La iluminación espiritual

Otra vez los tambores de la guerra

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Otra vez los tambores de la guerra; Patrocinio Navarro

EL OLOR A GUERRA

Los tambores de la guerra suenan sin cesar en el Mediterráneo y en Oriente. Comenzaron un día con levantamientos pacíficos en Túnez, siguieron con levantamientos pacíficos en Egipto, y se cambiaron sus gobiernos para dar paso a otros que no han dudado en congraciarse con los mismos aliados que tuvieron los anteriores y les mantuvieron en el poder hasta que les convino por razones que nunca se nos explican pero que todos sabemos. Y esas razones no parecen otras que las de dividir al mundo árabe, saquear sus recursos naturales e impedir que se unan bajo la bandera de su religión, hurgando en las heridas de su vieja división religiosa y favoreciendo con sus actuaciones la aparición de nuevos fanatismos religiosos, como es el caso del movimiento Salafista. Así se crea un nuevo elemento conflictivo entre los creyentes islámicos en el interior de cada país divididos entre moderados dialogantes y fanáticos que ponen bombas y aplican la Sharia. ¿A quién favorece esto?..¿ a Dios o al adversario de Dios?

En el principio la llamada primavera árabe pareció una revolución pacífica, pero eso era, una vez más, un truco. O si no. fijémonos en Egipto, en Túnez, o en Argelia. Y es que lo que toca es la evolución, que nace del movimiento de la conciencia por liberarse de sus ataduras,- incluidas sus ataduras religiosas,- algo que no desean los que tienen el Poder en las naciones, o aspiran a tenerlo o ampliarlo, porque su lema es el de siempre: perpetuarse enquistados en su eterno programa: "separa, ata y domina", el lema ddl adversario de Dios del que conocemos qué consecuencias suele acarrear. Una muy notable es esta de la guerra.

La penetración de mercenarios rebeldes armados en Libia alimentados por el club belicista mundial que hasta ayer eran amigos del gobierno legal libio, originó en su momento una vergonzosa guerra interna con ayuda de terceros países árabes aliados del club belicista. Hoy estos mismos quieren repetir la historia con Siria. ¿Y mañana? Porque ya Jesús nos avisó: una guerra es la semilla de la siguiente, y luego Gandhi nos habló de que el ojo por ojo puede acabar por dejarnos ciegos. Sobre el papel, y de cara a las multitudes a las que atontan, los cruzados de la guerra ensalzan a Cristo y a Gandhi, pero en realidad los desprecian.

El pacifismo, por suerte, está siendo aceptado por los pueblos como método de acción, pero no así por sus gobiernos. La inmensa mayoría de franceses está a favor de no ir a la guerra contra Siria, lo mismo que los ingleses, el sesenta por ciento de los norteamericanos, y muchos más en todo el Planeta, pero tenemos la seguridad, porque pasa siempre, que si los gobiernos instigadores de la guerra contra Siria llegan a triunfar, les da lo mismo lo que opinen sus ciudadanos. Esto muestra hasta qué punto la democracia solo es una pantomima.

Entre tanto en Bahréin, Arabia Saudí, Yemen, Egipto, Argelia y Marruecos -países donde sigue habiendo dictadores sin que eso importe al club belicista- ha corrido demasiadas veces la sangre del pueblo y se han llenado las cárceles de gentes que piden aún memos libertades que los islandeses, por poner un ejemplo de decencia social.

Todos los gobiernos de Oriente próximo y Oriente Medio bien asesorados por los especialistas en el tema, quieren evitar a toda costa una revolución que pudiera llevar a un gobierno popular, a una democracia social, y ni siquiera a una democracia participativa. De modo que no se aceptan por estos sátrapas norteafricanos apoyados-alimentados por el club belicista las exigencias que definen la frontera entre un mundo esclavizado por sus dictadores y un mundo realmente democrático del que abominan. Y si preguntamos ahora, por seguir ahondando: ¿Acaso son democráticos los gobiernos occidentales del club belicista? Diríamos enseguida desde luego que no, que solo es una fachada en el doble sentido de esta palabra, físico y el político, y que son estos demócratas de doble fachada los que mueven guerras en nombre de un pretendido humanismo pretendidamente cristiano para eliminar a quienes tienen sus propias versiones de democracia, derechos humanos y de religión. Estos cruzados de la oscuridad no son otra cosa que estados mayores de banqueros, mafiosos, burócratas diplomados, altos mandos militares y alto clero, con toda su caterva de sirvientes en prensa, radio, televisiones, cátedras, catedrales, y otras oficinas de diseño del pensamiento esclavo -llamado único- que intentan inocular en las grandes masas tanto de Oriente como de Occidente.

