La iluminación espiritual

El sermón del monte

EL SERMÓN DE LA MONTAÑA

Viendo Jesús a la muchedumbre, subió a un monte.
Y cuando se hubo sentado, se Le acercaron los Doce;
y levantando los ojos hacia Sus discípulos, dijo:

  • Bienaventurados en el espíritu los pobres, porque suyo es el Reino de los Cielos.
  • Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados.
  • Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la Tierra.
  • Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
  • Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
  • Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios.
  • Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
  • Bienaventurados los que padecen persecución por su adhesión a lo que es justo, porque suyo es el Reino de Dios.

Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien y os expulsen de su colectividad y con mentira digan contra vosotros todo género de males y desprecien vuestro nombre por vuestro amor al Hijo del hombre. Alegraos en aquel día y saltad de alegría, pues he aquí que grande será en los Cielos vuestra recompensa, pues igual hicieron sus padres con los profetas.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

El Sermón de la Montaña es el Camino Interno al corazón de Dios, que conduce al perfeccionamiento.

Los bienaventurados verán al Cristo, y poseerán conmigo, el Cristo, la Tierra, en total mansedumbre y humildad. ¡Dichoso aquel que vea la gloria del Dios Padre-Madre en todo! Habrá llegado a ser ejemplo vivo para muchos.

Yo conduzco a los Míos a reconocer la verdad.

Quien procede de la verdad, oye Mi voz, porque él es la verdad y, por eso, también oye y ve la verdad.

Los bienaventurados no tienen miedo y son alegres, pues ven y oyen lo que no ven ni oyen aquellos que todavía se esconden detrás de su yo humano y lo conservan con máximo esfuerzo, para no ser reconocidos.

Sin embargo, los bienaventurados ven en el interior de la cárcel del yo humano y se dan cuenta de los pensamientos más ocultos de sus semejantes.

Alumbran ahí dentro con la luz de su consciencia clara y dicen en alta voz a sus semejantes:

LA POBREZA

Bienaventurados en el espíritu los pobres, porque suyo es el Reino de los Cielos.

Con las palabras, los pobres, no se hace referencia a la pobreza material. No es ésta la que trae la bienaventuranza en el espíritu, sino la entrega a Dios, desde la cual el hombre cumple lo que es voluntad de Dios. Esa entrega es riqueza interna.

Con las palabras, los pobres, se hace referencia a todos aquellos que no ambicionan pertenencias propias y no acumulan bienes. En sus pensamientos y aspiraciones cuenta la vida comunitaria, en la que administran legítimamente los bienes que Dios ha regalado a todos. No dirigen sus esfuerzos y afanes a lo mundano. Sirven al bien común y extienden sus brazos hacia Dios y recorren conscientemente el camino a la vida interna. Su meta es el Reino de Dios en su interior, que quieren anunciar y llevar a todos los hombres de buena voluntad. Su riqueza interna es la vida en Dios, para Dios y para su prójimo. Ellos viven el mandamiento ora y trabaja.

Aspiran al espíritu de Dios y reciben de Dios lo que necesitan para su vida terrenal, y más aún. Estos son los bienaventurados en el espíritu de Dios.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

¡Ay de vosotros los ricos!, porque habéis recibido en esta vida vuestro consuelo.

Los hombres que consideran sus riquezas como propiedad suya, son pobres en el espíritu. A muchos de los ricos en bienes materiales, se les dio desde la cuna la tarea espiritual, para su vida terrenal, de ser un ejemplo para aquellos ricos que se atan a sus riquezas con un corazón obstinado e intransigente y cuyos únicos pensamientos y aspiraciones son aumentarlas para sí mismos. Un hombre que es rico en bienes terrenales, que ha comprendido que su riqueza es un don que tan solo ha recibido de Dios para aportarlo a la gran totalidad para el bien de todos, y que lo administra para todos legítimamente -ése está realizando la ley de la igualdad, la libertad, la unidad y la fraternidad. El está colaborando como donante desinteresado para que los pobres no tengan que sufrir necesidades ni los ricos vivan con lujo.

De esta manera se producirá paulatinamente un equilibrio, una clase media elevada para todos los que estén dispuestos a cumplir desinteresadamente la ley ora y trabaja. Así, muy paulatinamente crecerá la verdadera humanidad de una colectividad cuyos miembros no acumularán bienes terrenales personales, sino considerarán todo como propiedad común, que les ha sido dada por Dios.

