Hijo del Maestro
Nadie me conoce. Nunca había estado con ninguno de ustedes, incluso todavía el domingo pasado no creía en Dios. Estaba totalmente sola en este mundo.
JBN LIE
¿QUIEN PODRÁ SER?
Todos los Domingos por la tarde, después del servicio mañanero, un Maestro y su hijo de 11 años iban al pueblo a repartir volantes a cada persona que veían. Este Domingo en particular, cuando llegó la hora de ir al pueblo a repartir los volantes, el tiempo estaba muy frío y comenzó a lloviznar. El niño se puso su ropa para el frío y le dijo a su padre, 'OK, papá, estoy listo'.
Su papá, el Maestro, le dijo, ¿Listo para qué?
- Papá, es hora de ir afuera y repartir nuestros volantes.
- El papá respondió, Hijo, esta muy frío afuera y está lloviznando.
- El niño miró sorprendido a su padre y le dijo...
- Pero Papá, la gente se esta yendo al infierno aún en los días lluviosos.
- El Papá contestó, Hijo yo no voy a ir afuera con este tiempo.
- Con desespero, el niño dijo, Papá, puedo ir yo solo? Por favor?
- Su padre titubeó por un momento y luego dijo...
- Hijo, tú puedes ir. Aquí tienes los volantes, ten cuidado.
Gracias papá !!!
Y con esto, el hijo se fue debajo de la lluvia. El niño de 11 años caminó todas las calles del pueblo, repartiendo los volantes a las personas que veía. Después de 2 horas caminando bajo la lluvia, con frío y su último volante, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a alguien a quien darle el volante, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces él se viró hacia la primera casa que vio, caminó hasta la puerta del frente, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salió.
Finalmente el niño se volteó para irse, pero algo lo detuvo. El niño se volteó nuevamente hacia la puerta y comenzó a tocar el timbre y a golpear la puerta fuertemente con los nudillos. Él seguía esperando, algo lo aguantaba ahí frente a la puerta. Tocó nuevamente el timbre y esta vez la puerta se abrió suavemente. Salió una señora con una mirada muy triste y suavemente le preguntó, 'Qué puedo hacer por ti, hijo.' Con unos ojos radiantes y una sonrisa que le cortaba las palabras, el niño dijo: 'Señora, lo siento si la molesté, pero solo quiero decirle que *DIOS TE AMA* y vine para darle mi último volante, que habla sobre EL AMOR.
El niño le dio el volante y se fue. Ella lo llamó y le dijo, GRACIAS, HIJO, y que DIOS te bendiga.
Bien, el siguiente domingo por la mañana el Maestro estaba predicando y cuando comenzó preguntó: Alguien tiene un testimonio ó algo que quiera compartir?.
Suavemente, una señora mayor se puso de pie. Cuando empezó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de sus ojos, 'Nadie me conoce. Nunca había estado con ustedes, incluso todavía el domingo pasado no creía en Dios. Mi esposo murió hace un tiempo atrás dejándome totalmente sola en este mundo. El domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón; ese día llegué al final del camino, ya que no tenía esperanza alguna ni ganas de vivir. Entonces tomé una silla y una soga y subí hasta el ático de mi casa. Amarré y aseguré bien un extremo de la soga a las vigas del techo; entonces me subí a la silla y puse el otro extremo de la soga alrededor de mi cuello. Parada en la silla, tan sola y con el corazón destrozado, estaba a punto de tirarme cuando de repente escuché el sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé, 'Esperaré un minuto y quien quiera que sea se irá'.
Yo esperé y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más insistente, y luego la persona comenzó a golpear la puerta con fuerza. Entonces me pregunté, ¿QUIEN PODRÁ SER? Jamás nadie toca mi puerta ni vienen a verme! Solté la soga de mi cuello y fui hasta la puerta, mientras el timbre seguía sonando cada vez con mayor insistencia.
Cuando el pequeño ángel desapareció entre el frío y la lluvia, cerré mi puerta y leí cada palabra del volante. Entonces fui al ático para quitar la silla y la soga. Ya no las necesitaría más. Como ven ---- ahora soy una hija feliz y creo en Dios. Hoy vine personalmente decir GRACIAS a ese pequeño ÁNGEL DE DIOS que llegó justo a tiempo y, de hecho, a rescatar mi vida de sufrimiento.'
Dios bendiga tus ojos por leer este mensaje.
Recuerda, el mensaje de DIOS puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien cerca de ti.