TRASCENDER SIN ADICCIÓN (CUENTO)

CUENTO ZEN (368)

La trascendencia es producto de la experiencia. Ves la inutilidad de algo y dejas atrás la adicción. Entonces, de vez en cuando, para cambiar, si quieres fumar no le veo nada malo; si quieres hacer el amor no le veo nada malo. El daño lo produce la adicción, no el acto mismo. Y la trascendencia no tiene que ver con el acto; la trascendencia tiene que ver con la adicción. Y estar completamente libre de adicciones supone una gran libertad.

En cierta ocasión un monje se dirigió a su abad porque no conseguía concentrarse en su meditación. El maestro, comprendiendo la situación, le ordenó limpiar la enorme estatua de Buda que presidía el templo.

Cuando el monje limpiaba una parte, la otra volvía a ensuciarse. Todos los días realizaba esta labor, pero nunca conseguía limpiar completamente los dos lados. Por más que se quejaba a su maestro, este siempre le insistía que tuviera paciencia, hasta que un día, siendo ya muy mayor, el monje miró la estatua y por fin comprendió que todo solo se trataba de una adicción. La estatua siempre había estado limpia.

MORALEJA

No tienes que trascender nada. Tienes que vivir todo lo que sea natural para ti, y vivirlo plenamente, sin inhibición, alegremente, estéticamente. Simplemente por vivirlo con profundidad, la trascendencia vendrá.

No tienes que trascender nada. Recuerda mis palabras. La trascendencia viene por sí misma, y cuando lo hace es una gran liberación y una gran libertad.

Si tratas de trascender, vas a reprimir, y la represión es la única razón por la que la gente no puede trascender; así estás entrando en un círculo vicioso. Quieres trascender y por eso reprimes, y como reprimes no puedes trascender, por lo que reprimes aún más. Al reprimir más te haces más incapaz de trascender.

Vívelo plenamente, sin condena, sin que la religión interfiera con tu vida. Vívelo con naturalidad, intensamente, totalmente, y la trascendencia vendrá. No es algo que hagas, es algo que ocurre. Y cuando viene por sí misma, no hay represión, no hay antagonismo.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.