Herramientas para los discípulos del amor
Conoce las herramientas para ser un discípulo del amor. Aprender con este sencillo método como aceptar y asumir toda circunstancia que se presente.
GERARDO SCHMEDLING
LAS 7 HERRAMIENTAS DE AMOR
Empezar a ser discípulo de amor es aceptar y asumir toda circunstancia que se presente.
Las 7 herramientas de amor nos llevan a desarrollar la capacidad para obtener voluntariamente resultados totalmente satisfactorios en las relaciones, la salud, los recursos y en la adaptación a cualquier lugar donde nos corresponda estar, nos permiten disfrutar intensamente cada instante de nuestras vidas.
Las herramientas son:
ACEPTAR
Renuncio a cambiar a los demás, trabajo sobre mí mismo.
ASUMIR
Renuncio a culpar a los demás; asumo mis experiencias.
ACTUAR
Renuncio a agredir, actúo con serenidad y eficacia.
AGRADECER
Renuncio a sufrir por las dificultades, agradezco lo que aprendo de ellas.
VALORAR
Renuncio a quejarme de lo que tengo, lo disfruto.
RESPETAR
Renuncio a criticar a los demás y a interferir sus destinos, los acepto.
ADAPTARSE
Renuncio a huir del lugar que me corresponde, me adapto a él.
Veamos las siete Herramientas de amor:
ACEPTAR
Renuncio a cambiar a los demás, trabajo sobre mí mismo.
Una situación, significa dejar de luchar para tratar de cambiarla, por haber comprendido que la situación es un resultado de la propia actitud interna, del egoísmo que pretende cambiar a los demás para sentirse cómodo, sin hacer ningún esfuerzo para realizar el cambio interior, y adaptarse al medio, o a las personas con quienes nos corresponde compartir. Cuando se comprende, que toda experiencia es perfecta para lo que necesitamos aprender de ella, podemos aprovechar eficientemente lo que las experiencias nos están enseñando, entonces, se pueden aceptar, y al aceptarlas, las experiencias relacionadas a la dificultad ya no se repiten más.
El ignorante trata de cambiar a los demás para poder sentirse bien.
ASUMIR
Renuncio a culpar a los demás; asumo mis experiencias.
Significa dejar de culpar a nadie ni a nada, por las situaciones que nos corresponde vivir, por el resultado de las decisiones que libremente tomamos, y por los sentimientos o emociones que experimentamos, comprendiendo, que cada persona, es en sí misma, la única causa que ha generado la totalidad de las circunstancias dentro de las cuales se encuentra involucrado, pero, que al comprender cómo hizo para hacerse correspondiente con las situaciones insatisfactorias, logra hacer el cambio interior que lo vuelve correspondiente con situaciones cada vez más satisfactorias.
El ignorante culpa a los demás de sus propios resultados.
ACTUAR
Renuncio a agredir, actúo con serenidad y eficacia.
Significa que, frente a cualquier situación o circunstancia, por difícil que sea, lo único eficiente que realmente podemos hacer, es actuar con serenidad haciendo lo mejor que podamos con los elementos disponibles, y renunciar a cualquier tipo de agresión, inculpación, o culpa, tomando las medidas necesarias para que la vida continúe normalmente, sin manifestar ninguna reacción, o alteración sentimental, o emocional, independientemente de sí la situación tiene, o no tiene solución.
El ignorante oculta su incapacidad detrás de su agresión.
AGRADECER
Renuncio a sufrir por las dificultades, agradezco lo que aprendo de ellas.
Significa renunciar a sufrir por las dificultades, comprendiendo el profundo valor pedagógico que ellas tienen para reconocer nuestras propias limitaciones, y la gran oportunidad que existe en todo aquello que representa algún nivel de dificultad, porque, permite el desarrollo de las virtudes internas, que facilitan la trascendencia definitiva de cualquier dificultad asociada a las relaciones humanas, al cuerpo físico, a los recursos disponibles, o a la capacidad de aprovechar el medio dentro del cual nos corresponde actuar.
