La iluminación espiritual

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La semilla de mostaza

POR: OSHO

Imagen; La semilla de mostaza; Osho

EL REINO DE LOS CIELOS

Es como una semilla de mostaza más pequeña que todas las semillas...

Los discípulos le dijeron a Jesús: Dinos a qué se parece el reino de los cielos. El les dijo: Es como una semilla de mostaza más pequeña que todas las semillas, pero que al caer en tierra preparada produce un gran árbol y llega a ser refugio de todos los pájaros del cielo.

Las relaciones humanas han cambiado muchísimo y han cambiado a algo peor. En todas las dimensiones las relaciones más profundas han desaparecido: la esposa ya no es más una esposa, sino una simple enamorada; el esposo ya no es más un esposo, sino un simple enamorado. La amistad es buena pero no puede ser muy profunda. El matrimonio es algo que sucede en profundidad. Es un compromiso en profundidad, y a menos que tú te comprometas, permanecerás hueco. A menos que te comprometas, nunca darás el salto.

Puedes flotar en la superficie, pero las profundidades no son para ti. Por supuesto, ir a las profundidades es peligroso -tiene que ser así, porque en la superficie eres muy eficiente. En la superficie puedes trabajar como un autómata, no es necesaria la conciencia. Pero cuanto más penetres en la profundidad, tendrás que estar más y más alerta, porque en cada momento la muerte es posible. El miedo a la profundidad ha creado una superficialidad en todas las relaciones, las cuales se han vuelto juveniles.

Un enamorado o una enamorada puede ser una diversión, pero no puede llegar a ser la puerta a lo más profundo que está escondido en todos y cada uno. Con una enamorada puedes relacionarte sexualmente; pero el amor no puede crecer, el amor necesita raíces profundas. La sexualidad es posible en la superficie, pero la sexualidad es solo algo animal, biológico. Puede ser bello si es parte de un amor más profundo, y si no es parte de un amor más profundo, es la cosa más horrible posible, la más fea; porque entonces no hay comunión -simplemente se tocan y se separan. Solamente los cuerpos se encuentran, pero no ustedes -no yo, no tú. Esto ha sucedido en todas las relaciones.

Pero la relación más grande ha desaparecido completamente, y la relación más grande es aquella entre un Maestro y un discípulo. No serás capaz de entender a Jesús si no puedes entender la dimensión de esa relación que existe entre un Maestro y sus discípulos. Eso ha desaparecido completamente. A la esposa se le reemplaza por una enamorada, al esposo se le reemplaza por un enamorado; pero la relación que existe entre el Maestro y el discípulo ha desaparecido completamente. O tal relación ha sido reemplazada por algo que es precisamente lo contrario, la relación que existe entre un psiquiatra y su paciente.

Entre un psiquiatra y su paciente existe una relación que tiende a ser enfermiza, patológica -porque un paciente no viene en busca de la verdad, realmente ni siquiera en busca de salud. Esta palabra salud (wholeness, holiness) significa totalidad, significa santidad, significa una profunda curación dentro del ser. Un paciente no viene por esta salud, porque si viene por esta salud, entonces no puede ser otra cosa que un discípulo. Un paciente viene a deshacerse de la enfermedad, su actitud es totalmente negativa. El ha venido simplemente para ser forzado a estar normal nuevamente, solo para volver a ser una pieza que funcione dentro del mundo nuevamente. Se ha desadaptado, necesita adaptación y el psiquiatra le ayuda a adaptarse nuevamente. Pero ¿adaptado a quién? Adaptado a este mundo, a esta sociedad, la cual está totalmente enferma.

Lo que tú llamas ser un humano normal no es sino la patología normal, o la locura normal, o la insanidad normal. El hombre normal también está enfermo, pero enfermo dentro de ciertos límites, límites aceptados por la sociedad, por la cultura. A veces alguien va más allá, cruza los límites -entonces se enferma. Entonces toda la sociedad, la cual está enferma, dice que ese hombre está enfermo. Y el psiquiatra existe en el límite para ayudar a que este hombre regrese de nuevo a la muchedumbre.

El psiquiatra no puede ser el Maestro, porque él mismo no está integrado. Y el paciente no puede ser el discípulo, porque no ha venido para aprender. El está perturbado y no quiere estar perturbado, su esfuerzo es solamente para adaptarse, no está en busca de salud. El psiquiatra no puede ser el Maestro, aunque está pretendiendo serlo en el Occidente y tarde o temprano él pretenderá que es el Maestro también en el Oriente. Pero no puede serlo, él mismo está enfermo. El puede ayudar a otros a adaptarse, eso está bien: un hombre enfermo puede ayudar a otro hombre enfermo -en algunas formas. Pero un enfermo no puede llevar a otro enfermo al estado de integración; un loco no puede ayudar a otro loco a salir de la locura.

Aun tus Freuds, tus Jungs, tus Adlers están absolutamente enfermos; no solo los psiquiatras comunes, sino los más grandes de ellos también están patológicamente enfermos. Te contaré unas cuantas cosas para que puedas sentir esto: cada vez que alguien mencionaba algo acerca de la muerte, Freud comenzaba a temblar. Incluso en dos ocasiones se desmayó y cayó de su silla simplemente porque alguien estaba hablando sobre las momias en Egipto. ¡Se desmayó! En otra oportunidad, también Jung estaba hablando sobre la muerte y cadáveres, y repentinamente comenzó a temblar, cayó, se desmayó, perdió el conocimiento.

Si la muerte causa tal miedo a Freud, entonces... ¿qué sucede con sus discípulos? ¿Y por qué la muerte tiene que causar tal temor? ¿Puedes concebir un Buda temeroso de la muerte? Entonces ya no sería un Buda.

Jung dijo que muchas veces había querido ir a Roma a visitar el Vaticano y particularmente la biblioteca, la biblioteca del Vaticano, que es la más grande, la que tiene los libros más secretos de todas las religiones que hayan existido -lo cual es raro. Pero cada vez que él iba a comprar el boleto comenzaba a temblar -¡solo por ir a Roma! ¿Qué le habría pasado si hubiera entrado al estado de moksha? Y él cancelaba el boleto y regresaba, nunca fue, nunca. Muchas veces lo intentó y al final decidió: No, no puedo ir.

¿Cuál es el miedo? ¿Ir a Roma? ¿Por qué un psiquiatra teme ir a Roma? Porque Roma es simplemente el símbolo, el representante de la religión; y este hombre Jung había creado una filosofía en torno a su mente, y esta filosofía tiene miedo de ser destruida. Es como un camello que tiene temor de ir a los Himalayas, porque cuando un camello llega cerca a los Himalayas, por primera vez se da cuenta de que él no es nada. Toda esta filosofía que Jung ha creado es simplemente infantil, porque el hombre ha creado sistemas tan cósmicos y vastos... y todos estos sistemas están ahora en ruinas. El miedo es: ir a Roma significa ir a las ruinas de los grandes sistemas que el pasado ha creado.