Si el rico considera el dinero y los bienes como algo propio y en razón de sus riquezas es bien visto en el mundo, vivirá en las próximas vidas terrenales -como efecto de sus causas- en países pobres, mendigando el pan que como rico en su día les negó a los pobres. Esto se dará mientras aún sean posibles encarnaciones de este tipo.

El alma de un rico tal tampoco encontrará reposo en los planos de purificación. Las almas pobres en luz, que por su causa tuvieron que soportar sufrimientos y hambre en vestido terrenal, lo reconocerán como aquel que les retuvo sin derecho lo que les habría podido ayudar a salir de los enredos del yo humano. Muchas lo acusarán, y entonces sentirá su alma misma cómo éstas sufrieron y pasaron hambre. De esta manera, un alma que como hombre en vestido terrenal fue rica y bien vista, puede sufrir grandes penas. Estas penas son más grandes que si en vestido terrenal hubiese tenido que mendigar pan.

Comprended: de acuerdo con las leyes del Eterno, a todo el que guarda desinteresadamente el mandamiento ora y trabaja le corresponde lo mismo; pues Dios da a cada cual lo que necesita y aún más. Pero mientras no todos los hombres se atengan a este mandamiento, habrá en la Tierra los llamados ricos. Su tarea es distribuir sus riquezas acumuladas y vivir como los que desinteresadamente cumplen el mandamiento ora y trabaja. Si de esta manera no piensan en su bien, sino en el bien de todos, la riqueza interna se volverá paulatinamente hacia afuera, y ningún hombre pasará hambre o necesidades.

¡Ay de vosotros, los ricos, que llamáis a vuestro dinero y vuestros bienes propiedad vuestra, y hacéis que vuestro prójimo trabaje para que vuestros bienes se incrementen! Yo os digo que no veréis el trono de Dios, sino que seguiréis viviendo allá donde están los pies de Dios -en la Tierra, una y otra vez en vestidos terrenales, mientras aún sea posible-. También si fomentáis centros y establecimientos sociales, pero sois mucho más ricos que aquellos que de ahí reciben apoyo, estáis sujetos al satanás de los sentidos, que quiere mantener las diferencias entre pobres y ricos.

Mediante estas diferencias surgen poder y servilismo, envidia y odio. De ello resultan desavenencias y guerras. Por esto los que se agarran a sus riquezas, aunque piensen de vez en cuando socialmente, están sirviendo al satanás de los sentidos y actuando contra la ley de la vida: contra la igualdad, la libertad, la unidad y la fraternidad.

Quien considera que el dinero y los bienes son propiedad suya y acapara para sí, en lugar de dejar fluir estas energías materiales, es un ladrón según la ley de la vida, ya que sin derecho está reteniendo a su prójimo una parte de la herencia espiritual de éste; pues todo es energía. Quien la ata mediante el mi y mío, está actuando contra la ley, que es energía fluente.

EL SUFRIMIENTO

Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados.

El sufrimiento del hombre no proviene de Dios, sino que, el que sufre, o lo ha causado él mismo, o su alma ha asumido en el reino de las almas una parte de la culpa del alma de un hermano o de una hermana, para expiar por ella en la existencia terrenal, a fin de que el alma del hermano o de la hermana pueda entrar en ámbitos de vida interna más elevados.

Quien cargue con su sufrimiento sin inculpar a su prójimo y reconozca en el sufrimiento sus faltas y debilidades, se arrepienta, pida perdón y perdone, recibirá la misericordia de Dios; pues Dios, el Eterno, quiere consolar a Sus hijos y quitarles lo que no sea bueno ni saludable para su alma, ya que cuando el sufrimiento abandona al alma, es decir cuando han sido saldadas las causas que se habían hecho activas en el alma, el hombre se acerca más a Dios.

Carga con tu sufrimiento, quiere decir: no te quejes de ello; no acuses a Dios ni tampoco a tu prójimo. Encuentra en tu sufrimiento tu comportamiento pecaminoso que ha llevado a este sufrimiento.

Arrepiéntete, perdona y pide perdón, y no vuelvas a hacer lo que hayas reconocido como pecado. Entonces la culpa del alma puede ser anulada por Dios, y recibirás incrementalmente de El fuerza, amor y sabiduría.

Cuando te encuentres con un hombre afligido y puesto a prueba por el sufrimiento y te pida ayuda, socórrele y ayúdale hasta donde te sea posible y sea bueno para su alma. Y cuando veas que tu prójimo acepta la ayuda agradecido y con ella se reconstituye, dale más aún, si te es posible.

