La iluminación espiritual

El sistema del mundo y el sistema de Dios

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; El sistema del mundo y el sistema de Dios; Patrocinio Navarro

EL ESTADO DE LOS DEMONIOS

El Sistema que rige el mundo es lo que hemos creado entre todos, pero cada vez nos gusta menos y crece la resistencia en todas partes ante el nefasto resultado de nuestra propia obra. A los resistentes, quienes gobiernan nos llaman "antisistema". La palabra antisistema, tan frecuente en los medios de comunicación, es presentada como una amenaza colectiva por el Sistema financiero-político- militar-clerical-industrial que dirige el mundo, comandado por sus representantes y siervos en los diversos ámbitos. Muchos de estos son fácilmente intercambiables por las jerarquías satánicas a las que sirven, tanto más fácilmente cuanto más abajo se hallen en el escalafón del poder. Otros, precisamente las más altas jerarquías, permanecen activos a través de ellos y de quienes les sirven, envidian o imitan. Y ¿quién les otorga ese poder? Todo aquel individuo que emite energía negativa en forma de envidia, odio, codicia violencia, etc...

Las altas jerarquías de las sombras son, pues sus verdaderos jefes, que no la voluntad de Dios, como quieren hacernos creer como fuente de su poder los que ocupan los altos sillones. Ellos no sirven a Dios porque están contra la verdad, la justicia y la bondad que son cualidades de Dios. Recordemos que una de las mayores falacias que han inventado los más altos servidores del Sistema demoníaco que rige el mundo es esa de que su poder viene de Dios, o que es voluntad de Dios que tengamos que obedecerles o que vivamos mal, enfermos, o en la pobreza. Con esa excusa han venido justificando sus abusos y crímenes de todo tipo a lo largo de la historia hasta hoy mismo ejércitos de reyes, papas, príncipes, dictadores y gentes de ese nivel. Pero la única fuente de la que proviene su poder es el mundo satánico, son los príncipes de las sombras, cuyo lema es siempre el mismo: ata, separa, domina. Miren un simple diario y observarán como esos son los juegos de los poderosos. Estos tres principios que Cristo denuncia como pertenecientes al Estado de los demonios (*), vienen siendo aplicados sistemáticamente a través de los milenios por los poderosos de este mundo ya sean gobiernos, castas sacerdotales, iglesias, ejércitos, bancos, partidos políticos o ricos en general. Por tanto, quede claro una vez más, que el mundo demoníaco, y no Dios, es el que coloca en los altos sillones de mando de este mundo a sus servidores, para vivir de su energía y de la energía de aquellos que se dejan seducir y les imitan, ya se llamen súbditos, ciudadanos, feligreses, soldados, y cualquier agrupación de seres humanos que viva bajo la misma atenta vigilancia de cualquier pastor como parte de su rebaño.

Si llamamos Sistema a la vida tal como la vemos organizada en la naturaleza y en todas sus formas de vida, observamos la verdadera fuente del Poder, del poder que armoniza, del poder que une y hace progresar la evolución con su impulso de la vida en el universo, que no es otro que el impulso del amor de Dios, la vida en el universo. Quien se coloca contra este impulso, Dios, se coloca contra su creación que es Su Sistema en este mundo; y ese es un verdadero y genuino antisistema, y no los que éste dice refiriéndose a los que denuncian sus desmanes contra la naturaleza, contra los animales y contra sus semejantes. El verdadero antisistema es el que se enfrenta al Sistema universal y sus leyes propias como son los Diez mandamientos y el Sermón de la Montaña que nos trajo Jesús el Cristo, que permanecen inalterables siglo tras siglo. Todos los demás, los sistemas de este mundo, cambian de manos y de leyes y lo único permanente es su maldad expresada en sus tres principios. Por tanto quien se coloca frente al Sistema divino y Sus leyes, repito, ése es el verdadero, el genuino antisistema, y ese sí que es una amenaza para el resto porque suele aspirar a tener poder, dinero y prestigio como su gran meta existencial.

El término antisistema, despolarizado, se viene aplicando a diario por los poderes de este mundo a todos aquellos que se manifiestan en contra de sus crecientes abusos de todo tipo. El que denuncia estos abusos es calificado como enemigo del sistema o antisistema en lugar de lo que es en verdad: enemigo de la maldad, del engaño, de la sumisión, de la violencia, de los recortes de derechos humanos y sociales, del fanatismo, y de todo cuanto constituye el alma negra del sistema político. militar- financiero-clerical-militar-industrial que organiza nuestras sociedades y que, repito, es un sistema contra Dios.

Así que se trata de que estamos inmersos en una auténtica batalla que no solo es física, que no solo sucede en las calles o lugares de trabajo donde muchos protestan, sino el interior de la conciencia personal, donde cada uno elige a qué sistema servir: o al divino y sus leyes espirituales, o al humano y las suyas. y esta elección es decisiva, porque lo que se elige es ser libre o siervo.

Naturalmente, los encubridores de la verdad, los voceros del esclavismo y sus jefes de todo tipo nos dicen cada día a través de sus grandes altavoces mundiales que solo con ellos es posible la libertad, que nos van a traer paz, seguridad, progreso bienestar. Y mientras dicen, cada uno de estos grandes feudales arroja, sobre la parte de humanidad que controla, todo lo contrario a lo que promete: esclavitud laboral, pobreza, guerras, inseguridad, terror y toda la clase de males que pueden aportarle al feudal de turno más poder, más riqueza y más prestigio. Esa es la energía que emiten al mundo de las sombras que les protege. Y sus jefes de la sombras utilizan un poco de esa energía que reciben para darles poder y protección mientras les sean útiles.

Aquellos que decimos estas y parecidas cosas, y que la prensa muestra a diario, somos descalificados por el poder mundial, tachados de fanáticos, sectarios, revolucionarios peligrosos o- lo más común- de antisistema, precisamente por ellos que son, en grado extremo, fanáticos, sectarios y todo lo demás. Denunciados, ninguneados, silenciados y perseguidos, porque no aceptamos que las crisis, las guerras, el hambre, la explotación, y demás miserias de este mundo sean producto de la casualidad, de una mala racha o de la mejor o peor voluntad o atino de quienes gobiernan, sino consustanciales al sistema del poder mundial. Este no podría existir sin el apoyo de quienes le imitan en cualquiera de sus manifestaciones, como los egocéntricos, los ambiciosos, los envidiosos, los violentos y ávidos de reconocimiento y riquezas que se hallan entre nosotros, si es que no somos por nuestra parte uno de ellos en algún aspecto o medida. Estos auténticos centros emisores de energía negativa alimentan por igual tanto a los malvados que se sientan en los altos sillones del mundo como a sus señores de las sombras.

Ser antisistema es tener un modo de pensar, sentir y actuar con valores-antídotos del veneno del Sistema demoniaco que comanda la presente sociedad humana. Valores como bondad, altruismo, compasión y amor son claves para conseguir que este mundo se transforme en otro donde primen esos valores que no pueden producir más que felicidad, prosperidad, cooperación desinteresada y en general comportamientos que este Sistema quiere evitar, porque sus servidores saben que esos valores representan la mayor amenaza para su poder. Por eso se teme a los que llaman antisistema y se procura aislarlos y desacreditarlos. Sin embargo, cada vez les es más difícil engañar a los pueblos: por sus frutos les conocemos ya de sobra, y los pueblos, cada vez se muestran más reacios a callar y obedecer, protestan en todas partes contra sus gobiernos.


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