La iluminación espiritual

Seriedad y risa del emperador

Cuento Zen (28)

Se dice que con la seriedad pierdes las proporciones, pierdes la perspectiva. Así que en la corte de cada rey había un bufón, un gran tonto, que decía cosas y hacía cosas y bajaba todo a la tierra.

Cuenta la historia que un emperador que era muy serio y nunca reía tenía un bufón. Un día, el emperador se estaba mirando en el espejo. El bufón llegó, saltó, y le golpeó con los pies en la espalda. El emperador cayó contra el espejo. Naturalmente, estaba muy furioso, y dijo:

A menos que para tu estúpido acto des un motivo que sea aún más criminal que el acto mismo, serás sentenciado a muerte.

El bufón dijo: Mi Señor, nunca pensé que estuvieras aquí. Creí que la reina era la que estaba aquí.

El emperador soltó la risa y el bufón tuvo que ser perdonado, porque dio una razón que era aún más estúpida. Pero para encontrar una razón así el bufón debió haber sido muy sabio.

MORALEJA

En toda la existencia solamente el hombre puede reírse. La risa es parte de la consciencia elevada que el hombre ha alcanzado.

Los santos no se ríen; en las iglesias tampoco hay risa. No es un progreso para la consciencia, sino un retroceso, un descenso. La seriedad es una enfermedad. Solo una mente enferma es seria.

Las personas conscientes, danzan, cantan. Pero con una mente seria, el hombre pierde esa maravillosa calidez que solo puede dar la risa.

Las religiones te hacen serio; y casi todas lo hacen. Destruyen toda posibilidad de risa: al parecer la risa es algo mundano. La risa es el fenómeno más sagrado de toda la Tierra; porque es la cima más elevada de la consciencia.

Y no solo las religiones, sino casi toda clase de gente seria (sea religiosa o no), es seria porque la sociedad respeta la seriedad.

La primera cosa que le ocurre a una persona que se ilumina es una risa a carcajadas; por la pura estupidez de que ha estado buscando algo que está dentro de él. Lo ha estado llevando durante siglos dentro de él mismo pero nunca ha buscado allí; buscaba alrededor de todo el mundo el tesoro que hubiera podido encontrar en un minuto dentro de él mismo.

Deja que la risa provenga del corazón, no de la mente. La risa puede venir de la mente; pero entonces estará muerta. Todo lo que viene de la mente está muerto; la mente es absolutamente mecánica.

Puedes reír desde tu mente; y entonces, tu mente creará la risa, pero ésta no irá a lo profundo del corazón. No se extenderá a los dedos de los pies, no se extenderá a todo tu cuerpo.

Una verdadera risa es tal como la risa de un niño. Observa su corazón sacudirse, todo su cuerpo late con él: quiere revolcarse en el suelo. Es cuestión de compromiso total. Ríe tanto que empieza a llorar; ríe tan profundamente que la risa se convierte en lágrimas, las lágrimas brotan de él. La risa debiera ser profunda y total. Esta es la medicina que se debiera prescribir para la seriedad.