LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL

FRASES CÉLEBRES HENRY DAVID THOREAU

CITAS EXCELENTES HENRY DAVID THOREAU


Nueve decimas partes de la sabiduría provienen de ser juicioso a tiempo.

El amor no solo debe ser una llama, sino una luz.

Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad.

La ley jamás hizo a los hombres un ápice mas justos; y, en razón de su respeto por ella, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia.

Se podría definir el cielo como el lugar que los hombres evitan.

El costo de una cosa es la cantidad de aquello que yo llamo vida, necesaria para adquirirla, ya sea a corto o a largo plazo.

Lee los buenos libros primero, lo mas seguro es que no alcances a leerlos todos.

Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos.

Un hombre es rico en proporción a las cosas que puede desechar.

El mundo no es sino un lienzo para nuestra imaginación.

El hombre es el artífice de su propia felicidad.

Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, que de quien no duda nunca.

La bondad es la única inversión que nunca quiebra.

Mis pensamientos asesinan al Estado.

De que sirve una casa sino se cuenta con un planeta tolerable donde situarla.

La abundancia de una clase se compensa con la indigencia de la otra.

La sabiduría consiste en perseguir los mas excelsos fines con los mejores medios.

No hay otro remedio para el amor que amar mas.

Un cielo sin nubes es una pradera sin flores, un mar sin velas.

Hay muchos que se van por las ramas, por uno que va directamente a la raíz.

Es tan difícil verse a uno mismo como mirar para atrás sin volverse.

Se sabiamente mundano, no mundanamente sabio.

El hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir.

Si la naturaleza es nuestra madre, entonces Dios o la existencia es nuestro padre.

Nunca mires atrás a menos que estés planeando ir en esa dirección.

Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza.

Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dadme la verdad.

Tenia tres sillas en mi casa; una para la soledad, dos para la amistad, tres para la compañía.

Las cosas no cambian; cambiamos nosotros.

Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación.

Es mas deseable cultivar el respeto al bien que el respeto a la ley.

¡Como si se pudiera matar el tiempo sin insultar a la eternidad!

Cuan vano es sentarse a escribir cuando aun no te has levantado para vivir.

La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer la ley libre.

El tiempo no es sino la corriente en la que estoy pescando.

La mayoría de los hombres lleva vidas de tranquila desesperación. Lo que se llama resignación es desesperación confirmada.

Jamás halle compañera mas sociable que la soledad.

No hay peor olor que el que despide la bondad corrompida.

Lo que un hombre piensa de si mismo, esto es lo que determina, o mas bien indica su destino.

Nuestra vida siempre es malgastada por el detalle. simplificar, simplificar.

Deseo por igual ser un buen vecino y un mal ciudadano.

Si no logras convencer a una persona de lo malo que esta haciendo, procura hacer entonces lo bueno. La gente cree solo lo que ve.

Hacen falta dos para decir la verdad; uno que hable y otro que escuche.

Deja de arañar la corteza; hay fruta madura en tu frente.

Creo que deberíamos ser hombres primero y ciudadanos después.

Cualquier hombre que tenga mas razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno.

Hay mas religión en la ciencia del hombre que ciencia en su religión.

Es mas rico aquel cuyos placeres son los mas baratos.

La mayor parte de los hombres, incluso en este país relativamente libre, se afanan tanto en innecesarios artificios y labores absurdamente mediocres, que no les queda tiempo para recoger los mejores frutos de la vida.

Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas pueda de el, como es habitual en estos casos.

Me cuesta menos, en todos los sentidos, el incurrir en pena de desobediencia al Estado que el obedecer, en cuyo caso me sentiría mermado en mi propia estimación.

La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no solo no son indispensables, sino que resultan un obstáculo evidente para la elevación espiritual de la humanidad.


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