El ignorante sufre ante las oportunidades de aprender a ser feliz.
VALORAR
Renuncio a quejarme de lo que tengo, lo disfruto.
Significa mantener la capacidad de reconocer el inmenso valor que tienen todas las cosas que la vida nos ha dado, ya que, solamente podemos usar lo que tenemos, lo cual siempre es exactamente igual a lo que necesitamos, siendo siempre perfecto lo que tenemos, para el desarrollo de nuestras funciones humanas, y para el aprendizaje que necesitamos realizar en la vida.
El ignorante se queja de lo que tiene y sufre por lo que no tiene.
RESPETAR
Renuncio a criticar a los demás y a interferir sus destinos, los acepto.
Significa comprender que todas las personas tienen derecho a sus propias formas de pensar, y a tener diferentes gustos, creencias, costumbres, actitudes, comportamientos, funciones y destinos, que aun siendo muy diferentes a los nuestros, siempre son perfectos, dentro de la experiencia que a cada quien le corresponde vivir, por lo cual, renunciamos definitivamente a criticar o juzgar a los demás, y a interferir con sus destinos.
El ignorante crítica y juzga todo aquello que es diferente a el mismo.
ADAPTARSE
Renuncio a huir del lugar que me corresponde, me adapto a él.
Significa comprender, que el lugar y las circunstancias dentro de las cuales se desenvuelven nuestras experiencias de vida, al igual que las personas con quienes nos corresponde interactuar, siempre son perfectas para el propósito de amor que nos trajo al lugar y a las relaciones que actualmente tenemos, por lo cual, renunciamos a huir de las experiencias, porque sabemos que, en el momento en que cada circunstancia, lugar o relación, ya no sea más necesaria para la experiencia de alguna persona, la ley de Correspondencia, determinará un nuevo lugar, circunstancias y relaciones nuevas, diferentes y cada vez más satisfactorias.
El ignorante huye de las mejores oportunidades que la vida le ofrece.
SUFRIMIENTO Y LA ACEPTOLOGÍA
La Aceptología como ciencia, es el complemento de la Sabiduría, porque así como la Sabiduría permite reconocer el Orden del Universo, la Aceptología permite seguirlo y, entre las dos, hacen la maestría, siendo ésta la habilidad de vivir de acuerdo con la Ley del Universo, de respetar la experiencia de todo ser viviente y de no entrar en conflictos innecesarios con ninguno de ellos.
Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento. Sufres porque no aceptas lo que te va ocurriendo a lo largo de la vida y porque tu ego te hace creer que puedes cambiar la realidad externa para adecuarla a tus propios deseos y necesidades egoístas y egocéntricos.
Pero la verdad es que lo único que sí puedes cambiar es la interpretación que haces de los acontecimientos en sí, conociendo y comprendiendo cómo funciona tu mente. Si tu interpretación del hecho te reporta sufrimiento es que actúas movido por la ignorancia; si te deja paz interior o te trae armonía y satisfacción, no cabe duda de que actúas movido por la sabiduría.
Ante el sufrimiento, el miedo, la tristeza o la angustia, hazte una simple pregunta: ¿Qué es lo que no estoy aceptando? La respuesta te hará comprender que la limitación que origina todas estas desagradables reacciones está en tu propia mente y no en ninguna otra parte.
En realidad, nadie puede hacerte daño: tu ego es el que te hace reaccionar automática y negativamente ante lo que te sucede, te dicen o te hacen. Tu ego es el único responsable de tu malestar interior, por mucho que te esfuerces en buscar culpables fuera de ti mismo.
Cuando compruebas la veracidad de estas afirmaciones a través de tu experiencia personal, dejas de intentar cambiar la realidad externa para acomodarla a las exigencias de tu ego y comienzas a trabajar sobre tu realidad interna para aprender a aceptarla tal como es. A partir de entonces comprendes que has venido al mundo a aprender a ser feliz por ti mismo y a aceptar y amar a los demás tal como son.
Éste es el llamado camino espiritual.