La iluminación espiritual

El positivismo

Cuento Zen (140)

Maestro, me dicen que debo mantenerme siempre positivo. ¿Qué me dices tú?

Hijo, ese estado de positivismo es una falacia cuando debes hacer esfuerzos para mantenerlo porque no es natural, no nace de ti. Entre luchar para estar positivos o negativos, mejor te vendría estar siempre equilibrado: mirar la vida tal como es, tal como viene, y no bajo cristales de colores vivos, que no siempre los tendrás limpios para mirarla.

MORALEJA

Los opuestos coexisten. Así es como es la vida en estos mundos relativos. La vida no puede existir con un solo polo; necesita los dos polos. Los dos polos eléctricos: positivo y negativo; hombre y mujer, etc. ¿Puedes imaginarte un mundo con solo hombres? Sería un mundo muerto. Hombre y mujer son los dos polos, existen juntos. En realidad, decir hombre y mujer, no es adecuado; deberías decir «hombre-mujer» sin ningún guion que los separara. Existen juntos.

Si deseas ser muy, muy feliz, desarrollarás además la capacidad de ser muy, muy infeliz. Se desarrollarán ambos estados de ánimo, negativo y positivo. Si quieres que no se desarrolle el estado negativo, entonces has de abandonar el positivo. Y esto es lo que ha sucedido: se te ha enseñado a no enfadarte. Pero si no eres capaz de enfadarte, carecerás de compasión. Entonces no serás capaz de sentir compasión. Se te ha enseñado a no odiar, pero carecerás de amor; no serás capaz de amar. Y este es el dilema.

Deja que todo lo negativo sea parte de lo positivo. Porque lo positivo existe de por sí; lo negativo es simplemente una ausencia.

La vida no se ha de convertir en una sola nota, sino en una armonía. Una sola nota, por muy bella que sea, produce aburrimiento. Un conjunto de diversas notas, muchas de ellas divergentes, notas diametralmente opuestas, cuando se encuentran en una armonía, crean belleza. La belleza no pertenece ni a lo positivo, ni a lo negativo; la belleza reside en la armonía. Pero deja que lo repita: la belleza no reside ni en la verdad, ni en la mentira. La belleza no está ni en la compasión, ni en la vida; la belleza reside en la unidad. Donde los opuestos se encuentran, ahí está el templo de lo Divino. Cuando las contradicciones se encuentran, ese es el pináculo, el clímax de la vida.