Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No rechaces: no reflexiones de ella. Simplemente obsérvala. La observación es el camino a la no-mente.
Ni una sola piedra de programación mental quedará al ser manifestada la verdad. Mira, observa, examina, explora... y tu mente se hará viva y despierta.