La iluminación espiritual

Tomar agua

POR: OSHO

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BEBER AGUA

Nuestro organismo está formado en su mayoría por agua, un 75% de los músculos es agua, es por ello que es importante consumir agua a diario para tener una buena salud. Gracias a la ingesta de agua provocamos una mayor diuresis con lo que favorecemos la eliminación de toxinas previniendo ciertas enfermedades.

Los expertos hacen hincapié en la importancia de beber agua en ayunas.

Pero, ¿por qué?

Según el Instituto Europeo de Hidratación el agua es el solvente que permite muchas de las reacciones químicas vitales del organismo y mantiene las funciones corporales.

Cinco beneficios de beber agua en ayunas

  1. Una adecuada hidratación es importante para un funcionamiento correcto del cerebro. Cuando estamos adecuadamente hidratados, las células del cerebro reciben sangre oxigenada y el cerebro se mantiene alerta.
  2. El consumo adecuado de agua es esencial para que los riñones funcionen bien, ayudándolos a eliminar residuos y nutrientes innecesarios a través de la orina.
  3. Mejora el tracto digestivo ya que el agua es necesaria en la disolución de nutrientes para que estos puedan ser absorbidos por la sangre y transportados a las células.
  4. El agua es un gran aliado para la piel ayudando a mantener la elasticidad de la misma y su tonicidad.
  5. El agua actúa como un lubricante para los músculos y las articulaciones: ayuda a proteger a las articulaciones y a que los músculos funcionen correctamente.

El agua según OSHO

En todas las tribus primitivas, el agua simboliza la vida. La vida se basa en el agua: el ochenta y cinco por ciento del cuerpo humano es agua. Toda la vida, tanto la del hombre como la de los animales, los árboles y los pájaros, depende del agua. El agua era uno de los elementos básicos a los que había que rendir culto. Lo mismo que al sol, todos los pueblos primitivos rendían culto al agua; ambos eran venerados como dioses. Y tiene al mismo tiempo un significado metafórico.

El agua representa varias cosas. La primera es que no tiene forma, pero puede adoptar cualquiera; tiene la capacidad de adaptarse a todas las formas. Si la viertes en un tarro, adopta la forma del tarro, y si la viertes en un vaso, toma la forma del vaso. Es infinitamente adaptable. Ahí radica su virtud: no conoce la rigidez. El hombre debe ser como el agua, y no tan rígido y frío como el hielo.

El agua siempre fluye en dirección al mar. Esté donde esté, siempre se dirige hacia el mar: hacia el infinito. El hombre debe ser como el agua y encaminarse siempre hacia Dios. El agua se conserva pura mientras está en movimiento: si fluye; y si se queda parada, se vuelve impura: estancada. Así que tanto el hombre como su conciencia deben mantenerse en movimiento, siempre fluyendo, y no quedarse parados en ninguna parte.

Cuando el hombre se queda parado, se vuelve sucio e impuro. Si el flujo se mantiene y uno está dispuesto a pasar de un instante al siguiente sin asideros y sin el lastre del pasado, conserva la inocencia y la pureza.


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