¿Qué hay de tu pequeño sistema? ¿Qué hay de ese pequeño rincón que has limpiado y decorado? ¿Qué hay de tu filosofía? Grandes filosofías se han derrumbado y se han convertido en polvo: anda a Roma, ¡ve lo que ha sucedido! Anda a Atenas, ¡ve lo que ha sucedido! ¿Dónde están las escuelas de Aristóteles, Platón y Sócrates? Todas han desaparecido y se han convertido en polvo. Los más grandes sistemas al final se convierten en polvo; todos los pensamientos finalmente demuestran ser inútiles, porque el pensamiento es algo creado por el hombre.

Solo en el no pensamiento llegas a conocer lo divino. Por medio del pensamiento tú no puedes llegar a conocer lo eterno, porque el pensamiento pertenece al tiempo. Y el pensamiento no puede ser parte de lo eterno; ninguna filosofía, ningún sistema de pensamiento puede pertenecer a lo eterno.

Ese era el temor. Por lo menos cuatro o cinco veces Jung hizo las reservaciones y las canceló. Y este hombre, Jung, es uno de los psiquiatras más grandes. Si él tenía tanto temor de ir a Roma, ¿entonces qué será de sus discípulos? Inclusive, si tú no tienes miedo, no es porque seas mejor que Jung sino simplemente porque estás más inconsciente. El estaba consciente de que en Roma su cabeza caería; que en el momento que mirase a las ruinas de todos los grandes sistemas, un temblor, un temor de muerte lo sobrecogería y se preguntaría a sí mismo: ¿Qué le sucederá a mi sistema? ¿qué me sucederá a mí?. El tembló y regresó, y en sus memorias escribió: Entonces finalmente abandoné todo el proyecto, no voy a ir a Roma.

Y esto mismo le sucedió a Freud muchas veces: él también intentó ir a Roma -entonces parece que no es solo una coincidencia- y también tenía temor, ¿por qué? Freud tenía tanta ira como tú puedes tener, Freud era tan sexual como tú puedes serlo, Freud tenía tanto miedo a la muerte como tú puedes tenerlo, Freud era tan neurótico en su comportamiento como tú puedes serlo; así que, ¿cuál es la diferencia? El pudo haber sido un hombre más inteligente, tal vez un genio -podría haber ayudado un poco, pero él estaba tan ciego como tú en lo que respecta a lo supremo, en lo que respecta al mayor secreto, a la médula más interna del ser.

No, la psiquiatría no puede convertirse en religión, puede llegar a ser un buen hospital, pero no puede convertirse en el templo -no es posible. Y un psiquiatra puede ser necesario porque la gente está enferma, desadaptada, pero un psiquiatra no es un Maestro y un paciente no es un discípulo.

Y si tú vienes donde un Maestro como paciente, entonces, errarás; porque un Maestro no es un psiquiatra. Yo no soy psiquiatra. La gente viene hacia mí y dice: Estoy sufriendo de ansiedad mental, de neurosis, de angustia, de esto y aquello. Yo digo, Está bien, porque yo no voy a tratar tu ansiedad, yo te voy a tratar a ti. No me interesan tus enfermedades, simplemente me interesas tú. Las enfermedades están en la periferia, y donde tú estás no hay enfermedad.

Una vez que llegues a darte cuenta de quién eres, todas las enfermedades desaparecerán. Ellas existen básicamente porque tú has estado escondiendo el auto-conocimiento, tú has estado evitando tu ser; el encuentro básico lo has estado evitando, porque no quieres mirarte a ti mismo. ¿Por qué no quieres conocerte a ti mismo? ¿Qué te ha sucedido? A menos que estés listo para encontrarte contigo mismo, no podrás llegar a ser un discípulo, porque un Maestro no puede hacer nada si tú no estás listo a confrontarte contigo mismo. El solo puede ayudarte a que tú te encuentres contigo mismo.

¿Por qué tienes tanto miedo? Porque algo estuvo errado en algún punto en el pasado... Nace un niño: él no es aceptado tal como es, muchas cosas tienen que ser cambiadas, forzadas, tiene que ser disciplinado. Tiene muchas partes que ni la sociedad, ni los padres pueden aceptar, de tal forma que estas partes tienen que ser negadas, reprimidas; solo algunas partes pueden ser aceptadas y apreciadas. Así que el niño tiene que arreglárselas. Tiene que negar muchos fragmentos de su ser a los que no se les permite manifestarse. Tiene que negarlos tanto que él mismo llega a ser inconsciente de ellos. Esto es represión, y toda la sociedad existe en represión.

La mayor parte del ser de cada niño tiene que ser reprimido, completamente lanzado a la oscuridad. Pero esa parte reprimida se auto-afirma, trata de rebelarse, reacciona; quiere salir a la luz y tú tienes que forzarla una y otra vez hacia dentro. Por esta razón tienes miedo del encuentro contigo mismo, porque ¿qué le sucederá a la parte reprimida? Ella saldrá de nuevo, está ahí. ¿Qué le sucederá al subconsciente? Si tú te encuentras contigo mismo el subconsciente estará ahí, todo lo que has negado estará ahí, y eso te da miedo.

A menos que un niño sea totalmente aceptado tal como es, este miedo permanecerá; pero aún no ha existido ninguna sociedad que acepte al niño totalmente. Y parece que no va a existir jamás ninguna sociedad que acepte al niño totalmente, porque esto es casi imposible. Así que, más o menos, la represión estará ahí. Y todo el mundo tendrá que enfrentar, algún día, este problema de confrontarse a sí mismo.

Te conviertes en discípulo el mismo día en el que te olvidas de lo bueno y de lo malo; cuando te olvidas de lo que es aceptado y de lo que no es aceptado. Te conviertes en discípulo solamente el día en que estás listo para exponer todo tu ser a ti mismo.

El Maestro es simplemente una obstetriz. El te ayuda a pasar a través de un nuevo nacimiento, a renacer. ¿Y cuál es la relación entre un Maestro y un discípulo? Un discípulo tiene que confiar; no puede dudar, si duda entonces no puede mostrarse. Cuando dudas de alguien te cierras, no puedes expandirte. Cuando dudas... Aparece ahí un extraño, entonces te cierras a ti mismo; no te puedes abrir porque no sabes qué te va a hacer ese extraño. No puedes estar vulnerable ante él; tienes que protegerte, tienes que crear una armadura.

Con un Maestro tienes que dejar caer la armadura completamente, eso es una necesidad. Aun con un amante puedes llevar un poco de tu armadura; frente a un amado puedes no ser tan abierto. Pero con un Maestro, la apertura tiene que ser total, de otro modo nada sucederá. Si es que guardas aun una pequeña parte tuya, la relación no surgirá. Una confianza total es necesaria, solo entonces podrán ser revelados los secretos, solo entonces las llaves te podrán ser ofrecidas. Pero si tú te estás escondiendo, eso quiere decir que estás peleando con el Maestro y entonces nada puede hacerse.

