La iluminación espiritual

Vivir la vida

Cuento Zen (193)

Érase un Gurú al que todos consideraban la encarnación de la Sabiduría. Todos los días disertaba sobre diversos aspectos de la vida espiritual, y para todos era obvio que jamás había superado nadie la variedad, la profundidad y el atractivo de las enseñanzas de aquel hombre.

Sus discípulos le preguntaban una y otra vez por la fuente de donde extraía su inagotable sabiduría. Y él les decía que todo estaba escrito en un libro que ellos heredarían cuando él muriera.

Al día siguiente de su muerte, los discípulos encontraron el libro en el lugar exacto donde él les había dicho que lo encontrarían. Aquel libro no tenía más que una página, y en ella una sola sentencia: Comprendan la diferencia entre la vida y vivir y habrán descubierto la fuente de la eterna Sabiduría.

MORALEJA

La muerte es grande cuando la vida es grande.

El final puede ser grande solo si todo el recorrido ha sido grande. Cada paso del recorrido contribuye al final. Es algo simple, obvio. Si has estado danzando en tu vida, tu muerte será una gran danza. Si solo has estado llorando y lamentándote, tu muerte será solo un lamento y un llanto: no puede ser de otra manera; es la conclusión de tu vida.

Así que recuérdalo: Cada uno vive su vida y cada uno muere su muerte. Tan única y diferente es la muerte, como la vida es única y diferente. Cuando el Buda muere, por supuesto, el Buda muere. Cuando Jesús el Cristo muere, por supuesto, Jesús el Cristo muere. Sus muertes tienen una gloria, una fragancia… es un florecimiento. En un solo momento donde toda su vida alcanza la llama suprema. Ellos han llegado, han llegado a casa. Tu muerte no es más que el comienzo de otra vida. Aquí mueres, allí has nacido. Entras por una puerta, por otra puerta vuelves otra vez a la vida y sigues, por supuesto, la misma ruta; la misma rueda se mueve. Pero puedes tener ese solo momento donde toda tu vida alcanza la llama suprema.