La iluminación espiritual

La farsa curativa del océano

El agua de mar no cura el cáncer

El agua de mar no tiene esas propiedades curativas.

Si has llegado hasta esta página puede que hayas leído que el agua de mar tiene propiedades curativas. Es más, mucha gente la recomienda para tratar a enfermos graves, e incluso a pacientes de cáncer. Actualmente, una de las grandes promotoras del uso del agua de mar es Teresa Ilari, una médico que aparece en multitud de entrevistas y que fomenta otras prácticas peligrosas y sin evidencia científica como la bio neuro emoción. De hecho, ella promueve una versión más peligrosa de esa pseudoterapia, que se llama Nueva Medicina Germánica y consiste en no tratar el cáncer bajo la creencia de que se curará solo.

Otro de los grandes divulgadores del uso del agua de mar es Josep Pàmies, de quien ya hablamos en un artículo anterior. De hecho, en su página web tiene un texto titulado Donaciones de sangre o transfusiones de agua de mar, donde se muestra favorable a usar agua de mar como alternativa a la sangre para las trasfusiones. Según nos cuenta, el agua de mar llevaría usándose con este fin desde hace más de cien años, descubriéndose que es igualmente efectiva que usar sangre, incluso más efectiva y saludable y que tiene valor terapéutico y antitumoral. También añade que es una buena solución frente a la escasez de sangre que padecen los hospitales. Pàmies usa en la cabecera del texto la imagen de un niño enfermo al borde de la muerte por inanición que, tras inyecciones de agua de mar, habría recuperado una apariencia saludable y lustrosa. Cabe decir que he intentado buscar datos clínicos sobre el tratamiento seguido por el niño y no he encontrado nada.

Si seguimos leyendo el artículo, Pàmies hace dos afirmaciones en su página web. La primera es que la mafia farmacéutica evitó que se siguiera usando el agua como sustituto de transfusiones de sangre y como tratamiento, y la segunda que existen artículos científicos serios que defienden esta práctica.

Luego los intereses mafiosos de siempre, hicieron su trabajo prohibieron su administración.

No por ello, algunos neurópatas e incluso algún médico, actualmente se atreven a inyectar agua de mar en vena, incluso hipertónica (agua de mar sin diluir), logrando recuperaciones inimaginables en personas a veces en situación terminal.

El problema es que estos profesionales, se arriesgan a su inhabilitación y a padecer cárcel si son denunciados.

En el año 1974 un grupo de profesionales sanitarios relacionados a continuación, corroboraron en una investigación realizada en la Universidad de La Laguna, las investigaciones de René Quintón.

(M. Moré Ocaña, Catedrático de Bioquímica y Biología molecular de la Facultad de Medicina de Málaga, Carlos Enrique Álvarez González, Científico titular del Instituto de Investigaciones científicas (CSIC), Dr. G. González Hernández, especialista en Endocrinología, A. Milena Abril, Catedrático de Fisiología de la Universidad de la Laguna.)

Por si fuera poco alguien ha ido más allá, el Dr. Jose Miguel Sempere, inmunólogo de la Universidad de Alicante, en sus estudios llegó a la conclusión de que los Glóbulos blancos con agua de mar, desarrollan sustancias antitumorales.

Para analizar esto de manera objetiva primero contaremos la historia del fisiólogo que comenzó estás prácticas. René Quinton fue un asistente de laboratorio que en siglo XIX realizó numerosos experimentos sobre los efectos del agua de mar sobre la salud. El agua marina era filtrada y diluida en agua destilada, lo cual disminuía la salinidad. Este líquido era administrado por vía oral e intravenosa a pacientes con infecciones. La parte interesante es que en el siglo XIX aún no existían los antibióticos y el agua salada tiene propiedades antisépticas, es decir, mata a muchas bacterias. Fue por eso por lo que ante una infección inyectar agua salada —o aplicarla directamente sobre las heridas— producía efectos positivos. Este método se utilizó como tratamiento a pesar de los efectos secundarios. Sin embargo en los años 50 de nuestro siglo se prohibió este suero, pero el motivo no fueron las empresas farmacéuticas sino el inicio de la época de los antibióticos. Cuando la penicilina comenzó a usarse para tratar infecciones bacterianas se comprobó que era mucho más efectiva que el agua de mar —la cual no puede matar mucha cantidad de bacterias— y no presentaba efectos secundarios tan graves. Fue por eso por lo que sencillamente se prohibió el uso de inyecciones de agua salada.