Sin embargo tú, que traes la ayuda, hazlo desinteresadamente. Si solo lo haces por obligación externa, no recibirás por ello recompensa espiritual alguna -y además no harás servicio alguno al alma del afligido y puesto a prueba por el sufrimiento, sino solamente al cuerpo, al vehículo del alma.

Nunca matéis a un animal para vuestro uso particular. Ved que la naturaleza, la vida de la Creación, os provee. Los frutos del campo, de los huertos y de los bosques os deben bastar. Y nunca piséis vida intencionalmente, ni la de los animales ni la de las plantas. Quien pisa intencionalmente la vida, está creando causas. Estará pisando en cierto modo su propia vida, y sufrirá bajo ello.

Había un hombre, con una mano seca, que se acercó a Jesús y dijo: Señor, yo era albañil y ganaba mi sustento con mis manos. Te suplico que me devuelvas la salud a fin de que no haya de pedir limosna vergonzosamente para obtener mi pan. Y Jesús le sanó y le dijo: hay una casa que no ha sido construida con las manos; procura habitar también tú en ella.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

El hombre cuya mano estaba enferma con acuerdo a la ley de causa y efecto, recibió de nuevo la vida en su mano para poder volver a ganar su sustento. Pero Yo le di la siguiente enseñanza para el camino de su vida: hospédate en la casa que no ha sido construida por mano humana -en tu interior, pues es el templo de Dios-. Si el hombre realiza esto, sigue obrando en él la fuerza recibida de Mí. Si no lo hace, solo le es dado pasajeramente lo que le regalé, la vida en su mano. Quien a pesar de este don de la vida siga pecando, volverá a recuperar lo que Yo suspendí, pues en ese caso esto solo se habría aplazado.

¡Dios da! Lo que el hombre haga con ello, dependerá únicamente del parecer del alma y del hombre. El hombre recibió la indicación procedente de la ley eterna de no pecar más y de entrar en el templo de su interior. Con ello dejó de ser ignorante. El que sabe contrae la responsabilidad de lo que sabe.

LOS MANSOS

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la Tierra.

Mansedumbre, humildad, amor y bondad van dándose la mano. Quien ha llegado a ser amor desinteresado, también es manso, humilde y bondadoso. Está lleno de sabiduría y fuerza.

Los hombres que estén en Mi espíritu, los que amen desinteresadamente, poseerán la Tierra. ¡Oh ved!, el camino al corazón de Dios es el camino al corazón del amor desinteresado. Del amor desinteresado fluye la paz de Dios.

Los hombres que se han encaminado hacia el corazón de Dios, y los hombres que ya viven en Dios, obran para el Nuevo Tiempo, enseñando a todos los hombres de buena voluntad el camino a Dios. Con ello toman posesión de la Tierra más y más en Mi espíritu.

Los que aman desinteresadamente son los que vivirán en el Reino de Dios en la Tierra, en el Reino de Paz. ¡Alegraos, los que ya ahora andáis por el camino al corazón de Dios! Sois en Mí los que preparáis el camino -y pioneros- para el Nuevo Tiempo. Muchos de vosotros encarnarán en el Nuevo Tiempo, en el reino de luz, y traerán consigo lo que hayan realizado en Dios, porque ya recorren el camino que lleva allí. Alegraos y estad agradecidos por la purificación y limpieza de vuestras almas, pues Me veréis a Mí y viviréis y estaréis conscientemente en Mí y conmigo.

Venid a Mí todos los que estéis fatigados y cargados, y Yo os daré paz. Tomad sobre vosotros Mi yugo y aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis paz en vuestras almas; pues Mi yugo es equilibrado y ligero, y Mi carga pequeña, sin que pese desequilibradamente.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

A los sabios y listos, lo que significa los hombres intelectuales y egocéntricos, les está oculta la verdad, dado que la tapan con su forma egocéntrica de pensar y actuar. Sin embargo, a los hombres humildes y mansos, que aspiran a alcanzar la verdad, les es revelada en todas las facetas por el Eterno, a través de Mí -y les es manifiesta para su vida en Dios.

Nadie conoce al Padre, excepto el Hijo, que vive en el Padre. Yo, el Hijo, personifiqué en Jesús a la humanidad, la cual encontrará su filiación de hijos e hijas -que es una hermandad-, la unidad conmigo, el Cristo; pues quien haya aceptado y acogido al Hijo, a Mí, el Cristo de Dios, también conocerá al Padre, que vive en el Hijo y a través del Hijo -y en aquellos y a través de todos aquellos que viven el evangelio del amor y lo personifican en su vida diaria.

