La iluminación espiritual

Actuar o rezar

POR: OSHO

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LA ENERGÍA DE LA ORACIÓN

La tercera energía del amor es la oración.

Las religiones y las Iglesias organizadas la han destruido. Os han dado oraciones prefabricadas. La oración es un sentimiento espontáneo. Deja que tu oración sea un fenómeno espontáneo. Si ni siquiera tu oración es espontánea, entonces ¿qué más puede ser espontáneo? Si tienes que ser prefabricado incluso con Dios, ¿cuándo vas a ser auténtico, sincero y natural?

Di las cosas que te gustaría decir. Habla con Dios como si hablaras con un amigo muy sabio. No lo conviertas en algo formal. Una relación formal no es una relación en absoluto. ¿También te has vuelto formal con Dios? No tienes espontaneidad.

Incorpora el amor a tu oración. ¡Entonces podrás decir algo! Es hermoso, es un diálogo con el universo.

Pero ¿te has dado cuenta? Cuando realmente eres espontáneo, la gente cree que estás loco. Si te pones a hablar con un árbol, una flor o una rosa, la gente pensará que estás loco. Si vas a una iglesia y te pones a hablar con la cruz o con una imagen, nadie pensará que estás loco creerán que eres muy piadoso. Estás hablando con una piedra en el templo y todo el mundo cree que eres piadoso, porque ésta es la forma autorizada.

Si hablas con una rosa que está mucho más viva que cualquier imagen de piedra, que es mucho más divina que cualquier imagen de piedra... Si hablas con un árbol que está mucho más enraizado en Dios que cualquier cruz, porque la cruz no tiene raíces, está muerta. Un árbol está vivo, tiene raíces que bajan a las profundidades de la tierra, tiene ramas que surcan los cielos, está conectado con la totalidad, con los rayos del sol, con las estrellas; ¡habla con los árboles! Ése puede ser un punto de contacto con lo divino.

Pero si hablas así, la gente pensará que estás loco. Toman la espontaneidad por locura. Creen que las formalidades son sanas. Y la realidad es justo lo contrario. Si entras en un templo y repites una oración de memoria eres tonto. ¡Ten una conversación de corazón a corazón! La oración es hermosa, a través de ella empezarás a florecer.

La oración es estar enamorado, enamorarse de la totalidad. Es un bello gesto, no estás muerto. A veces dejas totalmente de rezar, porque rezas pero Dios no te escucha. Se trata de una relación en la que estás muy implicado, te enfadas. A veces te sientes muy bien, estás agradecido, das las gracias; a veces te desanimas.

Pero deja que sea una relación viva. Entonces, será una oración sincera. Repetir todos los días— lo mismo como si fueses un gramófono, no es rezar.

La oración debería ser una experiencia viva, un diálogo de corazón a corazón. Y si es de corazón, pronto sentirás que no solo estás hablando, sino que la respuesta está ahí. Entonces, la oración ha alcanzado su madurez. Cuando sientes la respuesta, cuando sientes que no estás hablando tú solo —si es un monólogo sigue sin ser una oración—, entonces se convierte en un diálogo. No solo hablas, sino que escuchas.

Y toda la existencia está preparada para responderte. Cuando tu corazón se abre, la totalidad te responde.

ORAR

El orar no va a cambiar a Dios.

Orar es sentir, fluir con la naturaleza. Si quieres hablar, habla, pero recuerda que el hecho de hablar no va a afectar a la Existencia. Te afectará a ti y puede que esto sea bueno, pero la oración no va a cambiar la mente de Dios. Puede que te cambie a ti, pero si no te cambia, entonces es un truco. Puedes seguir rezando durante años, pero si no te cambia, abandónala, tírala; es basura, no acarrees con ella ya más.

El orar no va a cambiar a Dios. Tú siempre piensas que si rezas, la mente de Dios cambiará, que El te será más favorable, que se inclinará más de tu lado. ¡No! El cielo inmenso, la Totalidad, solamente puede estar contigo si tú estás con ella. No hay otra forma de rezar.

Yo también sugiero que reces, pero el orar debería ser un fenómeno energético, no un fenómeno de devoción a Dios; un fenómeno energético. Simplemente quédate en silencio, ábrete. Levanta ambas manos, las palmas hacia arriba, la cabeza hacia arriba, hacia el cielo, y que simplemente la Existencia fluya a través tuyo. Mientras la energía, o prana, baja por tus brazos, sentirás un ligero temblor. Serás como una hoja al viento, trémula. Permítelo, ayúdalo. Deja entonces que tu cuerpo vibre de energía. Deja que suceda lo que tenga que suceder.

