LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL

EL AVARO

LA SABIDURÍA DEL CUENTO ZEN

Un avaro enterró su oro al pie de un árbol que se alzaba en su jardín. Todas las semanas lo desenterraba y lo contemplaba durante horas. Pero, un buen día, llegó un ladrón, desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el avaro fue a contemplar su tesoro, todo lo que encontró fue un agujero vacío.

El hombre comenzó a dar alaridos de dolor, al punto que sus vecinos acudieron corriendo a averiguar lo que ocurría. Y, cuando lo averiguaron, uno de ellos le preguntó: ¿Empleaba usted su oro en algo?

No, respondió el avaro. Lo único que hacía era contemplarlo todas las semanas.

Bueno, entonces, dijo el vecino, por el mismo precio puede usted seguir viniendo todas las semanas y contemplar el agujero.

MORALEJA

No es nuestro dinero, sino nuestra capacidad de disfrutar, lo que nos hace ricos o pobres. Afanarse por la riqueza y no ser capaz de disfrutar es lo mismo que estar calvo y coleccionar peines.

El hombre se siente pleno si está en sintonía con el Universo; si no está en armonía con el Universo está vacío, totalmente vacío. Y de ese vacío procede la avaricia.

Basta con entender la naturaleza de la avaricia. No tienes que hacer nada más para librarte de ella; la comprensión misma aclarará todo el lío.

La avaricia, intenta llenarlo: con dinero, con casas, con muebles, con amigos, con amantes, con cualquier cosa, porque uno no puede vivir como vacío. Es horrible, es una vida fantasmal. Si estás vacío y no tienes nada dentro de ti, te será imposible vivir.

Por tanto, se existencial.

Abandónate y acércate a la existencia en silencio y en paz, en meditación, y un día verás que estás tan lleno, más que lleno, rebosas de alegría, de dicha, de bendición. Tienes tanto que puedes dárselo a todo el mundo y no se agota.

Ese día, por primera vez, no sentirás ninguna avaricia: de dinero, de alimento, de objetos, de nada. Vivirás naturalmente y encontrarás todo lo que necesites. Y vivirás, no estarás siempre con una avaricia constante e imposible de satisfacer, con una herida que no se puede curar.