Luchar con un Maestro no es la vía; entregarse es la vía. Y la entrega ha desaparecido del mundo completamente. Muchas cosas han contribuido con eso: desde hace tres o cuatro siglos al hombre se le ha enseñado a ser individualista, egoísta; al hombre se le ha enseñado a no rendirse, sino a pelear; a no obedecer, sino a rebelarse; al hombre se le ha enseñado a no confiar, sino a dudar. Ha habido una razón para eso; porque la ciencia crece a través de la duda. La ciencia es escepticismo profundo. Funciona no por medio de la confianza, funciona a través de la lógica, del argumento, de la duda: cuanto más dudas, más científico te vuelves. Tal camino es diametralmente opuesto al camino religioso.

La religión funciona a través de la confianza: cuanto más confías, más religioso te vuelves. La ciencia ha realizado milagros y esos milagros son muy visibles. La religión ha realizado milagros más grandes, pero esos milagros no son visibles. Aun si un Buda está presente, ¿qué puedes sentir? ¿qué puedes ver? El no es visible -visiblemente, él es simplemente un cuerpo; visiblemente, él simplemente es tan mortal como tú lo eres; visiblemente, él llegará a ser anciano y morirá algún día- invisiblemente, él es inmortal. Pero tú no tienes los ojos para ver aquello que es invisible, tú no tienes aquella capacidad para sentir lo más interno, lo desconocido.

Por eso es que solo los ojos que confían, poco a poco, comienzan a sentir y a volverse sensibles. Cuando tú confías, el confiar significa cerrar estos dos ojos. Por eso es que la confianza es ciega, así como el amor es ciego -pero la confianza es aun más ciega que el amor.

Cuando cierras ambos ojos ¿qué sucede? Sucede una transformación interna. Cuando cierras estos dos ojos que ven hacia afuera ¿qué le sucede a la energía que va a través de los ojos? Esa energía comienza a moverse hacia adentro. No puede fluir de los ojos hacia los objetos, cambia de dirección, hace un giro. La energía tiene que fluir, la energía no puede estar estática; si cierras una salida, comienza a buscar otra. Cuando ambos ojos están cerrados, la energía que estaba moviéndose a través de estos dos ojos comienza a regresar -sucede un cambio.

EL TERCER OJO

Y esa energía golpea el tercer ojo en ti.

El tercer ojo no es algo físico: es solo que la energía que fluye a través de los ojos hacia los objetos ahora está regresando hacia su fuente -se convierte en el tercer ojo, la tercera forma de ver el mundo.

Sólo a través de ese tercer ojo un Buda es visto; solo a través de ese tercer ojo un Jesús es percibido. Si no tienes ese tercer ojo, Jesús estará ahí, pero tú no te darás cuenta -muchos no se dieron cuenta. En su propio pueblo la gente pensaba que él era simplemente el hijo del carpintero José. Nadie, nadie pudo reconocer lo que le había sucedido a este hombre: él ya no era más el hijo del carpintero, él se había convertido en el hijo de Dios -pero eso es un fenómeno interno. Y cuando Jesús declara: Soy el hijo de lo Divino, mi Padre está en los Cielos, la gente se reía y decía: O te has vuelto loco, o eres un tonto, o eres un hombre muy astuto. ¿Cómo puede el hijo de un carpintero repentinamente convertirse en el hijo de Dios?. Pero hay una manera...

Solamente el cuerpo nace del cuerpo; el ser interno no nace del cuerpo, nace del Espíritu Santo, es de lo Divino. Pero primero tienes que conseguir los ojos para ver, tienes que conseguir los oídos para escuchar.

Y es un asunto muy delicado entender a Jesús; tienes que pasar a través de un gran entrenamiento. Es como entender la música clásica: si de pronto se te permite escuchar música clásica, sentirás: ¿Qué tontera es ésta?. Es tan delicado que se requiere un entrenamiento largo. Tienes que ser un aprendiz por muchos, muchos años, solo entonces tus oídos serán entrenados para captar lo sutil -y no hay nada como la música clásica. Entonces, la música ordinaria de todos los días, la música de películas, no es música en absoluto; es simple ruido, y además tonto.

Debido a que tus oídos no están entrenados, vives con ese ruido y piensas que es música. Pero para la música clásica necesitas unos oídos muy aristocráticos. Es necesario un entrenamiento; y cuanto más te entrenas, lo sutil se hace más visible. Pero la música clásica no es nada comparada a Jesús, porque él es la música cósmica. Tienes que estar tan silencioso que ni siquiera haya la vibración de un pensamiento, ni siquiera un solo movimiento en tu ser... solo entonces podrás escuchar a Jesús y podrás entender a Jesús, podrás conocerlo.

Por eso es que Jesús va repitiendo una y otra vez: Quienes tengan oídos podrán entenderme. Quienes tengan ojos: ¡vean! ¡Estoy aquí!. ¿Por qué él va repitiendo: Quienes tengan ojos ¡vean! Quienes tengan oídos ¡oigan!, por qué?

El está hablando sobre otra dimensión de entendimiento que solo un discípulo puede entender. Muy pocos entendieron a Jesús, está en la naturaleza de las cosas que tenga que ser así. Muy pocos -¿y quiénes son aquellos pocos? No fueron eruditos, no; no fueron profesores de las universidades, no; no fueron los tan llamados sabios, los filósofos, ¡no! Fueron gente ordinaria, corriente: un pescador, un labrador, un zapatero, una prostituta; fueron gente muy común, de lo más común, lo más común de lo común. ¿Por qué esta gente pudo entender? Debe haber algo extraordinario en un hombre común. Debe haber algo especial que existe en un hombre común y que desaparece en los así llamados extraordinarios. ¿Qué es esto?

Es la humildad, la confianza...
Porque cuanto más entrenado estás en el intelecto,
la confianza es menos posible;
cuando no estás entrenado en el intelecto,
la confianza es más posible.

Un labrador confía, él no tiene necesidad de dudar. El siembra las semillas en el campo y confía que brotarán, germinarán cuando la estación apropiada venga. Germinarán. Espera y ora, y en la estación propicia aquellas semillas germinarán y se convertirán en plantas. Espera y cree. Vive con los árboles, con las plantas, con los ríos y montañas. No hay necesidad de dudar: los árboles no son astutos, no necesitas ninguna armadura a tu alrededor que te proteja de ellos; las montañas no son astutas -no son políticos, no son criminales- no necesitas de ninguna armadura que te proteja de ellas. No necesitas de ninguna seguridad ahí, puedes estar abierto.

Por eso es que cuando vas a la montaña repentinamente sientes un éxtasis. ¿De dónde viene? ¿De las montañas? ¡No! Viene porque ahora puedes poner la armadura a un lado, no hay necesidad de tener miedo. Cuando vas a un árbol repentinamente te sientes bello. No viene del árbol, está viniendo desde dentro de ti. Pero con un árbol no hay necesidad de protegerse, puedes estar tranquilo y sentirte en tu hogar. La flor no va a atacarte repentinamente; el árbol no va a ser un ladrón, no puede robarte nada. Es así que cuando vas a las montañas, al mar, a los árboles, a los bosques, pones a un lado tus armaduras.

