Absorberse en la contemplación - Atención
Schopenhauer explica la diferencia entre el mero talento y el auténtico genio. Hace evidente que la genialidad es algo sumamente raro y maravilloso.
PIJAMASURF
EL AUTÉNTICO GENIO
Schopenhauer explica la importante diferencia entre el mero talento y el auténtico genio. La tersa definición del genio hace evidente que la genialidad es algo sumamente raro y maravilloso.
Arthur Schopenhauer murió un día como hoy en 1860, lo cual es un buen pretexto para recodar a este genial filósofo. Schopenhauer escribió su obra maestra El Mundo como Voluntad y Representación antes de cumplir 30 años. Este libro sería central en la maduración intelectual de filósofos como Nietzsche y Wittgenstein y admirado por escritores como Borges o el psicólogo Carl Jung. Aunque Schopenhauer es recordado como el gran pesimista, escribió con exaltación sobre el arte, particularmente la música, donde encontró significado o al menos sosiego de un mundo de fuerzas brutales que tienden a la aniquilación. En su obra maestra encontramos ciertos pasajes de gran claridad en los que el filósofo describe la genialidad, esa que podemos encontrar en un Mozart o en un pensador como el mismo Schopenhauer y que se distingue del mero talento.
Solo a través de la contemplación pura... pueden las Ideas comprenderse; y la naturaleza del genio consiste en la capacidad preeminente para dicha contemplación...El genio es la facultad de continuar en un estado de percepción pura, de perder el yo en esa percepción, y de enlistarse en el servicio del conocimiento que originalmente solo existía para el servicio de la voluntad; eso es decir, el genio es el poder de hacer a un lado los propios intereses, deseos, y objetivos, y por lo tanto renunciar a la propia personalidad por un tiempo, para permanecer puro sujeto cognitivo, visión clara del mundo; y esto no solo a ratos, sino por un periodo suficientemente largo, con suficiente conciencia, para permitir que uno reproduzca de manera deliberada lo que ha sido aprehendido.
En cierta forma este poder de la genialidad nos recuerda la noción de atención que aparece en William James y en Simone Weil: absorberse en la contemplación, trascendiendo las distracciones egoístas. La filosofía de Schopenhauer surge en el milieu del idealismo alemán, y algo de esto persiste en Schopenhauer, si bien con calificaciones. Podemos notarlo en consideración de que la genialidad consiste en la contemplación de las ideas eternas, por lo cual la imaginación es esencial para la genialidad. Atención e imaginación hacen al genio.
La imaginación entonces extiende el horizonte intelectual del hombre de genio más allá de los objetos que se le presentan en actualidad, tanto en relación a cantidad y cualidad. Por lo tanto una fuerza de imaginación extraordinaria acompaña, y de hecho es necesaria para la condición de la genialidad.
Schopenhauer aclara que si bien la genialidad requiere de imaginación, una persona imaginativa no es necesariamente genial, pues puede ser simplemente fantasioso y demás. Por último Schopenhauer marca la diferencia entre un hombre de talento y uno de genio en el hecho de que el hombre de talento se concierne meramente con los acontecimientos propios del espíritu de su tiempo, dedicándose a las necesidades circunstanciales, contribuyendo al avance de disciplinas especializadas. Pero su trabajo es contingente a una época y reemplazable. El hombre de genio, por otro lado, ilumina su era como un cometa en los trayectos planetarios. No va en orden con el curso regular de la cultura de su tiempo. El genio trasciende no solo la capacidad de lograr algo de los demás, sino también su capacidad de aprehensión. Es decir, mientras que el hombre de talento es solo alguien que puede hacer algo mejor que los demás, el hombre de genio hace algo que los demás ni siquiera pueden aprehender o concebir del todo. El hombre de genio es como el arquero que da en un blanco... que otros ni siquiera pueden ver. Esto obviamente explica porque la mayoría de los genios no son entendidos y celebrados en vida. Algo que le ocurrió al mismo Schopenhauer, quien solo fue apreciado como filósofo en los últimos años de su vida.