Sabiduría esquimal # 3
La mayor distancia en los hombres es la que va de su mente a su corazón. Es mucho mayor que la que hay entre nuestro planeta y las estrellas.
JBN LIE
Sabiduría esquimal
El valor de las pequeñas cosas se ve reflejado en una trenza de juncos que le sirve al esquimal para explicar la relación cuerpo, mente y espíritu. Flexible y ágil hasta el punto en que se puede enrollar sobre sí misma pero tan fuerte que aunque se tire de ella con todas sus fuerzas, nunca la podrá romper. Si unes cuerpo, mente y espíritu nadie podrá quebrarte… Y mira: solo es hierba, afirma Angaangaq (el que se parece a su tío en lengua inuit), protagonista de este relato.
Inuit es la denominación común para los 100 mil pobladores esquimales que habitan las regiones árticas de América y Groenlandia. A través del diálogo generacional, reciben el gran legado filosófico de los Inuit que se resume en una sola palabra: compasión (compartir la pasión). Su abuela sostiene que la vida es una ceremonia en sí misma que debe ser digna de ser celebrada. La tarea que debe ocuparnos, según ella, consiste en ayudar a los demás a descubrir y celebrar la belleza de todo lo que acontece, recuperar y reavivar la relación con el mundo que nos rodea. Su nieto recuerda sus palabras: escucha, escucha, escucha, hasta que la historia viva en ti. Solo entonces podrás contar la historia: una historia viviente.
La montaña
Para completar su formación como chamán subió a la montaña sagrada donde no había nadie y reinaba la oscuridad. Pensó que hacer un círculo de piedras y hablarle de él a Kaila, su creador, era muy fácil. 2 horas transcurrieron y ya no tenía nada más que decir. Fue entonces cuando a través de una espontánea meditación se dio cuenta de que había vivido de forma muy estrecha y poco profunda. De pronto comprendió que tenía muchos secretos y que había llegado la hora de revelarlos. Comenzó a caminar en círculos bajo la lluvia e inició su confesión en voz alta y su ayuno los cuales duraron 25 horas.
El saludo esquimal es bien particular: huele a las personas, las besa entre frotando su nariz y las toca. Les huele su emocionalidad porque los olores cambian con las emociones. El esquimal cierra sus ojos y se adentra en su propio mundo. Luego comenta a manera de reclamo: todos los animales se huelen, pero lo hombres ya no. Ustedes se han alejado demasiado del mundo animal (…). Ustedes ya no reconocen su belleza y su fuerza. Ya no se respetan. Cuando alguien sale a la calle se convierte en uno más, nadie lo ve: han perdido el sentido de celebración de la vida.
Las noches
Sus noches no son tan oscuras como parecen. Hay estrellas colgadas como lámparas en el universo iluminando los níveos caminos por donde transita el esquimal. Tienen además el bello fulgor cromático de sus auroras boreales y la propia luz de la luna cuyo brillo intenso y resplandeciente se refleja en la nieve. La aurora boreal representa para el esquimal el alma de las personas amadas que se han ido al otro mundo. Cuando se recuerda a un ser amado, esa alma se pone tan contenta que llama a toda su familia, amigos y conocidos y bailan su danza cósmica solo para esa persona en el infinito cielo. Hasta se pueden oír porque las luces polares producen sonidos.
Sin fronteras
Para el esquimal no existen las fronteras. Los animales y las plantas no las conocen; las nubes, los ríos y el viento tampoco. Sólo el hombre occidental las tiene y con tono arrogante les dice a sus semejantes: ¡no te está permitido entrar aquí!. El viento quizás se lleve a miles de kilómetros la hoja otoñal que arrancó alguna vez del árbol de un lejano jardín. Tal vez la lleve hacia el norte donde en algún momento se congelará y caerá sobre un lago groenlandés donde desplegará toda su energía. Todo está unido y conectado con todo. Sólo existe un mundo, una sola conciencia, un solo organismo, una gran familia. Sois vosotros los que habéis inventado la ilusión de las fronteras.
Cuando nació Angaangaq, el gran hielo tenía más de 5 kilómetros de espesor. Era puro y más duro que una roca, se podía ver a través de él, no tenía burbujas. A los niños les hacían poner la mano sobre el gran hielo para que vieran la huella que dejaban en él aunque estuviera a 40 grados bajo cero. Hay más de 20 palabras esquimales para describir el blanco de la nieve, muy pocas para explicar la forma como Groenlandia se está deshelando. Cuantos más árboles se corten en el planeta, menos esquimales podrán construir sus iglúes.
Vinculados
No nos damos cuenta de lo estrechamente vinculados que estamos todos en la tierra y con ella (…). La tierra ha cambiado. Nunca hemos llegado tan lejos como hasta ahora y nosotros no hemos cambiado, no queremos cambiar, afirma dejando entrever en sus palabras un poco de tristeza.
En esta temporada no ha habido nieve en el invierno ártico, el cielo ha estado muy oscuro en el invierno, el sol ha llegado 4 días antes, el nivel del mar sigue subiendo y es demasiado tarde para detener el deshielo. Al esquimal le preocupa que la banquisa empieza a derretirse más temprano y que el oso no pueda sobrevivir con el deshielo y busque refugio en los coloridos campos de adelfilla muy cerca de los seres humanos. Las palabras del esquimal se llenan de vehemencia: El mundo es bello. Si deshielas tu corazón y aprecias tu propia belleza, disfrutarás de la belleza del mundo.
¡Dejemos ya de maltratarlo! No hay nada más difícil para una persona que cambiar. Pero si no cambias tú, tus hijos y nietos seguirán haciendo lo mismo (…). Somos demasiado cerebrales. La mayor distancia en los hombres es la que va de su mente a su corazón. Es mucho mayor que la que hay entre nuestro planeta y las estrellas, Crees que las cosas más grandes están fuera de ti, pero cuando cierras los ojos, descubres cuán inconmensurable eres en tu interior, tanto que nunca podrás llegar a conocerte completamente. Somos más grandes que el firmamento. Somos muy complejos y es allí donde reside nuestra belleza.
La madre naturaleza es mi casa, mi centro espiritual…
Tengo así, la mayor iglesia del mundo