La gente que vive con la naturaleza es más confiada. Un país que es menos industrializado, menos mecanizado, menos tecnológico, vive más con la naturaleza, tiene más confianza en ella. Por esto es que no puedes concebir que Jesús vaya a nacer en Nueva York -casi imposible. Fanáticos de Jesús pueden nacer ahí, pero no Jesús. Y estos fanáticos son solo neuróticos, Jesús es solo una excusa. No, no puedes pensarlo... que Jesús vaya a nacer ahí, es casi imposible. Y aun si naciera ahí, nadie lo escucharía; y aun si él estuviera ahí, nadie sería capaz de reconocerlo. El nació en una época sin tecnología, sin ciencia, el hijo de un carpintero. Vivió toda su vida con los pobres, con la gente simple que estaba viviendo con la naturaleza. Ellos podían confiar.

Jesús llega al lago un día... es de mañana y el sol todavía no ha salido en el horizonte. Dos pescadores están ahí, acaban de tirar sus redes para pescar, cuando Jesús viene y les dice: ¡Miren! ¿por qué están desperdiciando sus vidas? Yo puedo hacerlos pescadores de hombres. ¿Por qué están desperdiciando su energía en pescar? Yo los puedo hacer pescadores de hombres. ¡Vengan, síganme!.

Si él te hubiera dicho eso cuando estabas sentado en tu oficina o en tu negocio, habrías dicho: ¡Fuera de aquí! No tengo tiempo, no me hagas perder mi tiempo. Pero aquellos dos pescadores miraron a Jesús, miraron a Jesús sin ninguna duda. El sol estaba saliendo y el hombre era bello, este hombre Jesús. Y sus ojos, eran más profundos que el lago; y su brillo era mayor que el del sol. Ellos arrojaron sus redes y siguieron a Jesús.

Esto es confianza, ni siquiera una sola pregunta: ¿Quién eres tú extraño?. Ellos no le conocían, no era de su pueblo; nunca le habían visto, nunca le habían escuchado. Pero era suficiente; el llamado, la invitación, fue suficiente. Habían escuchado la invitación, miraron a Jesús, sintieron su sinceridad y le siguieron.

Justo cuando ellos estaban saliendo del pueblo, un hombre vino corriendo y dijo a esos dos pescadores: ¿A dónde van? Su padre ha muerto repentinamente. ¡Regresen!. Así que ellos le dijeron a Jesús: ¿Podemos ir a casa para enterrar a nuestro padre y luego regresar?. Jesús les dijo: No se preocupen de los muertos, hay suficientes muertos en el pueblo, ellos enterrarán a su muerto. Ustedes vengan y síganme. Ustedes no necesitan preocuparse por el muerto. Y aquellos dos pescadores le siguieron.

Esto es confianza. Ellos oyeron, ellos vieron a Jesús. El lo quería así -y tenía razón: Cuando el padre está muerto ¿qué se va a hacer? Cuando alguien está muerto, está muerto. No hay necesidad de ir. Y hay suficientes muertos en el pueblo; ellos se ocuparán del resto, ellos harán los rituales, ellos enterrarán a tu padre. Ustedes vengan y síganme. Y ellos lo siguieron y nunca voltearon hacia atrás, nunca miraron hacia atrás. Confianza significa no mirar hacia atrás. Confianza significa no regresar hacia atrás.

Una mente que duda siempre está mirando hacia atrás y siempre pensando en la alternativa, siempre pensando en lo que no ha hecho, siempre pensando si es que lo hizo correcto o incorrecto: ¿Debería regresar o seguir a este loco? ¿Quién sabe? El dice que es el hijo de Dios, pero ¿quién sabe? Nadie sabe sobre Dios, nadie sabe sobre sus hijos -¡y este hombre parece ser uno de nosotros!. Pero los pescadores siguieron a Jesús.

Si sigues a un hombre como Jesús, tarde o temprano él se volverá contagioso. Pero tienes que seguirlo desde el comienzo. Tarde o temprano sentirás que es el hijo de Dios. No solo eso -a través de él te darás cuenta que ustedes también son hijos de Dios. Pero al principio tendrán que confiar; si al principio hay duda, las puertas estarán cerradas.

Esta relación entre Maestro y discípulo ha desaparecido debido a los tres siglos de éxito de la ciencia. La ciencia ha logrado tanto... y ha hecho milagros -por supuesto milagros inútiles porque no han agregado ni un solo pedacito de felicidad al ser humano, y un milagro es inútil si la felicidad no ha sido aumentada a través de éste. Por el contrario, la felicidad ha disminuido. Mientras más tecnología, más comodidad -pero menos felicidad: éste es el milagro que la ciencia ha logrado. Cuantas más cosas pueden ser hechas por artefactos mecánicos, menos necesario eres. Y cuanto menos necesario seas, más inútil te sentirás, sin sentido. Tarde o temprano el computador te reemplazará y entonces no serás necesario en absoluto; entonces podrás ir y suicidarte porque el computador lo hará todo.

La felicidad surge al sentirse necesario. Cuando eres necesario te sientes feliz porque sientes que tu ser tiene significado; sientes que tu vida tiene significado; sientes que eres necesario y que sin ti las cosas serían diferentes. Pero ahora, sin ti nada es diferente, mas bien las cosas serán mejores sin ti porque las máquinas pueden hacer todo mejor que tú. Tú eres simplemente un obstáculo, simplemente una cosa arcaica. El hombre es la cosa más obsoleta hoy en día, porque todos los años sale una nueva edición de todas las cosas: un nuevo modelo de los carros Ford, un nuevo modelo de todo. Sólo el hombre permanece siendo el modelo más obsoleto. En medio de tantas cosas nuevas, tú eres la única cosa vieja.

La mente moderna continuamente siente una falta de significado porque nadie te necesita. Aun los niños no te necesitarán, porque el gobierno, los asistentes sociales del gobierno, se encargarán de ellos. Los ancianos padres no te necesitarán, habrán entidades -del gobierno, del estado- que se encargarán de sus necesidades. ¿Quién te necesita? Y cuando sientes que nadie te necesita, que eres simplemente una carga innecesaria ¿cómo puedes ser feliz?

En la antigüedad tú eras necesario. En algún lugar, un místico judío, Hillel, quien debe haber sido un hombre de gran confianza, un hombre que oraba mucho, le dijo a Dios en su oración: No pienses que solo yo te necesito -tú también me necesitas. Sin mí no serás nada. Si Hillel no está ahí ¿quién orará? ¿Quién te venerará? Yo soy una necesidad. Así que recuerda esto: Yo te necesito, eso es verdad -tú también me necesitas.

Cuando todo el universo te necesita -aun el Dios- entonces tú tienes un sentido, un significado, una fragancia. Pero ahora nadie te necesita; puedes ser descartado fácilmente, tú no eres nada. La tecnología ha creado la comodidad y te ha hecho descartable. La tecnología te ha hecho mejores casas, pero no un hombre mejor, porque un hombre mejor necesita de alguna otra dimensión -y esa dimensión no corresponde a la mecánica. Esa dimensión es de la conciencia, no de la mecanicidad.

