La iluminación espiritual

El sentido común

Cuento Zen (273)

Caminaba un asno por la orilla de un río con dos pesadas bolsas de sal. El borrico resbaló y cayó al agua. Pero la sal, al contacto con el líquido, se deshizo. Así que, al salir del agua, el asno noto que la carga era mucho más ligera.

¡Qué suerte la mía!, pensó.

Y dio la casualidad de que, a los pocos días, el asno tuvo que recorrer el mismo camino, pero esta vez llevaba a cada lado un cargamento de esponjas, que al ser muchas, comenzaban a pesarle.

Pero recordó y pensó el borrico. Si me tiro al agua, pasará como con la sal y la carga me pesara menos. Dicho y hecho, al tirarse al río, las esponjas comenzaron a absorber el agua y el asno, por más que intento salir, no lo consiguió.

MORALEJA

Ante situaciones muy similares, no obres siempre del mismo modo, porque los resultados pueden ser diferentes, por eso, debemos entender el valor de la prudencia mirando con ojos nuevos y no sacar conclusiones de una sola experiencia.

La vida es experiencia, no teoría. No necesita de ninguna explicación. Está ahí, con toda su gloria, para ser vivida, disfrutada, gozada. No es una adivinanza, es un misterio que se reedita en cada momento.

Miren a un niño; todavía carece de mente. Abre sus ojos y mira al mundo. Llévale una rosa. No conoce el nombre, no puede etiquetarla, ni categorizarla, ni decir que es. No obstante, la rosa está ahí, su color inunda al niño, la belleza de la rosa lo rodea, la fragancia alcanza su corazón. No sabe lo que es, pero experimenta un momento vivo. Entonces le dices: “Es una rosa”, y la experiencia nunca volverá a ser la misma; nunca más podrá experimentar el misterio de la rosa.

Una vez que empieces a observar la realidad a través de la mente, todo se convierte en un problema; entonces el ego empieza a interpretar y solo te quedas con las interpretaciones. Puedes conseguir pruebas que las demuestren, incluso puede que parezcan muy razonables, pero solo te parecerán a ti, a nadie más, porque esas interpretaciones serán producto de tu ego. Y tu ego, nunca te dejará volver a ver el mundo con ojos nuevos, solo lo podrás ver con el sentido común.