Quien venga a Mí, el Cristo, que vive en lo más interno de cada hombre, y Me entregue sus fatigas y su carga y en adelante viva más y más en Mí, alcanzará a través de Mí la paz interna -y traerá la paz al mundo-. Solo se volverá manso y humilde el que venga a Mí y permanezca en Mí. Su yugo también será una parte de Mi yugo; entonces será más fácil de llevar para él, pues Yo Soy la fuerza sustentadora para todas las almas y hombres. Y también su carga se hará ligera y no pesará desequilibradamente sobre él, pues Yo sustento por todas las almas y hombres.

LA JUSTICIA

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Quien tiene hambre y sed de la justicia de Dios, es un buscador de la verdad, que anhela la vida en y con Dios. El será saciado.

Hermano Mío, hermana Mía, que anhelas la justicia, la vida en y con Dios, consuélate y ¡elévate del yo humano pecaminoso! Alégrate, porque ha comenzado el tiempo en que el Reino de Dios se acerca a los hombres que se esfuerzan por guardar los mandamientos de la vida.

He aquí que Yo, tu Redentor, Soy la Verdad en ti mismo. En ti mismo, pues, Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida.

La Verdad es la ley del amor y de la vida. En los Diez Mandamientos, que son extractos de la ley de Dios omniabarcante, encontrarás las frases señalizadoras para el camino a la Verdad. Respeta los Diez Mandamientos, y alcanzarás cada vez más el camino del Sermón de la Montaña, en el que está expuesto en lo fundamental el camino a la Verdad.

El camino a la Verdad es el camino al corazón de Dios, la vida eterna, que es amor desinteresado. El Sermón de la Montaña es el camino al Reino de Dios, a las leyes para el Reino de Paz de Jesucristo. Si te sumerges en ellas y las cumples, alcanzarás la sabiduría divina.

Ya has leído que el rayo de luz parcial de la Sabiduría divina se encuentra en vestido terrenal [1989] para dar la palabra de Dios y explicar las leyes de Dios. A través de este Mi instrumento, manifiesto ahora el Sermón de la Montaña con todo detalle y conduzco y acompaño a los de buena voluntad que van por el Camino Interno, mediante enseñanzas y lecciones que -en la medida en que son realizadas- conducen al Padre, a la luz eterna. Además, enseño a través de Mi instrumento la Ley Absoluta, la ley de la eternidad.

Comprende: nadie debe tener hambre o sed de justicia. Da el primer paso hacia el reino del amor, siendo en primer lugar justo contigo mismo. Ejercítate en una vida y forma de pensar positivas, y poco a poco llegarás a ser un hombre justo. Entonces traerás la justicia de Dios a este mundo; y también la representarás, porque estarás cumpliendo la voluntad de Dios, del Señor, desde Su amor y sabiduría.

Comprende: está cerca el tiempo en que sucederá lo que ha sido manifestado. El león yacerá junto al cordero, porque los hombres habrán alcanzado la victoria sobre sí mismos -a través de Mí, su Redentor-. Formarán una gran familia en Dios y vivirán en unidad con todos los animales y con la naturaleza toda.

Alegraos, el Reino de Dios ha llegado hasta muy cerca -y con el Reino de Dios también Yo, vuestro Redentor y portador de paz, el Soberano del Reino de Paz, del Reino mundial de Jesucristo.

LA MISERICORDIA

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

La misericordia de Dios corresponde a la mansedumbre y bondad de Dios y es para todas las almas el portal al perfeccionamiento de la vida. Los hombres que a través de Mí, el Cristo, que vivo en el Dios Padre-Madre, hayan desarrollado en sus almas las siete fuerzas básicas de la vida -la ley desde el Orden hasta la Misericordia-, entrarán de nuevo, como seres espirituales puros, a través del portal de la misericordia en el amor desinteresado, en el Reino de Dios, en los Cielos, y vivirán en paz. El portal al eterno SER es la séptima fuerza básica, la Misericordia -llamada en el espíritu de Dios bondad y mansedumbre-. Todos los hombres que practiquen la misericordia, también alcanzarán misericordia y ayudarán a aquellos que se encuentren en el camino a la misericordia.

Comprended: el camino al corazón de Dios es el camino personal de cada cual, en comunidad con los que son afines a él; pues Dios es unidad, y unidad en Dios es comunidad en y con Dios, y con el prójimo.

