Amar sin apego
Dhyan o Zen es un camino hacia la paz interior con base en la meditación serena y en una vida de amor y desasimiento con una conciencia despierta.
GONZALO GALLO
Dhyan (atención o concentración)
En sánscrito, la palabra dhyan significa atención o concentración y de ella proviene el término zen. Con el tiempo, la palabra dhyan pasó a ser ch'an en chino y zen en japonés. Zen es un camino hacia la paz interior con base en la meditación serena y en una vida de amor y desasimiento. Dhyan o zen es estar en el ahora y disfrutarlo plenamente, es amar libremente con una conciencia despierta.
Difícil intento en medio del agite, las carreras, el ruido y el empeño obsesivo por el poder o por manipular. Tú te amas y eres inteligente si creas el hábito de detenerte, vivir el instante, y vives relaciones sin cadenas.
A la mente le fascina flagelarse con el ayer o sufrir con el mañana, mientras la vida se escapa en el ahora. Tu felicidad crece cuando prescindes de todo lo que te atrapa en el plano material, aquietarte y trascender.
La paz de tu alma está en cultivar la aceptación y el desapego, y no estar atado a nada ni a nadie. Algo que solo alcanzas si te amas mucho y no pones tu felicidad fuera de ti mismo. No sufres con el apego si tomas conciencia de la impermanencia de todo, y prefieres ser a tener.
Detrás del apego hay miedos y detrás del miedo una fe débil y un amor precario. Cuando eres capaz de renunciar a todo sin quejarte o deprimirte, entonces todo lo tienes y fluyes en la vida. Jesús, Buda y Lao Tse, amaban sin amarras, porque el amor llenaba las todas sus vidas y su corazón.
Un maestro de desapego fue el filósofo Diógenes, y lo demostró ante Alejandro Magno: "Pide lo que quieras", le dijo el emperador. "Solo te pido que te hagas a un lado para poder gozar del sol", respondió Diógenes.
Otro gran maestro del desasimiento fue Francisco de Asís y por eso, decía: "cada vez deseo más poco, y lo poco que deseo lo deseo poco".
El amor genuino es libre y liberador, el amor genuino nunca es posesivo, es inmensamente respetuoso. El amor que ilumina la vida respeta la autonomía de los demás y nunca posee ni manipula. ¿Así es como amas? Para lograrlo, primero elige quererte mucho y aprender a manejar la soledad.
Solo puedes amar cuando no tienes miedos, y aceptas que el otro se puede ir sin que te deprimas. Lo amas, pero no lo necesitas para ser feliz, porque eres feliz sin apegarte y sin depender. ¿Qué pierdes cuando te aferras a los que dices amar como se pegan las parásitas a un árbol?
Sacrificas tu felicidad, pierdes tu libertad, sufres en demasía y también haces sufrir. Un amor posesivo frena tu proceso y el del otro. Por eso, necesitas cultivar un amor sin atadura y aceptar que cada ser es independiente. No es fácil, pero ese es el camino y lo logras con una vida espiritual intensa, en la que Dios llena de tal modo tu vida que no te ves impelido a paliar vacíos emocionales con relaciones dependientes y sufrientes.