La iluminación espiritual

Los padres y los hijos

Cuento Zen (270)

El pequeño Johnny estaba siendo sometido a unas pruebas para conseguir un papel en una obra de teatro que se iba a representar en la escuela. Su madre sabía que el muchacho había puesto en ello toda su ilusión, pero ella temía que no iban a escogerlo.

El día que se repartieron los papeles, Johnny regreso corriendo de la escuela, se echó en brazos de su madre y, lleno de orgullo y de excitación, le grito:

¿Madre, a que no sabes una cosa?

¡Me han escogido para aplaudir!

MORALEJA

Se debe ayudar a los niños a disfrutar de sus pequeños logros, a escuchar a sus propias emociones. Lo básico para los padres es proteger a sus hijos para que prosperen naturalmente.

La función de su educación debe ser positiva.

Recuerda que lo mejor para un niño es educación positiva, no una programación negativa: porque los niños son niños, y se les puede hacer algo que les dañe, que les deje lisiados. Asimismo, no hay que darles órdenes de hacer las cosas, sino explicárselas. No hay que hacer de ello una cuestión de obediencia; hay que permitirles decidir. Simplemente, hay que explicarles toda la situación.

Los niños son muy receptivos, y si eres respetuoso con ellos, están dispuestos a escuchar, dispuestos a entender; entonces déjales con su entendimiento, a disfrutar al aplaudir. Un niño goza de igual manera con un carrito de diamantes que con una pelota de trapo. Solo es cuestión de unos años, al principio; pronto se asentarán en su inteligencia y tu protección no será necesaria en absoluto. Pronto podrán moverse por sí mismos.

Puedo entender el miedo que sienten los padres de que sus hijos sigan direcciones que a ellos no les gustan; pero eso es un problema de los padres. Tus hijos no han nacido para satisfacer tus gustos y disgustos. Tienen que vivir su vida, y debes alegrarte de que vivan su vida, sea la que sea.

Por eso el trabajo de los padres es muy delicado, y es precioso, la vida del niño depende de él. No le des ninguna programación, mejor estimula y ayúdale en sus logros. La función de un padre o de una madre es genial porque trae un nuevo invitado al mundo, que no sabe nada, pero trae consigo un potencial. Y si ese potencial no se desarrolla, no será feliz.