El tamaño de las mentiras con que los defensores de los tambores de guerra se presentan como adalides de valores humanos, pero al servicio del crimen organizado a través de algo infrahumano, como la guerra,- es directamente proporcional a dos variables: el servilismo al imperio del dólar de prácticamente todos los países del mundo, y los beneficios que se pudieran derivar una vez concluidas las guerras que se promueven como es el caso de la presente en Siria.

Estos cruzados de la oscuridad de los gobiernos occidentales que crean rebeldes, los arman y les ayudan a crecer han hecho con anterioridad cálculos de todo tipo, no solo de sus beneficios económicos inmediatos _ pues toda guerra es otro tipo de burbuja que engorda, hace engordar a algunos y estalla luego- sino de las ventajas a todos los niveles de su situación geopolítica en caso de victoria, algo casi asegurado, lo que asegura también sus beneficios económicos a largo plazo. En cualquier caso siempre se trata de lo mismo: sacar partido de las carnicerías y desgracias que van a provocar, que es lo que hacen en todas partes contra personas y animales, sin olvidar los daños que provocan en el medio ambiente sus abominables inventos de matar. Es evidente para una persona espiritual que quienes manejan los hilos de la guerra son los adversarios de Dios en todos los casos, sirvientes todos ellos del mundo demoniaco.

Un creyente en el Más Allá sabe lo que puede esperar tras su muerte física a los responsables de semejantes atrocidades cuando se tengan que ver las caras con sus víctimas. De seguro que hubieran dado mil veces todo lo que ganaron si con ello consiguieran el perdón de una sola de ellas. ¿Acaso no se recoge lo que se siembra, si hasta los refranes lo pasan de generación en generación? Quien siembra vientos, recoge tempestades, o donde las dan, las toman? ¿Acaso no es esto todo lo contrario de lo que dijo el Cristo con Quien estos cruzados de pacotilla pretenden justificar sus crímenes? ¿No habló Cristo del amor, de la paz y de la libertad? ¿No dijo Lo que Siembres, cosecharás? Y también que no será posible la paz del mundo mientras no exista la paz en los corazones de las personas que formamos la humanidad. Esta revolución de la paz y por la paz es una gran cuestión pendiente que forma parte de la verdadera y única revolución posible: la de la conciencia.

¿Y qué siembran estos matarifes de pueblos? Paz, no, desde luego, aunque hablan mucho de misiones paz y otros bla, bla, bla. ¿Qué cosecha entonces les aguarda si no cambian, si no piden perdón y reparan cuanto dañaron? Mucho sufrimiento y larga y difícil tarea tienen por delante, pero ellos pretenden vivir al día, festejar victorias imaginarias, que es lo que hacen todos los ilusos.

Es más que probable, porque ya es vieja esta conducta, que de puertas para adentro hayan destapado los cruzados neoliberales más de una botella y alzado sus copas celebrando su victoria anticipada en la próxima guerra. Mientras se nos muestran en las pantallas hipócritamente preocupados por la población civil que sufre conflictos y es gaseada (o sea por sus conflictos puestos en marcha por sus mercenarios y por sus gases fabricados en sus laboratorios) brindan sonrientes en la seguridad de que pase lo que pase, sus cuentas les saldrán redondas sobre la horizontalidad de los muertos, sin importar los que pueda haber de sus propias banderas.

Ante esto cabe preguntarse cuál sería si la respuesta de esta turba demoníaca llamada comunidad internacional ante una supuesta invasión de mercenarios pagados por una nación extranjera contra sus democráticos gobiernos con apoyo de potencias extranjeras con el mismo descaro que ellos pretenden hacer en Siria y donde toque después. ¿Imaginan una situación semejante en alguno de los Estados de la mal llamada comunidad internacional?

Y mientras redoblan los tambores en el Mare Nostrum y en Oriente, las Bolsas del mundo rico andan ávidas de guerra para subir sus beneficios a costa de sangre, ignominia y expolio. ¿Qué les importa a esas empresas que su dinero rezume sangre inocente, si es eso justo lo que quieren que pase como algo inevitable? En esto los jugadores de póker de la Bolsa se parecen a los responsables de estos gobiernos de toda la vida que presiden nuestros Parlamentos, que trabajan y organizan nuestras existencias por amor a la democracia y qué carajo, por amor a todos nosotros, los obreros, los parados, los pensionistas, los jóvenes, los hipotecados, los inmigrantes, los anti nucleares, los desahuciados, los amigos de la paz. Qué buena gente. Estas últimas, digo.


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