La iluminación espiritual

Fuentes de energía de destrucción masiva

Hiroshima y Nagasaki

Por mucho tiempo que pase no podemos olvidar los asesinatos masivos en Hiroshima y Nagasaki perpetrados- como todos sabemos- con sendas bombas atómicas y el enorme peligro de las centrales nucleares vista la terrible experiencia en Chernóbil. Y a pesar de habernos convencido durante años de la perversidad de la energía nuclear en todos los casos, y a pesar de lo sucedido ¡precisamente! en Japón en 2011, cuyos datos son escalofriantes – alrededor de 900 mil muertos según medios no gubernamentales, y las consecuencias sobre el medio ambiente y el mar- parece que se intenta convencernos de su necesidad ante el inevitable agotamiento del petróleo, encarecido por las guerras en Oriente y el aumento de la demanda a nivel mundial. China, Brasil e India, como potencias emergentes, unen a esta demanda un desarrollo tecnológico con industrias contaminantes y un incesante aumento de población que agravan los problemas medioambientales que ya han ocasionado el cambio climático artificial del Planeta.

Ningún gobierno en este mundo por sí solo goza del poder suficiente para acabar con estos modelos económicos basados en la dependencia de los hidrocarburos y el consumismo sin límite de energía en todos los ámbitos: el personal, el familiar, el industrial y del transporte. Como mucho, se establecen acuerdos-parche de mínimos que nunca se cumplen, ante la alarma mundial por el cambio climático y sus efectos perversos debido al tipo de energía que usamos para mantener en pie este llamado progreso que bien pudiera llamarse destrucción acelerada de la vida en la Tierra. Y como alternativa se sigue defendiendo por muchos científicos de pesebre modernizar y aumentar las centrales nucleares, obviando tanto su peligro como que seguirán generando todos esos residuos radioactivos indestructibles en milenios. ¿Qué se hace con ellos entre tanto? Se colocan en lugares apartados en la geografía de algún país con la engañifa de crear puestos de trabajo para el cementerio nuclear, o se ocultan para que nadie sepa dónde van exactamente, aunque se sabe que muchos bidones yacen en el Atlántico, cargados de radioactividad. Esto se viene haciendo desde hace muchos años, oxidándose el metal protector y dejando que su carga se libere. De un infierno a otro, lo que no impide seguir pescando en las mismas zonas y llevando al mercado la contaminación. Al fin el mar nos devuelve lo que se le entrega.

Cuando se inauguren nuevas centrales nucleares, que es lo que pretenden las empresas del ramo, habrá manifestaciones ecologistas, pancartas, clamor, largos artículos contrarios durante un tiempo ni demasiado largo ni demasiado corto, hasta que ese diez por ciento de la población del Planeta que desea vivir en la abundancia se haga a la idea de que es necesario nuclearizarse para seguir teniendo sus comodidades: su coche en el garaje, su tecnología punta en esto y en lo otro, y un enorme etc. relacionado con la sociedad de consumo. ¿Quién renuncia ahora a toda esa comodidad y al consumismo fácil? Eso solo lo hará la necesidad antes que la propia voluntad.

¿Consentiremos en poner en peligro nuestra vida antes que cambiar de mentalidad y regresar a modelos económicos auto sostenibles que nos exijan - eso sí-, renuncias al derroche energético habitual y a cualquier otro, y la utilización de energías limpias, como la hidráulica, la eólica o la solar? Mientras llega esto, si es que esta civilización no se va antes al garete, podemos preguntarnos con todo derecho: ¿No estamos ante el mayor de los fracasos colectivos humanos en el uso de nuestros medios de vida y de la energía? ¿Es este el mundo al que podemos aspirar, un mundo contaminado que no es capaz de detener el proceso de envenenamiento de nuestro aire, nuestra agua y nuestra comida? ¿No es una condena a muerte nuestro sistema de vida?

¿Cómo puede uno intervenir personalmente? Creo que es una pregunta que deberíamos hacernos para poner en práctica la respuesta a nivel personal, porque la suma de todas las respuestas positivas cambia el mundo.