La iluminación espiritual

Hasta que el espejismo se desvanezca

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Hasta que el espejismo se desvanezca; Patrocinio Navarro

Usurpar el nombre de cristianismo

Hemos vivido durante siglos engañados por diversos espejismos: unos camuflaban la espiritualidad bajo el ropaje de religiones paganas que acabaron por usurpar el nombre de cristianas; otros, en cambio, adoptaron el ropaje de defensores de las verdades de este mundo y del progreso material.

Es verdad que a partir de la mitad del siglo diecinueve y gran parte del pasado siglo sufrimos el espejismo del avance de una sociedad que parecía capaz de proporcionarnos un tipo de desarrollo acelerado y sin límites. La filosofía que alimentaba este avance tenía diversas vertientes. La vertiente espiritual, por así decir, era, precisamente la negación de la espiritualidad pervertida por las iglesias institucionales, la afirmación del materialismo a ultranza, la religión de la Ciencia, y la fe generalizada en una humanidad que parecía imparable en avances tecnológicos que conducirían al bienestar mundial y hasta a la inmortalidad física. Una mezcla profusa, ilusoria y confusa que puede definir bastante en ambos aspectos a la humanidad del mundo llamado civilizado.

En estos siglos últimos, mientras la mayoría de los representantes del mundo de la cultura se adherían de puertas a fuera al materialismo, los defensores de la espiritualidad libre veían en este un elemento negativo para el desarrollo de la conciencia, pues alejaba de los hombres la idea de su condición espiritual esencial y por tanto de lo sagrado cualquiera que fuese la forma que adoptase, y a la vez introducía un modelo de producción industrial que esclavizaba, arruinaba la salud y despersonalizaba aún más a las masas obreras, condenando a trabajar a niños y mujeres en horarios y condiciones propios de esclavos si no querían morir de hambre las familias. Ese ha sido el origen ilegítimo –aunque fuese amparado por leyes- de muchas grandes fortunas en estos dos últimos siglos. Sobre esa injusticia y los infinitos abusos sobre las multitudes obreras y con la injusticia social como fondo se edificó la sociedad industrial, y el modelo no ha variado en lo esencial. Todavía se sigue exigiendo a los trabajadores los frutos de su trabajo tan desigualmente repartidos, o más, que antaño. Nuevamente retrocedemos viendo arrancadas a golpes por la codicia de los poderosos las conquistas sociales tan dolorosamente conseguidas. Ahora más que nunca el sistema injusto que soportaron nuestros antepasados más recientes se ha tornado, además, insoportable, cruel, inhumano. No hay más que ver el número de desempleados, desahuciados, mal pagados y suicidas.

La anterior burguesía usaba la religión para adormecer las conciencias. Sus hijos lo hacen también con la televisión y a golpe de decretos y porras policiales. Y en esto sigue jugando un papel importante el adoctrinamiento religioso fundado en el miedo a la muerte y en la obediencia a la jerarquía de quienes aparecen como cristianos sin serlo. Basta ver el silencio de las Iglesias ante los atropellos contra sus feligreses mientras extienden su mano para recoger del César la suculenta parte del pastel que les es arrebatado y con la que podría pagarse la sanidad y la enseñanza públicas y las pensiones. Todo a la vez.
¿Y cuál era y es, entre tanto, el papel de las religiones oficiales? Para empezar, los sacerdotes y sus jerarquías nunca trabajaron ni trabajan : son parásitos sociales que siempre viven de impuestos estatales y donaciones, pero jamás producen riqueza ni siquiera espiritual, pues ni practican lo que predican ni predican lo que deben, tanta es su impostura.

No podemos perder de vista la Historia. Los servidores de un dios mixtificado, caricaturizado, bendecían con un Cristo clavado en la cruz, e ignorando Su resurrección, invasiones, genocidios y expolios colonialistas así como las prácticas del esclavismo, salvo escasas excepciones de personas, como el padre Las Casas. Hemos de recordar de pasada, que fue también en la Edad Media cuando un ejército formado por el Rey francés y el Papa exterminó en Montsegur, sin resistencia alguna ni diferencia de edad, a los cristianos originarios que habitaban en el sur de Francia y vivían y trabajaban comunitariamente como Cristo propuso. Eran vegetarianos, y pacifistas e intentaban vivir según el Sermón de la Montaña. Todavía hoy en la falsa democracia alemana, Iglesia, obispos, políticos y jueces católicos o protestantes hacen todo el daño que pueden a los cristianos que intentan seguir las enseñanzas originales de Jesús, como es el Sermón de la Montaña. La saga, pues, continúa.

Y los sacerdotes y su Papa, al igual que en Montsegur, seguirían bendiciendo durante siglos en las contiendas los cañones de los ejércitos, mientras ignoraban y condenaban, como siguen haciendo, todo movimiento de rebeldía contra este falso orden basado en la explotación y en la violencia. Y sirviendo así de tapadera moral, hacían y hacen un papel perfecto para servir al César, mientras el César les otorgaba – y otorga- privilegios, a la vez que fingía –y finge- someterse a ese dios inventado de las Iglesias – que solo sirve para desvirtuar la idea del verdadero Dios- para seguir con aparente legitimidad moral en los sillones del poder sobre multitudes adormecidas o ignorantes que creen tener dirigentes religiosos en lugar de paganos, y gobiernos capitalistas legítimos en lugar de gobiernos solo legales. Y sigue girando la rueda hasta que los que la empujan despierten de su sueño y decidan que pare. Entonces habrán descubierto que todo era un espejismo, y que perdieron mucho tiempo y vida haciendo girar la rueda de una noria que solo regaba el huerto de algún amo al que servían sin hacerse preguntas.


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