El desapego del maestro

CUENTO ZEN CON MORALEJA

El apego obligan a las personas que se relacionan a convertirse en objetos y el amor ayuda a las personas a ser libres, independientes y más sinceros.

Cuento zen sobre el desapego a lo material

Un maestro andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió.

El maestro se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.

Sin embargo, pocos días después volvió en busca del maestro mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó:

Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí.

MORALEJA

El desapego de las cosas es necesario al comienzo y es necesario al final. Al comienzo el desapego será con esfuerzo, al final el desapego será espontáneo. Al comienzo tendrás que mantenerte consiente de él, al final será tu forma natural.

Al principio será un constante estado de alerta, habrá una lucha con tu pasado, con tus pautas de apego, la lucha estará ahí. Al final no habrá lucha ni alternativa, ni elección, simplemente fluirás en la dirección de la ausencia de deseos. Se habrá convertido en tu naturaleza. Pero recuerda que, cualquiera que sea la meta, ha de ser practicada desde el comienzo mismo, el primer paso también es el último. De modo que uno ha de ser muy cuidadoso con el primer paso, si este es dado en la dirección correcta, se alcanzará el último. Si yerras el primer paso, habrás errado en todo.

Caerás muchas veces, una y otra vez te apegarás. Y tu mente es tal, que incluso puedes apegarte al desapego. Tu pauta es muy inconsciente, pero el esforzarte, el esfuerzo consciente, poco a poco te hará estar alerta y consciente. Y una vez que empieces a percibir la desgracia de estar apegado, entonces habrá menos necesidad de esfuerzo, porque nadie quiere sufrir, nadie quiere ser infeliz.

Somos infelices porque no sabemos lo que estamos haciendo, pero en todo ser humano existe la aspiración de ser feliz. Nadie suspira por sufrir, todos creamos el sufrimiento porque no sabemos lo que estamos haciendo.

El apego obligan a las personas que se relacionan a convertirse en objetos y el amor ayuda a las personas a ser más libres, más independientes, más sinceros. Pero la verdad solo puede existir en un flujo constante, nunca puede estar congelada con apegos y posesiones.