LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
¡Oh, qué baluarte tan fuerte has de hallar en esa nada!
El alma que está dentro de su nada guarda silencio interno, vive transformada en el sumo bien, no apetece nada de todo lo creado, vive en Dios sumergida y resignada en cualquier tormento, porque siempre juzga es más lo que merece.
Y cuanto más fueres muriendo, tanto más te irás profundando en tu miseria y bajeza; y tanto más te irá el Señor elevando, y a sí mismo uniendo.
Por el camino de la nada te has de llegar a perder en Dios, que es el último grado de la perfección, y si así te sabes perder, serás dichosa, te ganarás y te acertarás a hallar.
Nos buscamos a nosotros mismos siempre que salimos de la nada, y por esto no llegamos jamás a la perfección quieta y la contemplación.
Procura estar siempre sepultado en esa miseria. Esa nada, y esa conocida miseria es el medio para que el Señor obre en tu alma maravillas.
Estándote en la nada, cerrarás la puerta a todo lo que no es Dios; te retirarás aun de ti misma y caminarás a aquella interior soledad a donde el divino Esposo habla al corazón de su Esposa, enseñándola la alta y divina sabiduría.
Con el escudo de la nada vencerás las vehementes tentaciones y terribles sugestiones del envidioso enemigo.
Ahógate en esa nada y hallarás en ella sagrado asilo para cualquier tormenta.
No buscan a Dios con verdad y así no le hallan; porque ha de saber que no se halla sino en el desprecio de nosotros mismos y en la nada.
El recogimiento interno es la presencia silente del vacío.
Éntrate en la verdad de tu nada y de nada te inquietarás, antes bien te humillarás, confundirás y perderás de vista tu propia reputación y estima.
Estándose el alma quieta en su nada, el Señor la perfecciona, enriquece y pinta en ella sin estorbo a su imagen y semejanza.
Últimamente no mires nada, no desees nada, no quieras nada, no solicites saber nada, y en todo vivirá tu alma con quietud y gozo descansada.
En la oficina de la nada se fabrica la sencillez, se halla el interior e infuso recogimiento; se alcanza la quietud y se limpia el corazón de todo tipo de imperfección.
Camina, camina por esta senda segura y procura sumergirte en esa nada, perderte, y abismarte, si quieres aniquilarte, unirte y transformarte.
La nada es el atajo para alcanzar la pureza del alma, la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior.
Nunca se está más cerca de Dios que en la aflicción, que induce a la purificación del alma.
Siempre ha sido así y siempre será igual, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder, pertenecen a los mediocres y superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres, no les pertenece nada. Nada más que la muerte.
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