La iluminación espiritual

Déjate fluir

Cuento Zen (95)

La excursión de Arán...

Esa mañana se había levantado feliz. Arán tenía una excursión con sus amigos de la escuela. Al llegar a la montaña el maestro les había advertido del peligro de alejarse del grupo, podían perderse. Arán se entretuvo mirando unas flores y de repente se dio cuenta de que los demás habían seguido el camino, dejándolo atrás. Se encontraba solo, en medio de la montaña. Siguió andando hasta que se encontró con un río. Entonces no aguantó más, se sentó en una roca y empezó a llorar. Estaba desconsolado, se había perdido.

De pronto, como en un susurro, una voz le empezó a hablar:

¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

Arán miró a un lado y a otro y no vio a nadie ¿Estaré soñando? Se preguntó.

Pero la voz volvió a preguntar:

¿Qué te pasa?

Arán, confuso, dijo:

¿Dónde estás? ¡No te veo!

La voz contestó:

Soy el río ¿Qué te ha pasado muchacho para estar tan triste?

Arán, aunque un poco sorprendido de que el río le estuviera hablando, contestó:

Me siento perdido, no sé qué hacer.

Entiendo, le dijo el río, pero quizás yo te pueda ayudar... ¿Qué te parece hacer como yo?

¿Cómo tú? Preguntó Aran.

Sí, déjate fluir, le explicó el río. Yo me dejo fluir de principio a fin. Si por mi camino encuentro alguna traba no me pongo triste, tampoco ofrezco resistencia, simplemente me dejo fluir hacia otro sendero por el cual pueda seguir fluyendo y así me voy adaptando a todos los terrenos, hasta a los más inhóspitos, dejándome fluir.

A Arán le pareció una idea estupenda, entonces se relajó siguiendo el consejo del río y dejó fluir sus emociones, ya no estaba preocupado. Gracias al río el miedo había desaparecido. Decidió no hacer, simplemente dejarse llevar. Disfrutó del caluroso día junto al río hasta que llegaron sus compañeros y su maestro, que lo habían estado buscando por la montaña.

Arán suspiró y recupero su felicidad.

MORALEJA

El único paso vital en tu camino hacia la iluminación es este: aprende a dejar de identificarte con tu mente. Cada vez que creas una brecha en el fluir de la mente, la luz de la conciencia se vuelve más fuerte.

La habilidad para ceder, para fluir sin rigidez, para ir con la corriente en vez de contra. Es el poder que logra el cambio mediante el esfuerzo sin esfuerzo.