Quien haya dado los primeros pasos en el camino al perfeccionamiento, cumplirá el mandamiento de la unidad: Uno para todos, Cristo -y todos para Uno, Cristo.

El Sermón de la Montaña es, tal como ha sido manifestado, el camino evolutivo a la vida interna. Todos aquellos que hayan avanzado en este camino de desarrollo al corazón de Dios, ayudarán a su vez a los que estén al comienzo del camino. En y por encima de todos brilla el Cristo, que Yo Soy.

Pues Dios es justo y recompensa a cada uno según sus obras. Lo que sembréis, es lo que cosecharéis.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

¡Cuidad de no caer en la tentación! Conservadme en vuestros corazones, y entonces daréis de la verdad eterna; pues he venido a enseñar la verdad a los hombres y a prepararles para que realicen la ley de Dios, que es la única vida, la verdad. La verdad es la vida. Dios es la verdad, la vida. Su ley, la verdad, la vida, es el amor desinteresado. Tened esto en cuenta, y no caeréis en la tentación.

Y respecto a las palabras que, en el libro llamado El Evangelio de Jesús, dicen así:

Los que os oigan, también Me estarán oyendo a Mí; y los que os desprecien, también Me estarán despreciando a Mí y al que Me envió. Sin embargo, dejad que todos lleguen a comprender en su fuero interno; sed misericordiosos, y obtendréis misericordia. Perdonad a los otros, y a vosotros también os será perdonado. Con la medida con que midáis, seréis también medidos. Y tal como hagáis con los otros, así será hecho con vosotros. Y tal como deis, así os será dado. Y del modo que juzguéis, seréis también juzgados. Y como a otros sirváis, seréis también servidos. Pues Dios es justo y recompensa a cada uno según sus obras. Lo que sembréis, es lo que cosecharéis.

Estas indicaciones y exhortaciones tienen validez para todos los hombres, de generación en generación, hasta que haya surgido aquel género humano que viva la ley del amor desinteresado. Entonces estas indicaciones y exhortaciones ya no serán necesarias.

Pero hasta que este género humano de la vida interna haya salido de la oscuridad, creciendo hasta estar en la luz de la verdad, serán válidas estas indicaciones y exhortaciones. Ellas conducen a la ley del amor desinteresado, a la verdad, a la luz que irradiará en y a través de los hombres en el Reino de Paz de Jesucristo. Y que es la luz de la verdad, la que Yo Soy: Cristo.

LA PUREZA

Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios.

El corazón puro es el alma pura que se ha elevado hasta llegar a ser de nuevo un ser espiritual absoluto, a través de Mí, el Cristo en el Dios Padre-Madre.

Las almas puras que de nuevo han llegado a ser seres de los Cielos, vuelven a ser la imagen y semejanza del Padre eterno, y vuelven a ver al Eterno cara a cara. Ellas contemplan, viven y escuchan al mismo tiempo la ley del Padre eterno, porque de nuevo han llegado a ser espíritu de Su espíritu -la ley eterna misma.

Mientras los hombres y las almas tengan que escuchar aún en sí mismos al espíritu de Dios, todavía no son espíritu de Su espíritu, aún no son la ley misma del amor y de la vida.

Pero quien de nuevo ha llegado a ser la ley del amor y de la vida, ve al Padre eterno cara a cara y está en constante comunicación consciente con El. También ve la ley de Dios, la vida procedente de Dios, como totalidad, porque él mismo es la vida y el amor y en ellos se mueve. Quien se mueva en la Ley Absoluta de Dios, también la habrá desarrollado por completo -desde el Orden hasta la Misericordia-. A él le sirven las siete fuerzas básicas del infinito, por estar en unidad y armonía absolutas con todo lo que es.

Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre en el Cielo.

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

Todo lo no divino que sale de ti -tal como pensamientos, palabras y actos contrarios a la ley divina-, no solo puede ocasionarle pena y preocupación a tu prójimo, sino también a ti mismo; pues lo que el hombre siembre, es lo que cosechará.

La cosecha se corresponde con la siembra. Siempre es cosechada por el que ha sembrado -no por su prójimo-. Tu prójimo no ha sembrado tu siembra ni cosechará tu cosecha.

Tus semillas, sin embargo, pueden ser semillas voladoras -como las semillas de diferentes clases de flores, que son llevadas por el viento después del tiempo de la floración y enraízan allí donde pueden afianzarse-. De la misma forma tus pensamientos, palabras y acciones pueden también caer, como semillas voladoras, en el campo del alma de tu prójimo y brotar, si encuentran allí condiciones iguales o parecidas.