Mucho tiempo después algunas empresas intentaron recuperar el uso del agua de mar, entre ellas Laboratorios Quinton, empresa radicada en Alicante y que vende sus productos en España. Según Pàmies hay dos artículos que evidenciarían que el agua de mar serviría como alternativa a las transfusiones y como terapia para tratar numerosísimas enfermedades. Si buscamos información hay artículos muy poco elaborados que evidencian que usar el suero desarrollado por el fisiólogo Quinton no es perjudicial, pero son estudios no realizados en seres vivos por lo cual tienen poca validez real. Con esto me refiero a que no es lo mismo poner un poco de suero con células humanas que inyectar en un humano de verdad o, como propone Pàmies, sustituir las transfusiones de sangre por agua de mar. No obstante supongamos que es cierto que podemos inyectar pequeñas cantidades del suero de Quinton y que no fuera perjudicial administrándolo de la manera adecuada, ¿hay evidencias de que tenga algún uso terapéutico?

Pàmies dice que el Dr. Jose Miguel Sempere (inmunólogo de la Universidad de Alicante), llegó a la conclusión de que los glóbulos blancos con agua de mar desarrollaban sustancias antitumorales. La referencia a este hecho la encontramos en la página web de la Universidad de Alicante. Ahora bien, ¿dónde están los datos?, ¿dónde ha sido publicado el estudio? Quería ver las referencias así que, motivado por estas preguntas, busqué en bases de datos científicas. Finalmente no encontré ningún artículo sobre el estudio realizado por Jose Miguel Sempere, pero sí que encontré un artículo presentado por la empresa Laboratorios Quinton —también de Alicante y que se dedica a vender el producto en cuestión—, donde se hacen afirmaciones similares a las que hace Pàmies en su página web. Desconozco si el autor firmó originalmente el artículo y luego retiró su nombre al no estar contento con el mismo (aún estoy esperando la respuesta de Jose Miguel Sempere), pero desde luego que las únicas referencias al respecto del potencial antitumoral y terapéutico del suero marino provienen de la misma empresa que lo vende. En cuanto al otro estudio mencionado por Pàmies —supuestamente realizado con perros por M. Moré Ocaña, Carlos Enrique Álvarez González, G. González Hernández y A. Milena Abril—, rastreando los datos no he podido llegar a ningún artículo registrado en bases de datos científicas, pero si a multitud de entrevistas a uno de los autores del estudio. Ahora bien, buscando fuera del ámbito científico —esa aclaración es importante— el único sitio donde he podido acceder de manera completa al estudio ha sido a través de un foro religioso. Es cierto que también hay un enlace a un archivo de texto colgado en internet de manera inespecífica, pero no he podido acceder a él e igualmente no responde al lugar donde encontraríamos un estudio científico. La última de las referencias que da Pàmies es a un doctor en veterinaria llamado Ángel Gracia, donde se nos anuncia que se relatan las experiencias de 40 personas que fueron sometidas a transfusiones de agua de mar. Si seguimos la referencia lo único que encontramos es un vídeo de mala calidad donde un hombre de avanzada edad nos explica, al borde de un acantilado, que él y un grupo de amigos navegaron hasta dentro del mar para pincharse de manera intravenosa agua tras someterla a un proceso de filtrado. De nuevo esto no responde a un medio de comunicación serio ni verificable, dejando en evidencia que no existen pruebas de lo contado.

Continuemos viendo algunas de las argumentaciones de Pàmies:

Luego los intereses mafiosos de siempre, hicieron su trabajo y prohibieron su administración.

No por ello, algunos neurópatas e incluso algún médico, actualmente se atreven a inyectar agua de mar en vena, incluso hipertónica (agua de mar sin diluir) logrando recuperaciones inimaginables en personas a veces en situación terminal.

En este fragmento Pàmies indica que se puede pinchar el agua de mar directamente en vena para curar a enfermos terminales. En todo la argumentaría sobre esta técnica se nos presenta que las empresas farmacéuticas no quieren que esto se conozca para no perder grandes cantidades de dinero ya que todo el mundo sabe que el agua de mar es gratis. En primer lugar la empresa comentada anteriormente vende el agua de mar tratada, no la regala, y en segundo lugar siempre que tiene la oportunidad recuerda que no vale cualquier agua de mar, solamente es válido y seguro si es tratada mediante un complicado proceso que ellos pueden realizar en su laboratorio. Pero ahora analicemos la parte más importante, ¿curar enfermos terminales? Desde luego que no hay evidencia científica en ningún lugar sobre esto, quedando todo lo dicho en especulaciones mezcladas con conflictos de intereses, pero no en datos mesurables ni en casos de recuperación o tratamiento satisfactorio. De hecho, la Organización Medica Colegial de España está en contra del uso de agua de mar y considera no solo que no es efectiva, sino que es peligrosa para la salud.

Como conclusión, el agua de mar no tiene la habilidad de curar a nadie, ni de cáncer ni de un constipado. Es más, el consumo de agua de mar es peligroso y su uso solo se puede justificar como un residuo de la era previa a la medicina científica, que ha sido rescato hoy en día por algunas empresas y personajes del mundo de la pseudociencia que solo buscan lucro económico o notoriedad mediática.