La iluminación espiritual

Los pies del rey

Cuento Zen (185)

Un gran y estúpido Rey se quejaba de que la aspereza del suelo lastimaba sus pies, de manera que ordenó alfombrar todo el país.

El bufón de la corte se mataba de risa cuando el rey se lo contó. ¡Es una idea absolutamente absurda, Majestad!, exclamó. ¿A qué viene un gasto tan innecesario? ¡Mandad cortar dos trozos de alfombra y protegeos con ellos vuestros reales pies!

Así lo hizo el Rey ahorrándose un gasto innecesario.

MORALEJA

El que ha alcanzado la iluminación sabe que, para que no haya dolor en el mundo, uno ha de cambiar su corazón, no el mundo.

La mente crea al mundo, luego el mundo crea a la mente y la ayuda a permanecer como tal. Este es el círculo vicioso. Pero el origen está en la mente; el mundo es solo una consecuencia.

La mente es substancial; el mundo es solo su sombra. Y uno no puede deshacerse de su sombra, pero eso es lo que toda la gente trata de hacer.

Si esta mujer no encaja contigo, tú piensas que otra encajará. Tratas de cambiar el mundo, pero tú sigues siendo el mismo. Convertirás a la próxima mujer en una réplica exacta de la anterior. Volverás a crear, porque la mujer será solo una pantalla.

¿Por dónde empezar la transformación? ¿Cómo cambiar?

Si miras, la primera mirada te dirá que cambies el mundo, porque es lo más obvio a tu alrededor. ¡Cámbialo! Y eso es lo que has estado haciendo durante vidas: cambiando constantemente el mundo, cambiando esto y lo de más allá, cambiando de casas, de cuerpos, de mujeres, de amigos; cambiando, pero sin darte cuenta nunca del hecho de que sigues igual, ¿cómo vas a cambiar el mundo así?

Una comprensión más profunda revela que, cuando cambie la mente, cambiará el mundo. Entonces, estés donde estés se te revelará un mundo diferente. Profundizas, y entonces entiendes que si quieres vivir realmente sin el mundo a tu alrededor... Porque por muy maravilloso que sea el mundo, tarde o temprano se volverá aburrido y te cansarás de él.

Piénsalo, aunque estés en el mismo cielo añorarás el infierno, porque la mente necesita cambiar. No puede vivir en lo eterno, no puede vivir en lo que no cambia, porque la mente siempre añora una nueva curiosidad, alguna sensación nueva, alguna excitación nueva. La mente no puede parar el tiempo y habitar en lo atemporal. Es por eso que la mente no puede vivir en el ahora, en el aquí, porque el ahora no forma parte del tiempo; no cambia nunca, es eterno. Es sencillamente tal como es. Allí no ocurre nada. Está vacío.

Tienes que darte cuenta de esto por experiencia propia, no como una teoría mía o de cualquier otro. Un gran maestro no te puede ayudar en eso, tampoco yo. Tiene que ser un fenómeno de tu propia experiencia. Cuando lo experimentas se convierte en una verdad, y empiezan a cambiar muchas cosas: entonces te desprendes de la mente.

Pero hay un problema, y el problema es que piensas que tú eres la mente. Así que, ¿cómo vas a dejarla? Sientes que puedes dejarlo todo, cambiarlo, volverlo a pintar, decorarlo de nuevo, volverlo a arreglar, pero ¿cómo vas a dejarte a ti mismo? Esta es la raíz de todo problema. Tú no eres la mente, estás más allá de ella. Has llegado a identificarte con ella, eso sí es verdad, pero no eres la mente.

Hay que cambiar esta zona de confort. Préstale más atención al fondo y menos a la figura. Te acercarás más a la realidad. Esto es lo que se hace constantemente en la meditación. La mente, debido a su hábito, se fijará en la figura. Tú tan solo vuelve a cambiar..., fíjate en el fondo.

Pero cuando pides que se te preste toda la atención, eso es la mente, el viejo hábito de la mente de no mirar el fondo y fijarse solamente en la figura.

Durante la meditación tienes que cambiar de la figura al fondo, de la estrella al firmamento. Cuanto más ocurra este giro, más sentirás que no eres la mente y llegarás a sentir más fácilmente que la puedes dejar y así empezara la transformación.