Algo igual o parecido a lo que hay en ti está en él si se irrita y enfada por tus palabras y actos, si con ello le ocasionas preocupación y él piensa, habla o hace algo igual o parecido, estimulado por tus semillas voladoras. Pero tú has provocado esto y, en la ley de siembra y cosecha, se te pueden pedir cuentas. Te ha sido mandado que ames desinteresadamente a tu prójimo y que le sirvas y ayudes -y no que le ocasiones pena y preocupación con tu comportamiento.

Si entonces tu prójimo carga su alma por tu comportamiento ilegítimo, por haber irrumpido tú en el campo de su alma y haber hecho entrar en vibración causas bajo las cuales luego tendrá que sufrir y llevar una pesada carga, tú estarás atado a él. Y si a tu comportamiento reacciona de forma igualmente ilegítima, se atará a su vez a ti. En esta o en otra forma de existencia tendréis que purificar esto juntos.

Comprended: una pequeña e insignificante semilla voladora del yo humano puede crear una gran causa, que ya lleva en sí su efecto.

Comprended, pues: ¡cada causa debe ser eliminada!

Otro ejemplo: si tú envías como semillas voladoras tus pensamientos, palabras y actos negativos, y tu prójimo oye lo que dices sobre él, pero no hace caso porque en el campo de su alma no tiene algo análogo a eso, entonces solo tú cargarás tu alma, y estarás atado a él -y no él a ti-. Tu prójimo puede entrar en el Cielo, al no haber aceptado ni acogido tus semillas negativas, porque no pensó ni habló de modo igual o parecido al tuyo. Sin embargo, si mediante tu comportamiento erróneo has despertado causas en tu prójimo que en él no hubieran tenido que llegar a su efecto, puesto que podría haberlas purificado en un tiempo posterior sin penas ni preocupaciones, tú tendrás la culpa más grande y tendrás que cargar con la parte que has causado en tu prójimo.

Así pues, si tienes que soportar penas y preocupaciones, no le eches la culpa a tu prójimo por tu estado. Tú mismo eres el causante -y no tu prójimo-. Tus penas y preocupaciones son la siembra en tu alma, que ha brotado -y que también se muestra en tu cuerpo, como cosecha.

Sólo Yo, Cristo, tu Redentor, te puedo liberar de ello -y solo cuando te arrepientas y no vuelvas a hacer algo igual o parecido-. Entonces la carga habrá sido quitada de tu alma y te irá mejor en tu vida.

Comprended: quien se da cuenta de que sus penas y preocupaciones son sus propias siembras y acepta su sufrimiento, muestra verdadera grandeza interna. Este es un signo de crecimiento espiritual; y el crecimiento espiritual lleva paulatinamente a la perfección.

Los seres puros son perfectos; son la imagen y semejanza del Dios Padre-Madre. Viven en Dios, y Dios vive a través de los seres puros.

Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios -ya que han llegado a ser nuevamente la imagen y semejanza del Padre celestial-. De un corazón puro entregado a Dios, fluyen dulzura y humildad.

Yo, Cristo, el Redentor de la humanidad, conduzco a la pureza interna al cada vez más numeroso pueblo de Dios en la Tierra. El pueblo de Dios se compone [1989] de hombres y mujeres que recorren, conscientes de la meta, el camino del amor hacia el interior, siguiéndome así a Mí, Cristo, el único Pastor. No todos ellos volverán a encarnar en las siguientes generaciones, sino que muchos vivirán en el espíritu del amor y obrarán en espíritu para la gran totalidad y para el Reino de Paz de Jesucristo.

Oh comprended, los que vivís en el Reino de Paz: muchos de vosotros participasteis como hombres ya en el tiempo de los pioneros. Y más de uno de vosotros, siendo pionero, mantuvo junto a los pioneros la unidad en Dios, recorriendo conjuntamente con ellos el camino al interior. Os desprendisteis así de mucho de lo humano, por lo que vuestras almas fueron cada vez más traspasadas por la luz de la verdad. Al desencarnar, vuestras almas se llevaron esta luz de la verdad a los planos de luz superiores. De allí habéis vuelto con la luz de la verdad, para vivir y obrar en vestido terrenal en el Reino de Paz de Jesucristo.

