POR: OSHO
La filosofía Zen tiene una peculiar y antigua tradición relacionada a la pintura.
Pintura de bambúes Experimentar para conocer requiere mucho más que vincularse con algo. Implica ser ese algo. Ejemplo: es ridículo preguntar cuál es la relación entre el hombre y la naturaleza, porque el hombre es la naturaleza. ¿O cómo existe el ser humano? En ocasiones, la falsa personalidad y la conducta social nos llevan a olvidar ciertas cuestiones, como nuestra pertenencia a la naturaleza.
LOS BAMBÚES
A continuación uno de los relatos de OSHO nos ayudará a comprender.
La filosofía Zen tiene una peculiar y antigua tradición relacionada a la pintura. Resulta que un maestro Zen estaba encargado de instruir a un discípulo que aprendía pintura, como vía también para la meditación. Este discípulo tenía una obsesión con los bambúes. Estaban presentes en todas sus pinturas. El maestro explicó al discípulo que, a menos que se transformara en un bambú, nada lograría.
Pasaron más de diez años y el alumno era un experto absoluto en el dibujo de bambúes. Se dice que los pintaba perfectamente incluso con sus ojos vendados o sin luz. Pero aun así, el maestro no aprobaba su trabajo. Lo consideraba incompleto.
El maestro insistía, ¿cómo podrás dibujar realmente un bambú si no te transformas en él? Si observas al bambú, si lo conoces bien pero desde afuera, eres tan solo un espectador. Los ves, nada más. Hasta que no seas un bambú y sientas como él, no habrás visto su alma, solo su cáscara está ante tus ojos.
Diez años de esfuerzo no eran nada para el maestro, pues sabía que joven pintor no había alcanzado el verdadero objetivo. Luego de tanto esfuerzo pero sin la aprobación del maestro, el muchacho se alejó y se perdió en un gran bosque de bambúes. No se presentó por casi 3 años. Todo ese tiempo viviendo en el bosque. Luego el maestro se enteró que el joven se había transformado finalmente en bambú. Ya no pintaba, solo era uno más entre los bambúes. Se mojaba igual que ellos con la lluvia y el viento lo mecía igual que a los bambúes.
El maestro quiso saber más y lo fue a buscar. Comprobó que el rumor era cierto. Su discípulo er ahora un bambú. Entonces el maestro le dijo Bien, ahora olvida todo esto sobre el bambú y tu persona
El discípulo desorientado preguntó con sorpresa: ¿Pero no es esto lo que querías?
Lo logré, ¡me transformé en un bambú!
Pero el maestro insistió. Olvídalo. Olvida incluso lo que yo dije. Porque si no lo haces, seguirá siendo una barrera, seguirás teniendo distancia con el bambú. Estarás separado del bambú y pensarás que te has transformado en él. Un perfecto y verdadero bambú no recuerda.
Pasados otros diez años sin conversaciones o dibujos sobre bambúes, el maestro habló con su discípulo sobre el tema. Le dijo que ahora sí podía pintar bambúes, porque se había transformado en uno y luego lo olvidó por completo. Esto significa que su pintura no solo será arte, sino auténtico crecimiento.
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