La ciencia no puede crear un Buda o un Jesús, pero la ciencia puede crear una sociedad en la cual un Buda será imposible. Mucha gente viene hacia mí y me pregunta por qué ahora no hay más Budas, más teerthankaras, más Jesúses. ¡Por causa tuya! Ustedes han creado tal sociedad, que se hace más y más imposible que un hombre simple pueda existir, que un hombre inocente exista. Y aun si existiera, no lo reconocerían; no es que no hayan Budas -difícil pero los hay. Puedes estar pasando junto a ellos todos los días cuando vas a la oficina, pero no puedes reconocerlos, estás ciego.

La confianza ha desaparecido. Recuerda esto: que Jesús vivió en una época de confianza, de profunda confianza. Toda su gloria, todo su significado puede ser entendido solo a través de la dimensión de la confianza.

Ahora entraremos a esta pequeña parte del dicho de Jesús: Los discípulos le dijeron a Jesús: Dinos a qué se parece el reino de los cielos. Ellos no eran preguntones, no eran gente curiosa, no iban a discutir. Su pregunta era inocente. Cuando una pregunta es inocente, solo entonces un Jesús la podrá responder.

¿Cuándo es inocente una pregunta? ¿Sabes? Si ya sabes la respuesta, entonces la pregunta no es inocente. Preguntas: ¿Hay Dios? y ya tienes la respuesta. Sabes que sí, que hay, y has venido hacia mí solo para confirmarlo. O sabes que no hay ningún Dios, y vienes para ver si este hombre sabe o no. Si es que ya tienes una respuesta, entonces la pregunta es astuta, entonces no es inocente. Entonces no puede ser respondida por un Jesús, porque un Jesús solo puede responder a la inocencia.

Cuando un discípulo pregunta, no hay respuesta en su mente. El no sabe, simplemente él no sabe, por eso es que está preguntando. Recuerda eso: cuando preguntes algo, recuérdalo bien, ¿estás preguntando porque ya tienes la respuesta? ¿Estás preguntando en base a tu conocimiento? entonces no podrá haber contacto. Entonces aun si respondo, la respuesta nunca te llegará. No estás suficientemente vacío para recibir la respuesta. La respuesta ya está ahí: ya estás prejuiciado, envenenado.

Hay dos tipos de preguntas: una que surge del conocimiento -entonces es inútil. Aquí es posible un debate, no un diálogo. Pero cuando preguntas porque no sabes, sabiendo bien que no sabes, cuando sabes que: no lo sé y preguntas, tú te has vuelto un discípulo. Ahora no va a ser una discusión. Estás sediento y estás pidiendo agua, estás con hambre y estás pidiendo comida. No sabes y preguntas; estás listo para recibir. Un discípulo pregunta sabiendo bien que no sabe. Cuando no lo sabes eres humilde. Cuando lo sabes te vuelves egocéntrico, y un Jesús no puede hablarle a los egos. Los discípulos le dijeron a Jesús -Discípulos significa aquellos que están completamente conscientes de que no saben- Dinos a qué se parece el reino de los cielos

Jesús continuamente hablaba acerca del reino de los cielos, eso creaba muchos problemas. La misma terminología creaba muchos problemas, porque la palabra reino es política y los políticos se asustaron. Por eso es que fue crucificado, porque pensaron que: Este hombre está hablando acerca de un reino que va a haber en la tierra, y este hombre está diciendo que: 'Yo soy el rey de ese reino'. Este hombre está tratando de crear una revolución, de derrocar al gobierno. ¡Este hombre quiere crear otro reino!.

El rey, el virrey, los oficiales, los sacerdotes, todos se asustaron. Y este hombre influía, porque la gente lo escuchaba; y no solo lo escuchaba -cada vez que lo escuchaba se transformaba, se encendía, era totalmente nueva, algo sucedía dentro de ellos. Así que los sacerdotes, el virrey, Poncio Pilatos, Herodes el rey, todo el gobierno, el gobierno seglar y el gobierno sagrado, ambos tuvieron miedo de este hombre. Este hombre parecía ser peligroso. Nunca hubo un hombre tan inocente como él, pero parecía tan peligroso. Fue mal entendido.

Pero siempre existe la posibilidad de que un Jesús sea mal entendido. El problema es que él tiene que usar tu lenguaje; no hay otro lenguaje, y cualquier cosa que diga tiene que decirlo con tus palabras. No hay otras palabras y tus palabras ya están demasiado recargadas; ellas ya llevan demasiado significado, ellas están demasiado recargadas. El simplemente estaba hablando sobre el reino de Dios, el reino de los cielos. Pero ¿reino? -esa palabra es peligrosa. La palabra reino sugiere algo de política.

Jesús no fue un revolucionario de este mundo.
Fue un revolucionario, un Maestro revolucionario.

Pero del mundo interno, y estaba hablando del reino interno. Pero aun los discípulos no estuvieron conscientes de lo que estaba diciendo. Cuando ustedes llegan donde un Maestro, hay un encuentro de dos dimensiones diferentes. El encuentro es tal como el encuentro del cielo y de la tierra, justo en el límite de unión. Si existe confianza podrán volar al cielo; si no existe confianza se aferrarán a la tierra. Si hay confianza desplegarán sus alas y volarán, pero si no existe la confianza entonces se aferrarán a la tierra.

Este hombre te trae un peligro. ¿Qué es el reino de los cielos? ¿Qué tipo de reino? El reino es absolutamente opuesto, diametralmente opuesto al reino de este mundo. Y Jesús lo explicó y explicó... pero difícil de hacer entender a la gente.

El dijo: En el reino de Dios, el más pobre será el más rico, el último será el primero. El hablaba exactamente como Lao Tse y era un hombre como Lao Tse. El último será el primero en mi reino de Dios. El está diciendo que el más humilde será el de mayor significado, que el más pobre será el más rico, y alguien no honorificado aquí será honorificado allá -¡todo al revés!

Tiene que ser así. Te paras a orillas de un río y el río es silencioso, no hay movimiento en el agua y miras el reflejo: está al revés. El reflejo siempre está al revés. En este mundo realmente estamos al revés, y si queremos ponerlo al derecho todo tendrá que ponerse al revés; pero eso parecerá como si todo fuera a ponerse al revés -es necesario un caos.

Buda se convierte en mendigo, en el último hombre; él era un rey, pero en el reino de Dios eso pertenece a lo último. El dejó el reino de este mundo porque el reino de este mundo es simplemente inútil, es una carga sin sentido. La llevas, pero no te nutre. Te destruye, es un veneno -puede ser un veneno muy lento de tal manera que no lo sientas.

Un hombre estaba bebiendo y otro, un amigo, estaba pasando. Así que el amigo dijo: ¿Qué estás haciendo? Eso es veneno lento. El hombre respondió: Está bien, no estoy apurado.

Lo que sea que llames vida es un veneno lento, porque finalmente llega a la muerte. Te mata, nunca hace ninguna otra cosa. Puedes no tener prisa, pero eso no cambia en absoluto la cualidad del veneno. Puede ser lento, pueda que no tengas prisa, pero aun así te matará.

El reino de este mundo pertenece a la muerte y el reino de los cielos pertenece a la vida eterna. Así que Jesús dice: Aquellos que estén listos que vengan a mí. Les daré abundante vida. Jesús pasaba por un pueblo. Tenía sed y llegó a un pozo. Una mujer estaba sacando agua del pozo y él dijo: Tengo sed, dame un poco de agua para beber.

