La sociedad, la familia, los profesores, las religiones, introducen en la mente de los niños muchas ideas. Y llega un momento en que uno se siente imperfecto.
Cuando los demás dirigen nuestras vidas, en vez de avanzar hacia una sencilla perfección, retrocedemos.
La Verdad nos hace libres y da sentido a la vida.
Comer una manzana, una pera, o un higo, es perfección. Comer un higo, o irse a la cama un hombre con una mujer, o una mujer con un hombre —es lo mismo— es perfección, mientras no se este estropeando la rama.