La iluminación espiritual

Mientras la tierra se rebela

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Mientras la tierra se rebela; Patrocinio Navarro

EL PLANETA

El Planeta es un basurero gigantesco.

Todas las cumbres fracasan por lo mismo: el viejo mundo se resiste a morir y todavía no hay fuerzas humanas bastantes para cambiar la balanza a favor de la justicia, la armonía o la paz. Pero la Tierra tiene algo que decir y lo está diciendo ya.

El Planeta es un basurero gigantesco al que no cesamos de añadir diariamente nuevos miles de millones de toneladas diarias entre residuos atómicos, plásticos, metales y todo tipo de chatarras de las que algunas precisarían cientos de miles de años para degradarse. Un simple plástico puede tardar entre doscientos y quinientos años para ese proceso. Hagamos un breve repaso mental a nuestra contribución personal en lo que se refiere a este tema y multipliquemos por los millones que somos en las sociedades acomodadas. Llegaremos a la conclusión de que esta situación es insostenible, y de que crecer con este sistema capitalista dirigido por gentes sin asomo de conciencia y sin sentimientos a los que solo les interesan sus cuentas corrientes, su poder y el ser aclamados por ignorantes como ellos es agredir a la madre Tierra y a todas sus criaturas, intoxicarnos y llevar a la muerte prematura a la humanidad, empezando, como vemos a diario, por los más pobres entre los pobres, pero sin que nadie tenga escapatoria en este Titánic llamado Tierra, vaya en camarotes de lujo o en las bodegas.

Hemos puesto en marcha tales fuerzas negativas que no es posible controlarlas con medidas externas. Ya no hay remedio. Igual que sucede a un cuerpo muy enfermo, solo podemos poner algunos parches superficiales, no curar una enfermedad que ha invadido todo el organismo sin un antídoto de efecto general. Nosotros pusimos el virus y no hemos sabido encontrar el antídoto y curar al enfermo: el Planeta Tierra y todas sus formas de vida. Ahora, todos estamos contaminados. Basta un simple análisis de sangre para encontrar que cada uno tenemos dosis diversas de basura química presente en nuestra comida, en el aire que respiramos y en el agua que bebemos. Y encima la compramos con nuestro trabajo y la consumimos hasta con placer disuelta en saborizantes.

Según un reciente estudio, si cada habitante de este mundo consumiera y contaminara como un español medio, se precisarían dos planetas como este para soportar esa agresión. Ahora traslademos estos mismos datos a EE.UU., Alemania, Francia o Inglaterra, donde los niveles de consumo-contaminación son mayores. Y tenemos gente en la cola de espera: todos los países emergentes.

Mas la madre Tierra es un ser vivo mucho más fuerte que cualquiera de sus peligrosos huéspedes y se revuelve ahora contra las inmundicias en un claro proceso de auto- regeneración, poniendo en marcha sus inmensas energías para sacudirse el daño producido por los inconscientes hombres y así purificarse. La Tierra se rebela.

Este proceso durará lo que dure hasta que la nuestro Planeta consiga quitarse de encima los venenos y desequilibrios con la maltratamos. Entre tanto estamos cayendo en caída libre en este vertiginoso tobogán que nos permitirá salir alguna vez a una nueva Tierra, a una Tierra regenerada donde solo podrán habitar seres esta vez más respetuosos con su Planeta y con las leyes de Dios. Desde luego no podrán tener cabida en él, por la ley de Causa y Efecto, los que dañan al Planeta en esta existencia.

Entre tanto nuestro Planeta se rebela, se calienta y se mueve, y su rebelión no cesará hasta que lave su cuerpo maltratado con sus poderosas corrientes de magma, mientras sus poderosas corrientes electromagnéticas se encaminan progresivamente hacia un salto de los polos, como ya han advertido los científicos. ¿Cuánto tiempo durará este proceso? Solo Dios lo sabe, pero de lo que no hay duda es que estamos en él, y de lo que tampoco hay duda es que no podemos esperar que nos lo cuenten los medios de desinformación planificada de este viejo mundo que perece ante los mismos ojos que los han creado: los nuestros (cada cual con sus ideas, sus emociones, sus sensaciones, sus ambiciones, y otros sus, sus sus….

El viejo mundo se resiste a cambiar entre tanto con todas nuestras miserias no superadas, con todos sus políticos corruptos, sus ricos insolidarios y ruines y sus iglesias ricas y aliadas de los ricos que sienten alergia de los pobres, de los indefensos, de los parados, de los enfermos, de las mujeres.

Miren, por ejemplo, a los llamados Papas, a sus cortesanos de rubicundos cardenales apoltronados, a sus obispos cómodamente instalados en palacios con sirvientes y a todos sus papagayos intelectuales que dieron la espalda a Cristo. ¿Cómo podemos esperar soluciones o ayudas de semejante Institución? Observando cómo piensan, viven y actúan estas iglesias que se dicen cristianas en todo el mundo es imposible hallar rastro alguno de revolución espiritual, pero sí de todo lo contrario: de involución doctrinal, de satanismo activo y de burla a Cristo. Qué desamparo deben sentir los fieles de esas iglesias al ver la poca ayuda que pueden tener en las situaciones límites de sus vidas: tal vez unos pocos rezos y encima pagados.

En la nueva Tierra no tendrán cabida los partidarios de la espada, ni los creyentes hipócritas o fanáticos, ni los contaminadores, ni los ricos y explotadores, sino los que trabajan por la igualdad, la libertad, la justicia, la hermandad, la unidad: los partidarios de la verdad, los hijos pródigos de la parábola, que dan la vuelta, los que se saben hijos de Dios y viven según Sus leyes. Este es el mensaje revolucionario de Cristo, la clave de la revolución espiritual de la humanidad. Y este es también el principio de toda economía sostenible, de toda sociedad con vivencial pacífica y en armonía, el mensaje para el nuevo mundo y la nueva Tierra.


RELACIONADOS

«Mientras la tierra se rebela»