Milagro de panes y peces
Jesús protege los animales. Él y Juan el Bautista se unen a muchos otros judíos que reprobaban el sacrificio de animales y apoyaban el vegetarianismo.
ANDREW LINZEY
JESÚS PROTEGE LOS ANIMALES
Jesús protege los animales. Él y Juan el Bautista se unen a muchos otros judíos que reprobaban el sacrificio de animales y apoyaban el vegetarianismo.
Aunque la definición técnica de un vegetariano no sería contradicha por el hecho de multiplicar peces que ya están muertos para alimentar personas cuyo gusto no está opuesto a comer pescado, hay algunos puntos interesantes que deben observarse en esta historia.
Los discípulos preguntan a Jesús dónde conseguirán suficiente pan para alimentar a las multitudes, sin pensar nunca en comprar pescado u otros productos animales y sin sugerir jamás una expedición para pescar, a pesar de estar al lado de un mar. Además, la evidencia indica que la historia de los panes y los peces no incluyó originalmente el pescado. Por ejemplo, los primeros relatos (pre-evangelios) de este milagro no incluyen el pescado, y Jesús, cuando se refiere al milagro, habla únicamente del pan (por ejemplo, Mateo 16,9–10; Marcos 8,19–20; Juan 6,26).
Los peces fueron agregados a las historias por escribas griegos porque la palabra griega para pez, ‘ictus’, es una abreviatura de la frase Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador (Iesous Christos Theou Uious Soter). De hecho, el pez es todavía el símbolo de la cristiandad. En ésta interpretación la multiplicación representa una profecía sobre la naciente iglesia y no tiene nada que ver con comer animales.
Algunos expertos afirman además que la palabra griega para ‘alga-pescado’ (una alga seca) ha sido traducida erróneamente en esta historia como pescado. Sin lugar a dudas es más probable que la alga-pescado se encontrara con el pan en una canasta, y además ésta es todavía un alimento popular entre los campesinos judíos y árabes similares a la gente con quien Jesús hablaba.
Jesús el Misericordioso
Jesucristo nació en un pesebre, entre los animales. Él y Juan el Bautista se unieron a muchos otros judíos que reprobaban el sacrificio de animales y apoyaban el vegetarianismo. Una práctica a la que Jesús se unió para respaldar a estos judíos vegetarianos es el bautismo para el perdón de los pecados del hombre, reemplazando así la matanza de animales en el templo. Finalmente, fue crucificado por condenar la cultura del templo: la cultura de vender animales para el sacrificio. Después de la matanza los animales serían comidos. El singular acto que Jesús realizó al enfrentarse directamente con las autoridades se lleva a cabo aquí, en el matadero de la Palestina del siglo primero. Inmediatamente los escribas y sacerdotes principales se reunieron para ver la manera de acabar con él.
La evidencia de que Jesús y sus primeros seguidores eran vegetarianos es fuerte. Las elocuentes escrituras de muchos de los primeros líderes de la Iglesia dicen que, citando a San Jerónimo: Jesucristo, quien apareció cuando el tiempo se había cumplido, ha unido nuevamente el fin con el principio, así que ya no está permitido que sigamos comiendo carne animal. Considerando el predominio de santos vegetarianos sería peculiar que Jesús no fuera vegetariano.
De hecho, no existen escrituras en las cuales se diga que Jesús comió cordero, lo que él seguramente habría comido en la Pascua si no hubiese sido vegetariano. En los días de Jesús había muchos judíos que eran vegetarianos por su fe, como los hay en la actualidad. Los no vegetarianos comieron cordero en la pascua, pero los vegetarianos comieron únicamente pan ácimo (pan sin levadura), como se puede ver que hizo Jesús.
La evidencia indica que los primeros relatos acerca del milagro de la multiplicación (la historia de los panes y los peces) no incluyeron el pescado originalmente. Jesús, cuando se refiere al milagro, habla únicamente del pan (Mateo 16,9-10; Marcos 8,19-20; Juan 6,26). Los peces fueron agregados a las historias por una variedad de razones, una de las cuales es que la iglesia cristiana fue y es identificada con el pez. La palabra griega para pez, ‘ictus’, contiene las palabras que forman la frase Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador (Iesous Christos Theou Uious Soter). Los peces son un símbolo de los cristianos y la multiplicación es una profecía sobre la naciente iglesia de Cristo.