La luz de la verdad vuelve ahora a irradiar a través de vuestros nuevos cuerpos terrenales. Ahora cumplís en esta existencia terrenal lo que habéis adquirido en las existencias previas: luz de Mi luz y fuerza de Mi fuerza -la ley de la vida-. Plena del espíritu de Dios, el alma obra ahora a través de su nuevo vestido terrenal en el Reino de Paz de Jesucristo, en el que Yo Soy el Soberano y la Vida.

LA PAZ

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Estas palabras, conforme a su sentido, significan: bienaventurados los que mantienen la paz. Ellos también traerán la verdadera paz a esta Tierra, porque se habrán vuelto pacíficos en su interior. Son conscientemente hijos de Dios.

Muchos de los hijos e hijas de Dios que llevan la paz en su interior y la traen al mundo, son los seres encarnados que forman parte de la misión de Dios y luchan por el Nuevo Tiempo, para que surja la humanidad espiritual que vivirá en el Reino de Paz de Jesucristo, en el tiempo de luz.

Palabras del Soberano del Reino de Paz en la Tierra a los hombres del Nuevo Tiempo:

Vosotros, hombres en el Nuevo Tiempo, en el cada vez más luminoso Reino de Paz de Jesucristo en formación, que leéis el libro Esta es Mi Palabra, comprended que los pioneros de Cristo tuvieron que luchar en varios frentes al mismo tiempo contra lo satánico, para ayudar a que el Reino de Dios anunciado se abriese paso.

Vosotros, pues, vivís en paz, en Mí, el Cristo, vuestro Hermano divino, el Soberano del Reino de Paz. Sin embargo, tras el muro de niebla viven y obran aquellas almas que no se dejaron abarcar por el Sermón de la Montaña, el camino a la vida interna, que todavía viven en la cárcel de su yo humano. Como hombres no quisieron escuchar la llamada de los que caminaban hacia el corazón de Dios. Mantuvieron cerrados sus oídos y sus corazones a la verdad y se escondieron detrás de su yo humano, detrás de sus ideas y opiniones, y de sus pareceres teológicos. También en el tiempo preparatorio que iba del antiguo al Nuevo Tiempo, al tiempo de luz, continuaron siendo fariseos, hipócritas, perseguidores y calumniadores.

Sabed: la luz de la Redención brilla en todas las almas hasta el cuarto plano de purificación. Así que tampoco ellas están perdidas. Muchos seres espirituales puros obran en el nombre del Señor detrás del muro de niebla -entre ellos también muchos hijos e hijas de Dios que Me han preparado a Mí, el Cristo, en la Tierra en diferentes vestidos terrenales y en distintas épocas, los caminos al cada vez más luminoso Reino de Paz en formación-. Allí, en los reinos de las almas, siguen obrando, sirviendo desinteresadamente a su prójimo. Los hombres y mujeres justos que han traído la ley del amor y de la vida a este mundo, lo tuvieron muy difícil en aquella época [1989].

Comprended vosotros, hermanos y hermanas que ahora vivís en el Reino de Dios en la Tierra: los pioneros de Cristo para el Nuevo Tiempo se opusieron a lo satánico y demoníaco en aquel gran cambio de era del paso del viejo tiempo impregnado por el materialismo al Nuevo Tiempo, el tiempo de luz.

LOS PERSEGUIDOS

Bienaventurados los que padecen persecución por su amor a la justicia, porque suyo es el Reino de Dios.

¿Qué más ocurrió en aquel tiempo preparatorio [1989]? Los pioneros de Cristo para el Nuevo Tiempo sufrieron persecución por su amor al Reino de Dios en la Tierra. Por parte de fariseos y escribas, por hombres de iglesia y por todos aquellos que les seguían ciegamente, fueron despreciados y calumniados. La verdad fue conscientemente puesta bajo una luz falsa, distorsionada. Aquellos que lucharon fielmente a favor de la verdad, fueron ridiculizados a causa de la verdad. Los hombres que solo Me llevaban a Mí, Cristo, en los labios, pero no en sus corazones, predicaban contra ellos dentro de sus iglesias, y también fuera de los muros de las iglesias, y los calumniaban y discriminaban. Fueron insultados e inculpados de dar enseñanzas falsas.

A los verdaderos seguidores de Cristo los pseudocristianos les negaron su condición de cristianos, porque ellos mismos no vivían lo que les mandé siendo Jesús de Nazaret. Como en Mi tiempo de Jesús, cierto que predicaban de sus Biblias y, ante los hombres, aparentaban piadosamente tener una fe en Mí -y eran, sin embargo, lobos en piel de oveja-; pues no hacían lo que he mandado a los hombres: amarse desinteresadamente los unos a los otros, así como Yo les amo; y por esto son fariseos e hipócritas. Y quien desprecia el mandamiento del amor al enemigo, desprecia al Cristo, que Yo Soy.

