La iluminación espiritual

Más allá de las apariencias

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Más allá de las apariencias; Patrocinio Navarro

Apariencias

Las apariencias no son el ser, aunque hablan del estado de tu conciencia sobre el Ser.

Más allá de lo que eres no hay nada, porque todos somos ser en el Ser, pues que todo es Ser y no existe algo así como la Nada, a pesar de tantos intelectuales descreídos. Tan carente de contenido es el concepto mismo de la Nada, que solo es posible referirse a ella en contraposición al Ser y solo de esa manera. Lo mismo ocurre con otros conceptos como el de Oscuridad que solo puede explicarse como ausencia de luz, ya que carece de naturaleza propia.

A menudo hablan de la Nada los ignorantes y hasta aquellos que posiblemente desprecian su propia existencia, que se fundamenta en el Ser, está en el Ser, pero nunca fuera del Ser, en un vacío de ser, pues lo que es nunca puede dejar de ser, solo transformarse.

Muchos descreídos con mala conciencia pretenden que La Nada exista para así ocultarse del Ser, pues en el fondo de sus almas temen hallarse ante Dios, el eterno Ser, por haber rechazado Sus leyes. Influidos por la religión, temen un Infierno o algo semejante. Por esta causa buscan refugio en conceptos intelectuales racionalistas o en ideas vacías como la Nada pretendiendo ocultarse negando así hasta su propia alma, su ser en el Ser. Un inútil escapismo, ya que cada uno de nosotros es no solo existencia externa, apariencia, sino ser, pues lo que existe existe, incluida la propia apariencia material, se sostiene gracias a la energía del Ser de la que participamos.

Los descreídos en general hablan de la muerte como aniquilación, y pretenden creer y hacer creer que con la muerte física comienza la Nada. Estas clases de personas, en realidad son muertos espirituales, almas desactivadas por su ignorancia, por su intelecto orgulloso, sus egocentrismo o sus malas acciones, pero tras la muerte física siguen existiendo como almas, y en algún momento de su existencia eterna y por la fuerza redentora de Cristo, volverán a ser almas puras y volverán a su lugar de partida anterior a la Caída: al Reino de los Cielos del cual todos partimos. En este proceso de regresión se incluye la reencarnación, que es una oportunidad para despertar y para el reconocimiento y el progreso espiritual.

Es fácil imaginar que estas reflexiones les resulten difícilmente aceptables a todos aquellos que solemos tildar de intelectuales, librepensadores ateos, gentes de la política, del mundo financiero, del militar, y a todos esos espíritus que se llaman prácticos a sí mismos y militan bajo la bandera del agnosticismo o de un ateísmo militante. Eso no resta validez a los pensamientos que se exponen aquí, de la misma manera que no resta validez a una composición musical el que un profano no sepa leer la partitura.

En el tema que nos ocupa, la partitura es la conciencia de ser en el Ser. Sin embargo, ser conscientes del propio ser no es tan difícil como aprender a leer una complicada partitura musical y no consiste en leer libros que hablen del tema, aunque se tilden de sagrados. Ser conscientes del Ser como totalidad cósmica es el resultado de un proceso depurador que parte de los dominios del ego y se dirige a los dominios del Espíritu ediante en cumplimiento paulatino de las leyes del Ser supremo. Esto es un aprendizaje, un proceso de renuncias progresivas de lo mundano por cumplir las leyes de Dios, cuya sencilla partitura son los Mandamientos y el Sermón de la Montaña.

Quienes estamos firmemente convencidos de que este es el camino de salida del laberinto , ni somos ni nos creemos perfectos por ello ni nos sentimos por encima de nadie. A diario tenemos que medirnos con nuestro ego y con las tendencias inferiores de las que somos responsables igual que un músico o un atleta tienen que esforzarse cada día para dar la talla a la hora de actuar. Vivir es lo mismo: entrenarse para alcanzar la conciencia plena del Ser en uno mismo: vivir conscientemente en Dios ejercitándonos en Sus leyes. En esto como en el mundo del deporte, la constancia es decisiva.


RELACIONADOS

«Más allá de las apariencias»