Las apariencias confunden, atrapan en sus redes y nos llevan a tomar una cosa por otra. Olvidamos que la realidad es mucho más que lo que podemos ver.
Busque un punto de inspiración para este artículo y afortunadamente se me dio en días pasados con la participación a un evento matrimonial cotidiano.
Con repeticiones continuas la mente empieza a sentir que el templo es donde Dios vive. En este instante te has situado en el mundo de las apariencias.
La forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos. Ninguna persona encaja en los estereotipos que nos formulamos de ellas.
Inconscientes urgen que la nada exista para ocultarse del Ser, en sus almas temen hallarse ante Dios, el eterno Ser, por haber rechazado sus leyes.