La iluminación espiritual

La elección de los ingenuos siervos

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; La elección de los ingenuos siervos; Patrocinio Navarro

LOS SIERVOS DEL PODER Y SU CANTO DEL CISNE

Habíamos coincidido en un colegio privado de ideología conservadora en una ciudad de provincias. Sus padres eran agricultores acomodados, y él era mi amigo. Mi padre, un pequeño agricultor acosado por las deudas, se había visto obligado a emigrar temporalmente a un país de la Europa del Norte que me proporcionó una beca de internado para estudiar en ese colegio a todas luces fuera del alcance de mi familia.

Pese a nuestra buena amistad, aquel chico y yo nunca nos vimos fuera de los muros del colegio, pues aunque íbamos a la par en casi todo, por ejemplo, en buenas notas que nos permitían ser considerados alumnos iguales y modélicos, fuera ya era otra cosa. Y aunque vivíamos ausentes de nuestra diferencia de clase social, otros sí lo tenían en cuenta. Por ejemplo, lo tuvieron en cuenta los buscadores de talentos de una organización religiosa ultra católica dueña de universidades y colegios de alto nivel y cuyos altos cargos pertenecían a la aristocracia de la Iglesia del dinero y del poder. De acuerdo con su familia, eligieron a mi amigo para su organización, y al terminar nuestros estudios preuniversitarios, mi amigo desapareció de mi vida para siempre.

Con los años, supe que se había convertido en clérigo y daba clases en una Universidad católica ultra conservadora, como era de suponer, dejando en mí el recuerdo de una ingenua bondad fácilmente manipulable.

La conversión de los neófitos en siervos

Vengo a contar esto, decía mi interlocutor mientras paseábamos por el campo, porque el Sistema siempre elige a quien puede serle útil para sus objetivos, y le convierte en cómplice. Con sutiles maneras, se le acerca hasta que la víctima elegida les cede su voluntad sin darse cuenta de haber caído en una red de la que jamás saldrá indemne. Una red cuya complejidad y poder depender de su antigüedad, de su riqueza y de un prestigio largamente cultivado en base a muchas mentiras y mucho teatro sobre el mismo tema: la exaltación de la propia excelencia y su indiscutible autoridad, se apasionaba en explicar mi amigo.

Una vez convertidos en servidores tras haber sido cuidadosamente observados desde jóvenes en sus centros de estudio y valorada positivamente tanto su inteligencia como su disposición a la obediencia, se les conduce paso a paso por diversas fases de aprendizaje y sumisión hasta ofrecerles puestos de responsabilidad adecuadas a sus capacidades y fines y a los que nunca podrán renunciar en el futuro sin sufrir las consecuencias, pues las cualidades que les han sido reforzadas y encauzadas en la dirección convenida y el dinero invertido en su formación, les exigen ser obedientes y guardar silencio sobre lo que ocurre en el interior de la organización que previamente les ha adoctrinado y aupado.

Si algo aprendieron de la Mafia es esto: nadie escapa sin más. Paso a paso, como en la Mafia, van acumulando conocimientos y experiencias comprometedoras ante las cuales callan y miran para otro lado o participan directamente si se les ordena, aunque sean actos contrarios a la libertad, al amor o a la justicia. Así cargan inexorablemente sus conciencias. Pero a estas alturas, sus conciencias ya han sido cubiertas de una gruesa capa de corcho y la savia del corazón no circula, por lo que es normal ver convertirse en cómplice al que un día comenzó siendo un ingenuo y disciplinado corderito adiestrado por lobos para ser uno de su manada.

Puede pensarse, continuaba mi amigo mientras mirábamos la suave danza de los árboles, que el haber vendido su alma al diablo les asegura el respeto, la consideración o la permanencia en sus puestos de privilegio. Nada de eso; pues una vez amortizados están expuestos a ser desposeídos de todo aquello por lo que fueron encumbrados, reconocidos y admirados. Piense, por ejemplo, en los cargos políticos. Pero no solo. En este año -2018- el jefe visible de la Iglesia Católica ha despedido por su relación con crímenes sexuales o por corrupción a un arzobispo, tres cardenales, varios obispos y curas. Si antaño las víctimas de la pederastia no denunciaban por miedo, ahora le escriben directamente al jefe de la Iglesia que se ve obligado a actuar ante los enormes escándalos de los clérigos de todos los niveles que vienen acumulándose durante siglos de silencio y abusos innumerables.