Quien lea esto posteriormente, que se acuerde de los pioneros de Cristo que prepararon la Tierra y la atmósfera de la Tierra para el Nuevo Tiempo. Trajeron una parte de la eterna ley irradiadora a la Tierra y a su atmósfera. Acordaos de ellos con amor, pues muchos de ellos no vuelven al vestido terrenal, para vivir y obrar en el Reino de Paz en la Tierra. Siguen luchando en los lugares de purificación. Luchan por las almas, para que también éstas se liberen de sus pecados y puedan entrar en la gloria que Yo Soy en el Padre.

Comprended: lo que las almas no han purificado en la Tierra, lo llevan consigo al otro lado del muro de niebla. Allí deben reconocer y expiar lo que han causado en vestido terrenal. Quien como hombre no ha llegado al auto reconocimiento, y por lo tanto no ha hecho penitencia, sigue vegetando, como alma, tras el muro de niebla, por así decirlo como sonámbulo, igual que antes en vestido terrenal -cosa que él llamaba vida-. Muchos de los que en su día fueron en vestido terrenal hipócritas y fariseos, vuelven a calumniar a sus hermanos en el reino de las almas, también los ridiculizan allí, y les niegan su condición de cristianos, para así ponerse de relieve a sí mismos. Esto sucederá hasta que reconozcan -seguramente bajo los más grandes sufrimientos y dolores- lo que han causado y en qué corazones Cristo verdaderamente ha resucitado.

De acuerdo con la ley cósmica de la atracción, el alma sufrirá en su cuerpo de alma lo que estando en vestido terrenal haya causado a sus semejantes y no haya purificado. El alma verá sus pecados en imágenes y al mismo tiempo experimentará en su cuerpo de alma los sufrimientos y angustias que como ser humano ocasionó a su prójimo. Los pecados que entonces sean en ella activos, obrarán sobre ella hasta que el alma se arrepienta de corazón, pida perdón y esté dispuesta a perdonar a su prójimo. Sólo entonces se transforma la energía pecaminosa en fuerza divina, y el alma se vuelve más luminosa y más pura.

¡Orad por aquellos que tras el muro de niebla se comportan de forma parecida a como antaño en la Tierra en vestido terrenal! Orad para que se auto reconozcan y hagan penitencia. Muchos de los calumniadores tendrán que reconocer, experimentar y eventualmente padecer en sus almas la pena y el sufrimiento de los pioneros, hasta que hayan llegado a la certeza de que Yo, Cristo, estuve con los pioneros, con Mis hermanos y hermanas, y que ahora estoy con ellos como Hermano divino.

¡Orad para que comprendan y sientan a tiempo que siguieron ciegamente a las fuerzas oscuras en el mundo contrario a la ley divina y ávido de poder! Las tinieblas incluso abusaron de Mi nombre para seducir a hombres y dificultar a los pioneros, a los hijos e hijas de Dios en la Tierra, el trabajo en la viña del Señor.

Comprended: quien Me ha seguido no ha sido respetado por los hombres que están apegados al mundo, porque Yo en Jesús también fui despreciado por ellos. En todos los tiempos hubo hombres que fueron verdaderos seguidores del Nazareno, que tuvieron que soportar y sufrir mucho.

Muchos de los pioneros para el Nuevo Tiempo avanzaron, sin embargo, inquebrantablemente en su camino, siguiendo Mis huellas. Tened presentes a aquellos hombres y mujeres valientes que, con una fe inquebrantable en Mí, mantuvieron una lucha justa por el Nuevo Tiempo.

Alegraos los que vivís en el Nuevo Tiempo, en el Reino de Paz, que cada vez se vuelve de sustancia más luminosa. Estáis unidos a ellos; muchos de entre vosotros estaban como pioneros en vestido terrenal en el gran cambio de era, para abrir paso al Reino de Dios. El luchar y el vencer por Mí, el Cristo, ha permanecido como recuerdo en vuestras almas. Algunos de vosotros sienten intuitivamente que colaboraron en aquella época como pioneros. También sienten que en aquel tiempo las causas se volvían más y más pronto activas, y que lo positivo, el tiempo de luz, surgió poderosamente; el tiempo del Cristo, en el que ahora -en un vestido de materia más fina- de nuevo vivís.