Después de dos o tres minutos, o cuando te encuentres totalmente lleno de energía, inclínate y besa la tierra. Vuélvete un vehículo para permitir que la energía divina se una con la tierra. Otra vez te sentirás fluir con la tierra: cielo y tierra, arriba y abajo, yin y yan, masculino y femenino. Flotas, te fundes, te abandonas por completo. Dejas de existir. Te vuelves uno, te fusionas.

Esas dos etapas deberían repetirse seis veces más, de forma que cada uno de los chakras se desbloquearan. Puede hacerse más veces, pero nunca menos de siete veces o, de lo contrario, te sentirás inquieto y no podrás conciliar el sueño. Es mejor practicar esta oración por la noche, en una habitación a oscuras, yendo a dormir inmediatamente después. O, puedes hacerlo por la mañana, pero luego deberás estar quince minutos descansando. Este descanso es necesario; si no, te sentirás como si estuvieras borracho, atontado.

Esta fusión con la energía es orar. Te cambia. Y cuando cambias, toda la Existencia cambia.

REZAR

Los pájaros no cantan por obligación.

Durante un tiempo fui profesor en un instituto de sánscrito. Como no había dependencias para los profesores y yo era el único, me albergaron en la residencia de los estudiantes. Era un instituto de sánscrito de la vieja escuela; los estudiantes tenían que levantarse todas los días a las cuatro de la mañana, darse una ducha fría y prepararse para los rezos de las cinco.

Desde hacía muchos años solía despertarme espontáneamente muy temprano, antes del amanecer. Ellos todavía no habían comprobado que yo era un profesor porque todavía no había empezado a impartir las clases. De modo que no podía trabajar y los estudiantes no tenían la menor idea de que yo era un profesor… Una vez que rezaban tenían que ducharse con agua fría en mitad del invierno obligatoriamente.

Yo les oía y pensaba: Es curioso, pues es muy probable que cuando lleven seis en este colegio no vuelvan a rezar ni a madrugar en toda su vida.

Le dije al director:

Inténtalo —le dije:

Retiró la orden y, excepto yo, no se levantó nadie a las cuatro de la mañana. Llamé a la puerta del director y él también estaba durmiendo; siempre dormía y no participaba en la oración.

Los pájaros no cantan por obligación. El cucú no es porque haya recibido una orden presidencial o porque halla una emergencia; simplemente canta porque disfruta con el sol con los árboles. La existencia es una celebración constante. Las flores no abren sus pétalos porque alguien se lo ordene, no es una obligación. Es una respuesta… una respuesta al sol, una muestra de respeto, de oración, de gratitud.

ACTUAR

Primero tienes que actuar y luego viene la comprensión.

Una vez empiezas a intelectualizar sobre la vida, comienzas a extraviarte. La vida se tiene que vivir. La vida se tiene que vivir existencialmente y no intelectualmente. El intelecto no es un puente sino una barrera... Pensar una y otra vez no es la forma. Ve directamente, sé inmediato, mira la vida, no pienses en ella.

Recuerda siempre que el menú no es la comida. Puedes estudiar el menú una y otra vez: no te servirá de mucho. Tendrás que comer, tendrás que masticar, tendrás que digerir. Tendrás que estar conectado existencialmente con tu comida, tendrás que absorberla dentro de tu ser y hacerla parte de él. No será de ayuda que estudies solamente el menú o el libro de recetas de cocina. El erudito no hace más que estudiar el menú: el erudito sigue siendo una de las personas más hambrientas que hay en la vida. Nunca ha vivido, nunca ha amado, nunca se ha arriesgado. Nunca ha actuado, nunca ha danzado, nunca ha celebrado. No ha hecho más que sentarse y pensar en la vida. El intelectual ha decidido entender primero la vida intelectualmente y luego actuar. Primero tienes que actuar y luego viene la comprensión.

Es como si alguien dijese: Primero tengo que saber qué es el amor y luego amaré. ¿cómo puedes saber qué es el amor? La única forma consiste en enamorarse; no hay otra forma. Puedes ir a la biblioteca, puedes preguntar a muchas personas, puedes consultar libros, enciclopedias y encontrarás mil y una cosas sobre el amor, pero no amor. Puedes convertirte en un gran erudito, tu mente se puede abarrotar de información, pero la información no es conocimiento.

La sabiduría no es información. Ésta te puede engañar, pero no puede engañar a la vida. En lo que respecta a la vida seguirás siendo un desierto: la flor del amor no brotará nunca en tu ser.


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