es un verdadero problema, porque si tu miedo es el problema, entonces ni siquiera el amor es aún un problema para ti, y de esta forma ¿cómo vas a pensar en la oración? Y si te pierdes el amor nunca podrás orar, porque la oración es el amor cósmico, es el centro mismo de esta vida y desde este mismo centro puedes pasar a la otra orilla.

Da la espalda al miedo y avanza hacia el amor.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.