El ahora total
Quienes viven el ahora con total intensidad no se preocupan por el mañana. El temor a la muerte, viene de no estar totalmente inmersos en el ahora.
HARUCHIKA NOGUCHI
LA VIDA TOTAL
¿Qué es vivir la vida en su totalidad?
Quienes viven el día de hoy con toda intensidad no se preocupan por lo que acontezca mañana. El temor a la muerte, la cual mañana mismo nos puede acaecer, viene de no estar totalmente inmersos en la vida de hoy. ¿Qué es vivir la vida en su totalidad? Vivir es estar muriendo en cada instante. Por este continuo morir el hombre vive. Vivir la existencia en su totalidad es morir durante toda la vida. Solo a través de la muerte vive la vida.
Para vivir la vida en su totalidad, también tiene que vivirse la muerte en su totalidad. Pues, de otro modo, ¿cómo podríamos vivir integralmente esta vida temerosos de morirnos hoy? Quienes cierran los ojos y, encadenados y oprimidos por la preocupación de vivir, se niegan a ver que en todo momento están muriendo solo hablan del cuidado de la salud y de la higiene. Deben ignorar que la barba crece más fuerte cada vez que se afeita.
Si no se actúa con todo vigor, si se carece de la conciencia de dar vida a la vida a través de la muerte, no se alcanza la salud. Por ello, los que muestran un rostro empalidecido por las preocupaciones sobre la higiene y el cuidado de su salud no pueden vivir íntegramente su vida.
Podría creerse que el hombre vive por un acto de voluntad suya, sin embargo no es así: desea vivir simplemente, sin saber por qué, y este anhelo de vivir proviene de un deseo autónomo, la voluntad de la Naturaleza.
Si la vida es un deseo de la Naturaleza, ésta proveerá a que pueda desarrollarse adecuadamente. Así, sentimos deseos de trabajar, dormir o comer, y nos produce mayor alegría alcanzar la cima de una montaña elevada que subir a otra menos alta. Al hombre le gusta el trabajo cuando le permite entregarse con todas sus fuerzas. Si nos acostamos cuando tenemos sueño, nos despertamos despejados; si comemos cuando sentimos hambre, los alimentos son sabrosos; si vivimos de esta forma, tanto el azul del cielo como la blancura de la nieve resultan igualmente gratos. Estar sano no es tan difícil: basta vivir con naturalidad.
Hay, sin embargo, quienes albergan la convicción de que son necesarias técnicas y métodos especiales para gozar de salud. E inmersos en su búsqueda viven en la preocupación. Sin embargo, la salud no se fabrica y cuanto más se ensayen sistemas complicados, más complicado también resultará vivir sano. Por el contrario, abandonando todo esfuerzo y respirando con calma, uno se encuentra en el estado natural del vivir humano. Si vivimos con naturalidad, esto se da espontáneamente.
Una asepsia sistemática obtenida mediante medios externos al cuerpo, como puede ser el uso reiterado del ácido carbólico, entraña como consecuencia un debilitamiento de la capacidad de desinfección natural en el hombre. Los seres vivos modifican tanto su morfología como sus funciones con arreglo a los cambios ambientales: esto es lo que llamamos adaptación. Gracias a ésta, puede cumplirse la existencia. Así, el neumococo, combatido a golpe de penicilina, poco a poco desarrolla resistencias y capacidad de supervivencia. Es lo mismo que cuando uno se aplica friegas de agua fría…
Por todo ello, si cualquier ser viviente es capaz de resistir y soportar las variaciones de circunstancias, puede considerarse que está desarrollando toda su capacidad, mientras que la flor de invernadero es débil frente a las variaciones climáticas. Y en cuanto al hombre, puede considerarse que más se desarrollen y perfeccionen sus invernaderos, más frágil se tornará. Por invernaderos entiendo los métodos higiénicos destinados a favorecer la salud que en la actualidad proliferan. Debido a su existencia, el individuo, atemorizado frente a los cambios externos, se vuelve débil y falto de vigor y, al no comprender el vivir a través del morir, se hace cobarde. Quien no entienda este hacer la vida a través del morir siempre se encontrará amilanado y retraído, y no podrá llevar una existencia sin problemas.
El único método para la higiene y la salud del hombre, si queremos que esté fuerte, es fortalecerlo internamente a través de la sensibilización de su capacidad de adaptación. No obstante, el tipo de vida y los conceptos de higiene y salud vigentes en la actualidad lo encaminan hacia la anti-higiene y la morbosidad. Tomemos conciencia de forma clara que eso es exactamente lo contrario de lo que conviene buscar.