La mujer dijo: Pero yo pertenezco a una clase muy baja y no me es permitido, y no puedo darte agua. Jesús le dijo: No te preocupes. Dame agua y a cambio yo te daré el agua de mi pozo. Y una vez que la bebas nunca más tendrás sed.

Los discípulos están preguntando: ¿Cómo es este reino de los cielos? -porque aquello que no nos es conocido, puede ser explicado solo en términos comparativos. De ahí todo los mitos. La mitología quiere decir tratar de explicar cosas que no sabes, y no puedes saber en este estado de la mente, a través de algo que sí sabes. Para tratar de explicar lo desconocido en términos de lo conocido se crea el mito llevándote algún entendimiento hasta donde estás.

El reino de los cielos no puede ser explicado directamente, inmediatamente. Es imposible. A menos que llegues ahí no hay manera de decir nada. Cualquier cosa que se diga estará errada. La verdad no puede ser dicha. Entonces ¿qué están haciendo continuamente por muchos años Jesús, Lao Tse y Buda? Si la verdad no puede ser dicha, ¿qué están haciendo? Ellos están tratando de explicarte, a través de unos símbolos que tú conoces, algo que no puede ser explicado; tratando de explicar lo desconocido en términos de lo conocido. Esto es la cosa más difícil en el mundo -parábolas, mitos, historias.

Y hay gente tonta que trata de analizar un mito, de disectar y de decir que: Este es un mito, no es la verdad. Lo analizan y disectar, le hacen una cirugía al mito y después dicen: Esto es un mito, no es historia. Nadie jamás ha dicho que eso es historia, y el mito no puede ser disectado porque es simplemente simbólico.

Es como si hubiera un hito y una flecha, y en la flecha estuviera escrito Nueva Deli, y cortas la piedra y cortas la flecha, y la pintura y los químicos y todo lo que está ahí, y dices: Algún tonto ha hecho esto -¡Nueva Deli no está ahí!.

Los mitos son hitos, son flechas señalando lo desconocido. No son las metas, simplemente indican. Eso es el significado de la pregunta de los discípulos: Dinos cómo es el reino de los cielos. No podemos preguntar qué es el reino de los cielos. Observa la calidad de la pregunta: no podemos preguntar -eso será demasiado, preguntar qué es el reino de los cielos. No podemos esperar la respuesta para eso. Sólo podemos preguntar como qué es eso... lo cual significa: Dinos algo que conozcamos que sirva como una indicación, de tal forma que podamos tener un vislumbre.

Es como el ciego preguntando cómo es la luz. ¿Cómo puedes preguntar qué es la luz cuando eres ciego? Si preguntas, la misma pregunta anula la respuesta. No puede ser respondida. La luz puede ser conocida -necesitas ojos. Pero, ¿como qué es la luz? significa: Di algo en el lenguaje del ciego.

Todas las parábolas son verdades en el lenguaje del ciego; todas las mitologías son verdades vestidas en el lenguaje del ciego. Así que ¡no las disectes! No encontrarás nada ahí. Son tan solo indicaciones. Y si confías, las indicaciones son maravillosas.

En un templo en el Japón no está la estatua de Buda. La gente entra y pregunta ¿Dónde está la estatua?. No hay estatua, pero en el pedestal hay un dedo señalando hacia el cielo -y eso es Buda. El sacerdote dirá: Esto es Buda. No sé si es que el sacerdote lo entiende o no -ese dedo señalando a la luna. ¿Qué es un Buda? ¡Simplemente un dedo señalando a la luna!

Los discípulos preguntan cómo es el reino de los cielos: Dínoslo en una parábola, en una historia en la cual nosotros, niños, podamos entender. No sabemos, no tenemos ninguna experiencia, di algo que nos pueda dar un vislumbre. Jesús les dijo: Es como una semilla de mostaza -más pequeña que todas las semillas, pero cuando cae en la tierra fértil produce un gran árbol y llega a ser el refugio de todos los pájaros del cielo.

Esto, la semilla de mostaza, Jesús lo ha usado muchísimo, por muchas razones: uno, la semilla de mostaza es la semilla más pequeña. Dios es invisible, más pequeño que lo más pequeño. ¿Desde dónde puedes ubicarlo? En el límite está la semilla de mostaza, la más pequeña; más allá de la cual no serás capaz de entender, porque más allá está lo invisible. La semilla de mostaza es el límite, lo más pequeño en el mundo de lo visible -puedes verla pero es muy pequeña. Si vas más allá, entrarás en el mundo de lo sutil, más pequeño que lo más pequeño; esto existe en el límite.

Y esta semilla de mostaza no solo es la más pequeña, sino que tiene una cualidad muy misteriosa: cuando crece se convierte en el árbol más grande. Así que es una paradoja: la semilla es la más pequeña y el árbol es el más grande. Dios es lo invisible y el universo es lo más visible; el universo es el árbol y Dios es la semilla; Dios es lo no manifestado y el universo es lo manifestado.

Si partes una semilla no encontrarás el árbol; podrás disectarla pero no encontrarás un árbol escondido ahí. Y podrás decir que no hay árbol y que la gente simplemente era tonta hablando de un gran árbol escondido en la semilla; no hay nada.

Esto es lo que los analistas siempre han estado haciendo. Tú les dices que esta flor es bella; la llevarán al laboratorio y la disectarán para buscar dónde está la belleza. Encontrarán los químicos y otras cosas, la disectarán y la examinarán y en muchos frascos etiquetarán los distintos fragmentos de una flor -pero no habrá un solo frasco en el cual se encuentre la belleza. No, saldrán del laboratorio y dirán: Deben haber estado en una ilusión, soñaron -no hay belleza. He disectado toda la flor, nada se ha omitido y no hay belleza.

Hay cosas que pueden ser conocidas solo en su totalidad; no las puedes disectar. Son más grandes que sus partes, éste es el problema -un problema básico para los que están en busca de la verdad. La verdad es más grande que la unión de todas las partes. No es simplemente la suma de las partes, es más grande que todas las partes.

Una melodía no es simplemente la suma de todas las notas, de todos los sonidos. No, es algo más grande. Cuando todas las notas se unen se crea una armonía, se manifiesta una armonía que no existía en la notas separadamente. Te estoy hablando a ti: puedes disectar mis palabras, todas las palabras pueden ser encontradas en el diccionario; pero tú no puedes encontrarme en el diccionario. Y podrás decir: Todas las palabras están ahí, así que ¿para qué preocuparse?.

