Los peligros del coaching - Advertencia
El coaching nace del fracaso de la psicología a la hora de explicar qué hacemos los psicólogos en terapia. Hemos banalizado tanto nuestro trabajo.
OSHO
El coaching
Notas de David Pulido antes de leer a Osho
El psicólogo español David Pulido escribió hace unos días para el diario El Confidencial, un fantástico artículo donde expone a modo de diálogo las principales razones por las cuales debemos desconfiar del coaching.
El coaching es para gente que no tiene problemas mentales serios, sino para problemas de la vida cotidiana.
Volvemos de nuevo a esa falsa línea divisoria que antes se trazaba entre los psiquiatras y los psicólogos y que en nada se ajusta a lo que vemos en consulta ni a la vivencia de cada persona:
¿Es que acaso un problema de ansiedad o un trastorno obsesivo compulsivo no es grave? ¿Es que una relación de pareja cotidiana o las habituales broncas con nuestro hijo adolescente no merecen ser tratadas con toda la seriedad posible? Tan erróneo es pensar que un psicólogo no puede tratar con cuadros clínicos complejos como inventarse una nueva categoría profesional si el problema es considerado más mundano.
El coaching es para dar consejos prácticos, mientras que la terapia es para la introspección.
Eso es un error clásico ya.
Es cierto que existen corrientes terapéuticas, como el psicoanálisis, que no dan pautas de manera directa pero los tratamientos cognitivos conductuales son cortos, dando un papel activo al paciente en el propio diseño de la intervención, y empezando a trabajar sobre objetivos y técnicas concretas desde la cuarta o quinta sesión. No hay nada más práctico que eso. Y además de tener respaldo científico, los estudios demuestran que los pacientes mejoran y lo hacen de manera permanente.
El coaching es ecléctico, usa lo mejor de las diferentes escuelas de psicología.
El eclecticismo ha hecho ya mucho daño a la psicología como disciplina científica como para que encima se considere una virtud.
¿Qué pensarías de un traumatólogo que, dependiendo de la parte del cuerpo que se te hubiera roto, te aplicara un antiinflamatorio, homeopatía o te hiciera la danza de la lluvia? ¿Creerías que es un profesional serio que domina un campo? ¿Confiarías siquiera que la medicina es una ciencia si cambia su marco teórico en función del criterio de quien la aplica? La psicología lleva décadas investigando, experimentando y reuniendo evidencia empírica para explicar cualquier tipo de problema con los mismos principios psicofisiológicos del aprendizaje.
Si el coaching no tiene respaldo teórico, sino tiene metodología, entonces, por qué hay tanta demanda.
El coaching nace del fracaso de la psicología a la hora de explicar qué hacemos los psicólogos en terapia.
Hemos banalizado tanto nuestro trabajo que la gente no es capaz de ver que tras cada pauta dada existe una disciplina científica detrás. Con cada aparición televisiva con un polígrafo, con cada libro de auto ayuda por autores que no ha visto un solo paciente, con cada fracaso a la hora de aunar criterios metodológicos, hemos aupado a que cualquiera se vea con la capacidad de tratar problemas psicológicos. Tras tantos mitos que hemos tenido que desmontar para acercar a la gente a las consultas ahora tenemos que coexistir con una nueva corriente terapéutica no científica. La única manera de acabar con esta penitencia es la divulgación y la ejemplaridad con la que hemos de ejercer nuestra maravillosa profesión.
Los argumentos de David Pulido son muy interesantes y ofrecen respuestas concretas a muchas de las interrogantes que la gente se hace cuando va tomar un curso de estos o va a pagar por sus servicios. También resalta la responsabilidad que tiene la psicología al banalizar el trabajo de los psicólogos de tal manera que ya la gente no sabe que es lo que realmente hacemos los psicólogos.
NO HACER NADA
Osho
Si podéis no hacer nada, eso es lo mejor.
Requiere mucho coraje no hacer nada. Hacer no requiere mucho coraje, porque la mente es una hacedora. El ego siempre anhela hacer algo… mundano, espiritual, el ego siempre quiere hacer algo. Si estáis haciendo algo, el ego se siente perfectamente bien, sano, en movimiento, disfruta.
Nada es la cosa más difícil del mundo, y si podéis no hacer nada, eso es lo mejor. La misma idea de que tenemos que hacer algo es básicamente errónea. Tenemos que ser, no que hacer. Lo único que yo le sugiero a la gente es que se ayude a conocer la futilidad de hacer, para que un día, por puro agotamiento, caiga al suelo v diga: ¡Ya es suficiente! No queremos hacer nada. Y entonces comienza el verdadero trabajo.
El trabajo verdadero es ser, porque todo lo que necesitáis ya lo tenéis, y todo lo que podéis ser ya lo sois. Aún no lo sabéis, es verdad. De modo que lo único que necesitáis es hallaros en un espacio tan silencioso que podáis caer hacia vosotros mismos y ver lo que sois.