La iluminación espiritual

¿Religión? o ¿espiritualidad?

Las castas sacerdotales

Las religiones son fabulaciones del poder de las castas sacerdotales que mantienen mediante engaños, manipulaciones, teatro, miedo y poder. La espiritualidad es nuestra condición esencial y eterna. Se puede decir que es la materia prima de nuestra vida que las religiones ansían manipular a su favor.

Es error común confundir espiritualidad con religión, incluso entre preclaros intelectuales de todos los tiempos, tal vez porque los intelectuales son los eternos fariseos que siempre confunden e inducen a confusión, como es el caso de las castas sacerdotales. La religión actúa como un corsé de la espiritualidad y un escudo contra ella, cuando no un arma de guerra con todas sus consecuencias sangrientas. Pueden valernos como ejemplos la diferencia que existe entre un Papa y un profeta; entre un místico de cualquier tendencia espiritual y un inquisidor o un fundamentalista islámico. Si justásemos en una habitación a todos ellos, el profeta y los místicos se pondrían a meditar juntos de común acuerdo, pero un Papa se pondría en el extremo opuesto de la sala a conspirar junto al inquisidor y al fundamentalista. ¿Contra quién? contra los profetas y los místicos, da igual que sean cristianos originarios, cátaros, sufís, o de cualquier otra escuela espiritual.

Al acercarnos a la historia de la humanidad, observamos enseguida que no ha habido civilización regional sin religión con sus sacerdotes, ritos, ceremonias…y poder. Igualmente venimos observando que el poder civil se inclina ante el religioso. Y vemos igualmente cómo personas espirituales de todas las épocas, desde Sócrates hasta Jesús, y luego muchos otros no fueron religiosos, ni sacerdotes, ni apoyaron a las religiones sino al contrario. Las personas espirituales como ellos y muchos cientos de miles más han ido siendo perseguidos, encarcelados, escarnecidos, ninguneados en todas las épocas, siempre por la alianza abierta o encubierta de los estados y sus religiones y siempre por asumir, vivir y proclamar verdades desde su condición de seres espirituales y libres.

A pesar de ello, el pensamiento religioso ha logrado sentar cátedra en el mundo y ser identificado con espiritualidad, pero el desengaño que producen los comportamientos de las iglesias que enarbolan estas banderas llevan a muchos espíritus que ansían ser libres creen a la negación de lo espiritual, que abominan, y de las religiones, a las que aborrecen mientras se declaran ateos. Sin embargo muchos de los que se dicen ateos y proclaman su ateísmo tienen comportamientos más espirituales que los representantes de las Iglesias cuando viven una vida acorde con las leyes de la naturaleza, defienden el medio ambiente, respetan a sus semejantes y la vida de los animales, aman y luchan por la libertad de conciencia y la justicia, la igualdad y la fraternidad, aportando su grano de arena para los cimientos de un mundo nuevo.

Entre tanto, ¿podemos decir lo mismo de los clérigos pederastas, de los papas guerreros, de los inquisidores, de los católicos causantes de los genocidios indígenas, de los obispos que bendicen cañones o dictadores, de los idólatras de imágenes, de los supersticiosos milagreros?... ¿Podemos decir lo mismo de los instigadores de lapidaciones y ejecuciones públicas o de las guerras de religión protagonizadas por religiosos dirigentes que mandan aplicar la Sharia? Practicar la violencia o justificarla no está en contradicción con la religión, pero choca de frente con la espiritualidad. La espiritualidad es contraria a toda violencia; la religión, no. Si pudiéramos hacer un símil para distinguirlas entre sí, imaginemos que tenemos una roca de la que tenemos que extraer el oro que encierra. La envoltura rocosa sería la religión, pero el oro sería la espiritualidad. Pero ¿por qué las religiones perduran a pesar de que la espiritualidad poco a poco les gana terreno? Porque tienen dos tipos de poder: el del dinero que da prestigio y el del miedo sobre las almas a las que atrapan conla amenaza del Infierno, tan inexistente en realidad como rentable para producir adeptos ignorantes.

SIN EMBARGO SOMOS SERES ESPIRITUALES

Las personas que son conscientes de su condición espiritual conocen que su energía vital- o alma individual- es la materia prima de su existencia; que es de índole eterna como toda energía y un traje que envuelve su verdadero ser: su esencia divina universal incargable. Ellos procuran unir su energía personal con la energía universal o Dios de un modo armónico, lo que quiere decir que intentan vivir en armonía con el Creador, fuente de toda energía y vida. Quienes consiguen esto en su totalidad son los espíritus libres, que las religiones siempre persiguen. No obstante, estos son la avanzadilla del género humano, porque un espíritu libre es un ser humano que practica en su vida el amor a Dios y al prójimo, con la regla de oro que dice: Lo que quieres que te hagan a ti hazlo tú primero a otros y No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti mismo. En esto les reconocemos, no en las ceremonias de disfraces rituales de los templos de piedra ni en los macro espectáculos de las jerarquías eclesiásticas.

Mientras la mayoría de los lectores verán a los políticos de todas las tendencias como personas poco espirituales, en cambio verán cómo se muestran ante el mundo como personas que apoyan económica, cultural y socialmente las religiones que tocan según la zona del mundo donde ejerzan. Así unos apoyarán y subvencionarán al Islam, otros a las Iglesias llamadas cristianas, etc. En algunos casos, hasta se pueden presentar como cabezas de la misma religión, como es el caso de la Reina de Inglaterra – máxima jerarca protestante- o el del rey de Marruecos, cabeza visible del Islam en su país. ¿Le impide su religión a la reina inglesa pertenecer al Club Bilderberg, contribuir con su actitud distanciada y egocéntrica a la pobreza progresiva de su país mientras ella es una de las personas más ricas del mundo? ¿Le impide al rey de Marruecos ser sumamente rico y mantener contra su pueblo cada vez más pobre una sórdida dictadura que le impide manifestar su verdadera conciencia y su progreso económico? Ante tales hechos cualquiera puede ver que la religión no tiene nada que ver con la ética, pero sí con la política.

En su celo por defenderlos supuestos valores que defienden estas religiones y sus políticos – en el poder o no- los gobiernos no solo las declaran a menudo como religión del Estado aunque no sean sus cabezas visibles, como sucede con el Papa en el Estado Vaticano, sino que sus principios, presentados como sagrados ante la opinión mundial, llevaron, llevan, y sin duda llevarán a guerras entre países con distintas confesiones y precisamente con la excusa de la defensa de su religión. Y aún así, la mayoría de la gente, que no es tan tonta como los políticos creen, saben que estos no son personas espirituales, aunque admitan que pueden ser religiosas, y llegan a ver que tras la excusa oficial de defender principios cristianos, musulmanes, etc., por lo que luchan en realidad es por sus bancos, sus industrias de la guerra y anexas, sus recursos energéticos, su posición geoestratégica, y otros intereses nada religiosos, y desde luego, nada espirituales, pues la espiritualidad es una actitud ética.