La iluminación espiritual

Recordando la inquisición

La inquisición moderna

Los medios de comunicación de todo el mundo recogieron una información que viene a confirmar descarnadamente el nivel de intolerancia de la Iglesia Católica a través del Papa Francisco en torno de las ideologías políticas de izquierda.

La inquina de la Iglesia por los rojos, como llamaba Franco a los republicanos españoles, no es algo que pueda sorprender a nadie. Pero que a estas alturas de la vida el Papa asuma ante el mundo el rol de cazador de brujas es como reavivar la inquisición para mandar a la hoguera a quienes el Vaticano incluya en la galería de pecadores contemporáneos.

El papa Francisco llamó zurdos a los detractores del recientemente nombrado obispo de Osorno, el cura chileno Juan Barros, acusado de haber encubierto casos de abuso sexuales y cuya designación ha sido duramente resistida dice una de las crónicas periodísticas basada en la información difundida por la agencia de noticias AFP.

La Iglesia perdió la libertad dejándose llenar la cabeza por políticos juzgando a un obispo sin ninguna prueba después de 20 años de ser obispo, dijo Francisco a feligreses en el Vaticano, según imágenes difundidas el sábado pasado en la página electrónica del canal chileno Mega TV.

Piensen con la cabeza y no se dejen llevar por acusaciones infundadas de los zurdos, agregó el sumo pontífice.

La grabación fue realizada por los feligreses que pidieron un mensaje del Papa para la población de Osorno, ciudad donde laicos y religiosos mostraron su repudio al nombramiento de Barros, cuestionado por sus vinculaciones con el sacerdote Fernando Karadima, un influyente formador de obispos que el Vaticano declaró culpable por abusos sexuales ocurridos en la década de los 80.

Osorno sufre, sí, pero por tonta, porque no abre su corazón a lo que Dios dice y se deja llevar por las macanas (tonterías) que dice toda la gente, aseveró el papa argentino, quien designó en enero a Barros como obispo de Osorno, ubicada a 940 km al sur de Santiago.

Mientras Barros ha negado totalmente las acusaciones en su contra, el rechazo a su designación llegó hasta el Congreso chileno, donde 51 diputados entregaron una carta de protesta al Vaticano.

El clero chileno pidió perdón en abril de 2011 por los casos de pederastia en los cuales están involucrados una veintena de sacerdotes, cinco de ellos ya condenados por la Justicia.

Macarthismo siglo XXI

Los juicios del Papa se conocieron a pocos días de su visita a Cuba, donde Francisco formuló algunas declaraciones que muchos interpretaron como la apertura de nuevos caminos hasta entonces no recorridos por la Iglesia Católica.

Este Papa es comunista llegó a decir un ex comandante guerrillero que comparó a Francisco con Jesús, a su juicio el primer comunista de la historia.

Que el Papa ahora haya usado el calificativo de zurdos para descalificar el planteo que los propios feligreses de su iglesia han hecho en Chile por la protección que el Vaticano le ha dado a un sacerdote acusado por el mismo Vaticano por abusos sexuales, pone de relieve el verdadero perfil ideológico de Jorge Bergoglio.

La exhumación del macarthismo que la Iglesia propone por boca de su máxima jerarquía constituye una grave amenaza para quienes participan en movimientos políticos de izquierda o simplemente simpatizan con ellos.

Es, sin duda, la resurrección del horror desatado por la intolerancia religiosa en los tiempos de la inquisición, cuando la Iglesia castigaba con la hoguera a las personas catalogadas de herejes. Tiempos en que las condenas se fundaban en la presunción de culpabilidad y no en la presunción de inocencia.

La historia se repite: Los herejes de ayer son los zurdos de hoy.

El pronunciamiento del Papa es toda una señal que habrá de alentar la caza de brujas, particularmente en aquellos países donde la derecha siempre busca chivos expiatorios para justificar las acciones represivas contra aquellos sectores que reclaman elementales derechos sistemáticamente negados.

Las atrocidades que produjo el macartismo en la década de los cincuenta en los Estados Unidos y en otros países que aplicaron la teoría del senador Joseph McCarthy se repitieron a lo largo y lo ancho del planeta.

Los argentinos no hemos sido ajenos a la cacería humana desatada por el macartismo criollo a lo largo de la historia, de modo especial durante el terrorismo de Estado, cuando la Iglesia bendecía o silenciaba los crímenes de la dictadura, incluso los que se cometieron contra varios de sus propios hermanos.

En aquellos años el rótulo de zurdo equivalía a una suerte de sentencia inapelable para aquellas personas marcadas por los cazadores de brujas.

El macartismo proclamado por Bergoglio no le servirá a la Iglesia Católica ni a la humanidad para transitar por los caminos de la tolerancia religiosa y política que el mundo reclama para convivir civilizadamente.