Un Rabino con sabiduría
Un rabino que vivía en una aldea de la estepa rusa. Durante años, cada una de las mañanas cruzaba la plaza de la aldea para ir a orar a la sinagoga.
ANTHONY DE MELLO
No lo sé
Erase un rabino que vivía en una aldea de la estepa rusa. Durante veinte años, todas y cada una de las mañanas cruzaba la plaza de la aldea para ir a orar a la sinagoga, y todas y cada una de las mañanas lo observaba un policía que odiaba a los judíos.
Al fin, una mañana, el policía se acercó al rabino y le preguntó adónde iba.
No lo sé, respondió el rabino.
¿Qué significa eso de que no lo sabes? Durante los últimos veinte años, te he visto todas las mañanas acudir a esa sinagoga que está al otro lado de la plaza, ¿y ahora vienes con que no lo sabes? ¡Voy a darte una lección, para que te enteres!
Y, dicho esto, agarró al viejo rabino de la barba y lo condujo así hasta el calabozo. Mientras el policía abría la cerradura de la puerta del calabozo, el rabino, mirándolo maliciosamente, le dijo:
¿Ves ahora lo que quería decir cuando te dije que no lo sabía?
Mis males son relativos
Hay una historia de un hombre que, un día, fue hasta su rabino y le dijo:
¡Rabino, tiene que ayudarme!
¡Mi casa es un infierno!
Vivimos en una habitación yo, mi mujer, mis hijos, mis cuñados y suegros.
¡Es un infierno! No hay espacio para todos. Me vuelvo loco.
El rabino sonrió y dijo:
Está bien; yo lo ayudo, pero tiene que prometerme hacer lo que yo diga. y el hombre: ¡Prometo! ¡Prometo de verdad! ¡Es una promesa solemne!
Dijo el rabino: ¿Cuántos animales tiene?
El hombre: Dos vacas, una cabra y seis gallinas.
El rabino dijo: Ponga los animales dentro del cuarto, y vuelva dentro de una semana.
El hombre no podía creer lo que oía, pero había prometido. Entonces, volvió a su casa deprimido y llevó los animales dentro de la habitación.
A la semana siguiente volvió desconsolado y dijo al rabino:
¡Estoy enloquecido!
Vaya acabar con, un infarto. Usted debe hacer algo...
Y el rabino dijo: Vuelva a casa y saque los animales. Dentro de una semana, venga a verme.
El hombre fue corriendo hasta su casa. y cuando volvió, a la semana siguiente, sus ojos brillaban, y dijo:
Rabino, la casa es una maravilla, ¡tan limpia!, ¡Es un paraíso!
No tenía zapatos y siempre estaba protestando por falta de zapatos,
¡hasta que conocí a una, persona que no tenía pies.
Vivir las experiencias que nos ofrece la vida, es obligatorio; sufrirlas o gozarlas, es opcional.