LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
La mayor parte de los hombres, incluso en este país relativamente libre, se afanan tanto en innecesarios artificios y labores absurdamente mediocres, que no les queda tiempo para recoger los mejores frutos de la vida.
La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no sólo no son indispensables, sino que resultan un obstáculo evidente para la elevación espiritual de la humanidad.
La ley jamás hizo a los hombres un ápice más justos; y, en razón de su respeto por ella, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia.
Me cuesta menos, en todos los sentidos, el incurrir en pena de desobediencia al Estado que el obedecer, en cuyo caso me sentiría mermado en mi propia estimación.
Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas pueda de él, como es habitual en estos casos.
Si no logras convencer a una persona de lo malo que está haciendo, procura hacer entonces lo bueno. La gente cree sólo lo que ve.
Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza.
El costo de una cosa es la cantidad de aquello que yo llamo vida, necesaria para adquirirla, ya sea a corto o a largo plazo.
La mayoría de los hombres lleva vidas de tranquila desesperación. Lo que se llama resignación es desesperación confirmada.
Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos.
La ley nunca hará a los hombres libres; son los hombres los que tienen que hacer la ley libre.
Tenía tres sillas en mi casa; una para la soledad, dos para la amistad, tres para la compañía
Lo que un hombre piensa de sí mismo, esto es lo que determina, o más bien indica su destino.
Cualquier hombre que tenga más razón que sus prójimos ya constituye una mayoría de uno.
El hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir.
Si la naturaleza es nuestra madre, entonces Dios o la existencia es nuestro padre.
La sabiduría consiste en perseguir los más excelsos fines con los mejores medios.
Lee los buenos libros primero, lo más seguro es que no alcances a leerlos todos.
Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, que de quien no duda nunca.
De qué sirve una casa sino se cuenta con un planeta tolerable donde situarla.
Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dadme la verdad.
Nuestra vida siempre es malgastada por el detalle. simplificar, simplificar.
Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir.
Hay muchos que se van por las ramas, por uno que va directamente a la raíz.
Nueve décimas partes de la sabiduría provienen de ser juicioso a tiempo.
Hacen falta dos para decir la verdad; uno que hable y otro que escuche.
Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación.
Hay más religión en la ciencia del hombre que ciencia en su religión.
Es tan difícil verse a uno mismo como mirar para atrás sin volverse.
Es más deseable cultivar el respeto al bien que el respeto a la ley.
La abundancia de una clase se compensa con la indigencia de la otra.
Nunca mires atrás a menos que estés planeando ir en esa dirección.
¡Como si se pudiera matar el tiempo sin insultar a la eternidad!
Se podría definir el cielo como el lugar que los hombres evitan.
Un cielo sin nubes es una pradera sin flores, un mar sin velas.
Un hombre es rico en proporción a las cosas que puede desechar.
Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad.
Creo que deberíamos ser hombres primero y ciudadanos después.
El tiempo no es sino la corriente en la que estoy pescando.
No hay peor olor que el que despide la bondad corrompida.
Deja de arañar la corteza; hay fruta madura en tu frente.
El mundo no es sino un lienzo para nuestra imaginación.
Deseo por igual ser un buen vecino y un mal ciudadano.
Es más rico aquel cuyos placeres son los más baratos.
La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Jamás hallé compañera más sociable que la soledad.
El amor no sólo debe ser una llama, sino una luz.
El hombre es el artífice de su propia felicidad.
No hay otro remedio para el amor que amar más.
Sé sabiamente mundano, no mundanamente sabio.
Las cosas no cambian; cambiamos nosotros.
Mis pensamientos asesinan al Estado.
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