Sucedió una vez: Mark Twain fue a escuchar a un amigo que era sacerdote. El amigo había insistido por muchos, muchos días. Era uno de los más grandes oradores, un orador muy poético y era muy respetado. Cada vez que él hablaba la iglesia se repletaba; pero Mark Twain nunca venía a escucharlo. El amigo insistió una y otra vez, entonces Mark Twain dijo: Muy bien, iré este fin de semana. Para ese domingo preparó lo mejor; todo lo que era bello en su mente lo preparó, porque Mark Twain iba a ir. Y Mark Twain se sentó al frente y el sacerdote dio el mejor sermón que jamás haya dado. Le dio toda su energía y estaba realmente hermoso, fue una sinfonía, fue una poesía. Pero poco a poco fue tornándose temeroso, aprensivo, porque Mark Twain estaba sentado ahí como si estuviera muerto. Ni siquiera un rayo de satisfacción había en su cara. La gente aplaudía tantas veces, estaba extática, y solo Mark Twain estaba sentado ahí sin dar ninguna indicación de que lo hubiera impresionado en alguna forma, ni negativa ni positivamente. El permanecía indiferente -y la indiferencia es más mortal que la actitud negativa. Porque si estás en contra, por lo menos tienes una actitud; si estás en contra le das cierto significado. Pero si estás indiferente, estás diciendo que eso es absolutamente inútil, ni siquiera vale la pena estar en contra.

Luego terminó el sermón. Mark Twain regresó en el carro con el sacerdote. El sacerdote no podía preguntar; permanecieron en silencio. Justo cuando Mark Twain estaba saliendo del carro el sacerdote dijo: No has dicho nada sobre mi sermón. Mark Twain dijo: No es nada nuevo. Tengo un libro en mi casa y simplemente lo has copiado de ahí. Este sermón es una copia y no me puedes engañar. Puedes engañar a esos tontos ahí en la iglesia. Yo soy un hombre de letras y estudio, y por coincidencia solo ayer en la noche estuve leyendo ese libro.

El sacerdote no lo podía creer. El dijo: ¿Qué estás diciendo? No lo he copiado de ninguna parte. ¡Es imposible!. Mark Twain dijo: Todas las palabras que has dicho están ahí y mañana te enviaré el libro. Llegó el día siguiente; le envió una copia de un gran diccionario y le dijo: ¡Ahí puedes encontrar todas las palabras!.

Esto es la mente del analista. El puede matar una poesía inmediatamente. Puede decir que es tan solo un arreglo de palabras. No puede ver entre las palabras, no puede ver entre las líneas -y la poesía existe ahí. Y la belleza existe ahí, y el éxtasis y Dios y todo lo que tiene significado siempre existe entre las palabras, entre las líneas. La semilla de mostaza es la más pequeña y contiene lo más grande. No puedes ver a Dios porque él es lo más pequeño -la semilla de mostaza- pero puedes ver el universo. Y si el universo está ahí, la semilla debe estar ahí. ¿Cómo puede haber un árbol sin su semilla? ¿Puede haber un árbol sin su semilla? Ya sea que la puedas ver o no, ese no es el asunto. ¿Puede haber este universo sin una causa final? ¿Sin su fuente? El Ganges está ahí -¿puede existir el Ganges sin tener una fuente? Y este vasto universo -¿y crees que pueda existir sin una fuente?

No solo este vasto universo... sino tal armonía en él, tal sinfonía universal, tal sistema universal. No es un caos -tanta disciplina en él, todo en su sitio correcto. Y aquellos que saben bien, dicen que este es el mejor de todos los mundos posibles; nada puede ser mejor que esto. Debe haber una semilla, pero la semilla es muy pequeña, más pequeña que la semilla de mostaza. La semilla de mostaza es usada como un mito, para indicar. Ellos eran pescadores, labradores y jardineros que preguntaban, y ellos entendían la parábola, la parábola de la semilla de mostaza.

Si tú la disectas te la perderás. Si disectas la religión, te la perderás; bien la puedes ver directamente sin disectarla o no la puedes ver. Hay una forma que utiliza la confianza: en la semilla no puedes ver al árbol, pero puedes ir y sembrar la semilla en la tierra -esto es lo que la confianza hará. Dirá: Bien, esto es una semilla; confío en que se convertirá en un árbol e iré y la pondré en la tierra. Buscaré un terreno apropiado y protegeré la semilla. Y esperaré y oraré, y amaré y esperaré; soñaré....

¿Qué más puedes hacer? Puedes sembrar la semilla y esperar y soñar, y esperar y orar. ¿Qué más puedes hacer? Entonces repentinamente un día, una mañana, despertarás y la semilla se ha convertido en algo nuevo, los germinados han brotado de la tierra. Ahora la semilla ya no es más una semilla -se está convirtiendo en un árbol. Está floreciendo.

¿Qué sucede cuando una semilla se convierte en árbol? Eso también se convierte en parte de la parábola. La semilla tiene que morir -solo entonces puede convertirse en árbol. Dios ha muerto en el universo; no puede permanecer aparte, está en el universo, está disuelto en él. Por eso es que no puedes encontrar a Dios. Vas a los Himalayas, a la Meca, a Kashi, o a cualquier parte que quieras: no lo encontrarás en ninguna parte, porque él está aquí, ¡en todas partes! -así como la semilla está ahora en todo el árbol. No puedes encontrar la semilla; la semilla ha muerto en el árbol y se ha convertido en el árbol. El Dios ha muerto en este universo, en esta existencia, y se ha convertido en el cosmos.

El no es algo separado. No es como un carpintero que hace algo y permanece separado; eso no es posible. Es como una semilla: el árbol crece de ella, pero entonces, ella desaparece en el árbol. Podrás encontrar de nuevo a Dios solo cuando este árbol desaparezca.

Los hindúes han venido diciendo que puedes encontrar a Dios -al principio de la creación, o que lo puedes encontrar al final de la creación. Al principio, cuando el mundo no existía, la semilla estaba ahí, pero tú no estabas presente -porque tú eres parte del árbol, tú eres las hojas del árbol. O él estará en pralaya cuando todo el mundo se disuelva, cuando el árbol llegue a envejecer y muera. Y esto es lo que está sucediendo con todo árbol: cuando el árbol envejece brotan nuevas semillas de nuevo, millones de semillas.

En pralaya encontrarás millones de dioses de nuevo, pero entonces tú no estarás presente, ese es el problema. Sólo hay una manera de encontrar a Dios: si lo puedes encontrar aquí y ahora en cada hoja, solo entonces podrás encontrarlo. Si estás buscando una imagen en particular, un Krishna, o un Rama, entonces no lo encontrarás. Ellos también son hojas -por supuesto más bellas, más vivas, más verdes, porque ellos han realizado a Dios, que está en todo.

Cuando Jesús dice: El reino de los cielos es como la semilla de mostaza, está diciendo millones de cosas. Eso es la belleza de una parábola; no dices nada, no dices mucho y dices muchas cosas. Cuando la semilla muere, el universo está ahí; cuando la semilla muere, el árbol está ahí. Este es el reino de Dios; aquí está el reino de los cielos. Y si lo estás buscando en alguna otra parte, estás buscando en vano. Si quieres estar en el reino de Dios, tú también vuélvete como una semilla y muere: repentinamente el árbol estará ahí. Ya no más estás tú; está Dios. Nunca encontrarás a Dios si tú eres. Dios no está ahí porque la semilla está. Cuando tú desaparezcas, Dios estará ahí; así que realmente no hay un encuentro.