El Sistema es un río con varios afluentes

Podría pensarse que estas formas de maldad se limitan, como en el caso de mi antiguo condiscípulo, a una organización religiosa concreta, como la señalada. Estaríamos equivocados, pues abarca a todo tipo de organización fuertemente jerarquizada, como una empresa, un gobierno, o cualquier otra cuyos objetivos sean tres al menos: poder, riqueza y reconocimiento. ¿Y qué organización de alto nivel no persigue todo eso? Podemos hablar de las Iglesias, lo mismo que de las grandes empresas o de los partidos políticos. Todo eso da forma a esto que llamamos Sistema.

Para el Sistema, el individuo, solo cuenta por su nivel de utilidad, por su valor de uso que le convierte en valor de cambio. Sus cualidades humanas son solo válidas si son útiles, pero no lo serán siempre, pues del vértice de la pirámide hacia abajo, los más altos caen en desgracia en cuanto fallan en algo considerado muy importante para la Organización, o que pueda poner en peligro su imagen pública. Una vez amortizados, es fácil verles descender por la escala del prestigio y de la responsabilidad y hasta reducidos al silencio y al ostracismo.

Saben, mientras actúan, que pueden ser odiados, pero no les importa, porque se sienten con más poder que quienes les odian, aunque sepan que su destino, como el de toda marioneta, pende de un hilo manejado por manos que en última instancia siempre se ocultan en las sombras. Allí se esconde el vértice de la pirámide, y cuando alguien falla cumpliendo órdenes se le hace aparecer como responsable y puede ser castigado. No por actuar de un modo indecente, sino por haberse dejado ver. Los verdaderos responsables, los que dan las órdenes del más alto nivel, nunca tienen rostro, por eso siempre se las arreglan para estar fuera de discusión cuando las cosas van mal para su organización, sea un partido político, un Gobierno, una Iglesia, una multinacional o un fondo de inversión. A estos efectos, da lo mismo.

La ruptura satánica

Este proceder, según las enseñanzas cristianas originarias expuestas en El Estado de los demonios (*) es típicamente satánico y revela que pequeños y encumbrados grupos elitistas trabajan incesantemente para que este mundo organizado por ellos para el triunfo de la injusticia, la desigualdad y el desamor, sea capaz de seducir a multitudes que les admiran y sirven de buena gana, y así se perpetúa el poder de sus dirigentes, sean visibles o invisibles. Sin embargo...

Sin embargo, este poder se encuentra muy mermado hoy porque, como se afirma en el citado libro, Los demonios están divididos ante el avance imparable ya de las fuerzas del cambio de conciencia espiritual del mundo, que en esa Manifestación se atribuye al aumento de la energía espiritual de Cristo en la atmósfera del mundo y que precede a Su Segunda Venida en Espíritu.

Puede creerse o no. Lo cierto es que se están poniendo en cuestión los pilares de este mundo: la familia, el patriarcado, el machismo, la autoridad incontestada, la educación autoritaria, y la democracia del pueblo sin el pueblo. Todo ese mundo al servicio de los poderosos inevitablemente terminará a causa de los cambios en la mentalidad colectiva, cada vez más desengañada y desesperanzada de que quienes dirigen el Planeta sean capaces de mejorar nada. Esta es una muestra de que el Estado de los demonios está en horas bajas que ojalá conduzcan pronto al ansiado Reino de Paz que Cristo prometió a esta humanidad.

La tarea es cosa de todos, concluyó mi amigo.

Le di las gracias por su largo discurso. Comenzaba a anochecer y hacía rato que los pájaros habían callado. Solo el viento susurraba de cuando en cuando misteriosos mensajes apaciguadores.

(*) El Estado de los demonios, sus cómplices y sus víctimas, edit. Vida Universal.


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