Cuando tú no eres, Dios está -el vacío en tu mano, entonces Dios está ahí, no más tú... entonces Dios está ahí. De nuevo una paradoja: la semilla contiene al árbol, pero la semilla también puede matar al árbol. Si la semilla se vuelve demasiado egocéntrica, si la semilla piensa: Yo soy suficiente, y si la semilla comienza a tener miedo de la muerte, entonces su misma envoltura será su prisión; entonces su misma cáscara, que estaba protegiendo al árbol antes de que llegue al terreno apropiado, se convertirá en su prisión -y entonces el árbol morirá en la semilla.

Ustedes son como semillas que se han convertido en prisiones. Un Buda es una semilla, un Jesús es una semilla, que no es una prisión: la semilla, la cáscara ha muerto, ahora el árbol ha brotado.

El les dijo: Es como una semilla de mostaza -más pequeña que todas las semillas, pero que al caer en tierra preparada produce un gran árbol y llega a ser refugio para todos los pájaros del cielo. ...pero al caer en tierra preparada...

Una tierra apropiada es necesaria. Que muera la semilla no será suficiente -puedes morir sobre una piedra, entonces no habrá árbol, simplemente será muerte. Tienes que encontrar el terreno apropiado, la tierra correcta, ese es el significado del discipulado. Esto es un entrenamiento; el discipulado es un entrenamiento, un aprendizaje para convertirse en un terreno preparado, apropiado. La semilla está ahí pero la tierra apropiada no ha sido encontrada. Tú tienes al árbol dentro de ti, el Maestro solo puede darte la tierra apropiada. Puede prepararte, -puede sacarte la mala hierba, puede hacer que la tierra sea digna de recibir. Puede enriquecer la tierra con fertilizantes -es un jardinero.

Tú contienes todo, pero aun así necesitarás de un jardinero; de otro modo irás tirando las semillas en cualquier parte. Ellas pueden caer en el camino de cemento y morirán ahí, o caerán en la vereda y la gente las pisará y morirán. Es necesario alguien que te proteja cuando estés muriendo. Mira: Cuando nace un niño es necesario una obstetriz. Nadie dice que será bueno sin una obstetriz. Es necesario una obstetriz porque el momento es muy delicado. Pero aun más grande es el momento cuando nace la verdad; más grande es el momento cuando Dios nace en ti -más grande que todos los nacimientos. El Maestro no es más que una obstetriz.

De otro modo muchas cosas son posibles: puede suceder un aborto, el niño puede morir antes de que nazca. El Maestro está para proteger, porque el nuevo brote es muy delicado, vulnerable -cualquier cosa le puede suceder. Es muy peligroso. Pero si confías... y la confianza es necesaria, no hay otra manera. Si dudas, entonces te contraerás y la semilla nunca morirá; si confías, la semilla muere. La semilla no puede conocer al árbol, ese es el problema. La semilla quiere estar segura de que: Si muero me convertiré en un árbol -pero ¿cómo puedes darle certeza a la semilla?

Esto es lo absurdo de la fe. La fe es absurda. Quieres tener certeza de que: Puedo llegar a ser un sannyasin, puedo renunciar a todo, estoy listo para morir; pero ¿cuál es la garantía de que cuando la semilla ya no sea, aparezca el árbol?. ¿Quién puede darte la garantía y cómo puede ser dada? Y aun si se da la garantía, la semilla a quien se le dio la garantía no estará presente. ¿Y qué garantía puede demostrar a la semilla que cuando ya no esté ahí, el árbol estará en su lugar? Ninguna garantía es posible.

Por eso es que la fe es absurda: creer en aquello en lo cual no se puede creer es el significado de la fe -creer en aquello que no puede ser creído; no hay manera de creerlo pero aún lo crees. La semilla muere en profunda confianza; el árbol nace. Pero una tierra preparada es necesaria, un terreno apropiado es necesario. Todo el discipulado es solo para llegar a ser un terreno preparado.

... produce un gran árbol y llega a ser refugio para los pájaros del cielo.

Y cuando tu árbol realmente ha crecido, cuando se ha convertido en un árbol búdico, entonces millones de aves que están en búsqueda vienen y toman refugio. Bajo Jesús, muchas aves del cielo toman refugio; bajo Buda, muchas aves del cielo toman refugio. Aquellos que están en búsqueda de lo más profundo, para ellos ese árbol -el árbol búdico, el árbol crístico- se vuelve un refugio y ahí podrán sentir el palpitar de lo desconocido. Ahí podrán confiar, ahí podrán llegar a la comprensión de lo desconocido y ahí podrán dar el salto.

El reino de los cielos es como la semilla de mostaza... Tú eres el reino de los cielos, tú eres como la semilla de mostaza. Estate listo a morir, ¡prepárate para tu muerte!

Por supuesto, temblarás de miedo y aprensión. El salto va a ser difícil. Muchas veces podrás regresar, muchas veces llegarás al mismo borde y voltearás y escaparás, porque hay un abismo. La semilla solo puede conocer el abismo, la semilla no puede conocer el árbol; no hay manera para que la semilla pueda ser testigo de la germinación del árbol; no hay manera. La semilla tiene que morir y creer en lo desconocido -que eso sucederá.

Si estás listo a morir, sucederá. Anda y siembra las semillas en la tierra: cuando el árbol haya salido, entonces excava la tierra y ve dónde está la semilla; ha desaparecido, ya no está ahí. Anda y excava en un Buda, en un Jesús -no encontrarás al hombre, a la semilla. Esto es el significado de que Jesús es el hijo de Dios, ya no más hijo de José el carpintero. Porque la semilla salió de José el carpintero y de María, y ahora la semilla ha desaparecido, la cáscara ha desaparecido -y este árbol nunca vino de lo visible, es de lo invisible.

Mira a Jesús: la semilla ya no está presente, solo Dios está. Estate listo a morir para que puedas renacer. Abandona la mente, el cuerpo, el ego, la identidad -de pronto encontrarás que algo nuevo está creciendo dentro de ti: te has convertido en un útero, -estás encinta. Y estar espiritualmente encinta es el pico de la creación, porque tú te estás creando a ti mismo a través de eso. Nada se le compara. Puedes crear una gran pintura, una gran escultura; nada es comparable al hecho de crearte a ti mismo, a la auto-creación.

... pero al caer en tierra preparada... ¡estate listo a morir! Pero antes de que estés listo a dar el salto, conviértete en una tierra preparada -vuélvete un discípulo, vuélvete un aprendiz, vuélvete humilde; hazte como si tú no eres. Pronto realmente no lo serás -pero anda alistándote para eso, compórtate como si ya no eres. Entonces:

... produce un gran árbol y llega a ser refugio para todos los pájaros del cielo.

Siempre ha estado sucediendo así: estás cerca a mí; mi semilla está muerta -por eso es que estás aquí. No es por ti que estás aquí, es por mí que estás aquí. Pero decir por mí no es correcto, porque no hay mí; la semilla ha desaparecido, ahora simplemente es un árbol. Y si tienes un vislumbre de tu propia posibilidad a través de mí, el trabajo es hecho.

El reino de los cielos es como la semilla de mostaza... ustedes son las semillas, ustedes son la posibilidad de ese reino. Alístense para morir, porque esa es la única manera de renacer.


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